Cuando no salen las palabras, valen los recuerdos

Cuando no salen las palabras, valen los recuerdos

Aquella entrevista al entonces director técnico de la Selección Nacional.

Ya han pasado 24 horas de la muerte de Maradona. Y no fluyen las palabras. Hay un nudo en la garganta. Y lo que brota del corazón no llega fácilmente al teclado. Para quienes somos futboleros y pudimos ver a Diego jugar –incluso siendo niños, adolescentes y también para quienes no­ lo vieron–, su muerte golpea con fuerza. No importan las camisetas. Si realmente te gusta el fútbol, repasar una y otra vez sus trucos con esa zurda no puede otra cosa que maravillarte.

Y para quienes nos desempeñamos en el periodismo deportivo, tener la posibilidad de entrevistarlo era una en un millón. Seguramente por eso guardo ese recuerdo con una sonrisa.

Aquel 12 de diciembre de 2008, Maradona estaba feliz, en el lugar en el que había soñado desde que había dejado de jugar: ser el entrenador de la Selección.

Por eso cuando no afloran las palabras, bien vale recordar esos momentos vividos cerca del 10, regalos inesperados para un entonces joven periodista deportivo.

A continuación, fragmentos de la entrevista publicada en la edición Nº 95 de la revista Fútbol Argentino, medio oficial de la AFA, realizada junto a mi compañero y amigo Leonardo Stero.

Diego Maradona en la primer entrevista para la revista FUTBOL ARGENTINO de la AFA. FOTO: ROBERTO CASTRO

 “Volví a ser el Diego que todos quieren”

El máximo referente de la historia del fútbol argentino disfruta de un presente soñado comandando los destinos del combinado nacional. Demuestra estar plenamente comprometido con la tarea y es pura confianza respecto a lo que vendrá en el futuro de la Selección. Se siente en plenitud, feliz. Listo para volver a llevar a la Argentina a lo más alto.

La puntualidad de Diego es extrema. A la hora establecida arriba al Predio de Ezeiza e ingresa al Complejo número 2, donde concentra la Selección Nacional, con la sonrisa de alguien que siente que está entrando a su hogar. Saluda a los presentes uno por uno, se lo nota vivaz, feliz. Es el hombre buscado del momento. Sus sensaciones tras el debut como director técnico del Seleccionado y lo que deparará el futuro inmediato del equipo de todos los argentinos son los temas excluyentes de un presente soñado en la vida del Diez.

Toma la última edición de Fútbol Argentino, lee con alegría “La gran ilusión está en marcha” y besa esa portada que lo llena de orgullo. La mira como quien deja vivir dentro los recuerdos tan cercanos a un momento que quedará grabado eternamente en el corazón del máximo emblema de la historia del fútbol en Celeste y Blanco. Se acomoda y tira el primer pase para comenzar una charla imperdible, en la que Diego Armando Maradona deja fluir los más puros sentimientos de este presente que lo encuentra en el sitio que siempre soñó.

Realmente se ha puesto en marcha una gran ilusión para todos los argentinos y sin dudas para vos en lo personal ¿Cómo te sentís después del debut y el comienzo de esta nueva Era en la Selección Nacional?

Me siento bárbaro, fantástico. Llegué a lo que yo quería, como hombre. Llegar a dirigir a estos jugadores, a la Selección… me reinventé. Me reinventé como hombre, ganándole a la vida. Todos me daban por muerto. Yo también, estaba mal. Pero pude superarme y hoy estoy viviendo uno de los mejores momentos de mi vida. La ilusión de poder estar al frente de la Selección la tuve siempre pero no estaba con las fuerzas que tengo hoy. Hoy me toma con toda la armadura necesaria como para responderles a los jugadores.

El balance personal de fin de año te da más que positivo…

Salvo los años en que nacieron mis hijas, el título en México y con el Nápoli, no recuerdo tener años más lindos que éste. Me pude levantar todas las mañanas e irme a dormir todas las noches. Y eso para mí es fundamental. Había perdido la costumbre. Había perdido la rutina normal de un hombre. Hoy siento que esto es sólido. Entonces volví a ser yo. Volví a ser el Diego que quiere mi vieja, mi viejo, mis hermanos, mis hijas, y el Diego que quiero yo.

¿Te hubieras permitido en esta vida no tener la chance de defender nuevamente los colores argentinos?

Las dos veces que estuve al borde de la muerte me hubiera ido con un puñal muy grande en el corazón. Me hubiese ido como un estúpido, sin haberme dado esta alegría de poder ser el técnico de la Selección. Esto es lo máximo.

Si bien Diego había viajado anteriormente a Europa para hablar con varios de los jugadores de la Selección, el momento del encuentro en el vestuario, a pocas horas del inicio de este nuevo ciclo del combinado nacional ante Escocia, era el esperado por todos. Y se conoció una frase que el flamante entrenador le dirigió a los futbolistas en Glasgow, con el inconfundible sello maradoniano: “Si yo pasé del infierno al paraíso, ¡cómo no van a poder ustedes!”

¿Cómo fue, Diego, esa primera charla con los jugadores?

Te van pasando cosas. A medida que vas conociendo la cabeza de los jugadores te van pasando imágenes de cómo podés motivarlos y ahí vas creando tus respuestas. Respuestas a lo que necesita el jugador. Entonces es fácil. Si vos tenés un partido como el que tuviste con Chile en las Eliminatorias y tenés que salir de las cenizas, debés ponerte como ejemplo. Si yo salí de la m…, porqué ellos con todo lo que tienen adentro para dar, con la salud con la que gozan, no van a salir de este momento, de esta crisis. Eso fue lo que les dije. Y después, que los envidiaba. Mientras escuchaba repiquetear los tapones para salir a la cancha, les dije: “cómo los envidio hijos de p… (se ríe)”. Pero se los dije de buena fe. Ellos y yo sabemos que no puedo jugar más. Ser jugador de fútbol es un placer. Es el trabajo más lindo del mundo. Es poder darle alegría a la gente. Es poder tirar un caño, un sombrero, hacer un gol, representar al país, a la camiseta, es muy fuerte todo lo que te pasa y ellos están ahí, a 15 segundos de salir a la cancha y representarnos a todos. Deben sentirlo así.

Cuando mencionás las convicciones de un jugador pienso en aquella sentencia tuya: “Mascherano más 10”…

Porque es el que a mí me refleja la camiseta de la Selección mejor defendida que cualquiera. Mejor defendida que Maradona. Mascherano es el ejemplo más grande. Es trabar con la cabeza, es correr, es ser solidario, es todo. Por eso lo elegí capitán.

De Messi también se habla mucho, de si va a llegar a lo que llegaste vos…

Ojalá me supere. Vamos a ganar todos los argentinos. Si yo hice lo que hice futbolísticamente y gran parte de los argentinos están orgullosos, entonces si Lío me supera, dentro de 20 años estaremos hablando de logros argentinos increíbles. Se va a enriquecer mucho más la historia del fútbol argentino. Qué más queremos!

Cada palabra de Diego Armando Maradona destila convicción. En su mirada se aprecia que está frente a la oportunidad de su vida y no la quiere desaprovechar. La charla se extiende más de lo estipulado, una muestra de que está a gusto. El Predio pareciera asemejarse a su lugar en el mundo. Es su casa. Asegura que “en la Selección no hay vacaciones” y que se tomará enero para viajar a Europa y seguir de cerca a sus jugadores, para ir preparando el partido de febrero frente a Francia. Su compromiso con la Celeste y Blanca es como cuando era jugador. Es la camiseta que lo hace palpitar, que le da oxígeno y lo hace sentir vivo. Y tras una jugada magistral define sin titubeos: “El hecho de estar al frente de la Selección y que todos quieran estar me hace sentir bien, contento. Digan lo que digan yo no me voy a bajonear, para nada. Si hay que estudiar de táctica lo tengo a Bilardo, que es el mejor profesor que puedo tener. Entonces que se queden tranquilos. Yo voy a laburar, voy a estudiar al adversario, me voy a ocupar de los jugadores, voy a ser responsable. No vine a joder. Vine a ganar. Porque yo no me permito perder ni a la bolita, no me permito perder a nada”.

Por Santiago Durante y Leonardo Stero

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