Se registran casi 31 homicidios por cada cien mil habitantes. El año pasado fueron asesinadas casi 64 mil personas y las violaciones fueron más de 60 mil.
Si México ocupa el segundo puesto en el ranking de la violencia en América Latina, el primero – tristemente – le corresponde a Brasil. En 2017 hubo en el país 63.880 homicidios, 175 por día.
Los datos los brinda la ONG Forum Brasileño de Seguridad Pública, que señala un incremento de casi el 3 por ciento respecto del año anterior. En más de 4.500 casos, las víctimas fueron mujeres y más de 1.100 de éstos formaban parte de situaciones de violencia doméstica. Otro dato preocupante es que hubo más de 60.000 violaciones, casi un 10 por ciento más que en 2016.
Pese a las políticas de seguridad, con un gobierno que reacciona endureciendo la mano o recurriendo a los militares, en los últimos tres años la violencia no se ha detenido y sigue creciendo.
Los estados que más se han empobrecido registran un incremento de la violencia. Rio Grande do Norte, uno de los estados más pobres, tiene 68 homicidios por cada 100.000 habitantes. Seis veces más que el estado de Rio de Janeiro, el más rico. Le sigue Acre, con casi 64. Las ciudades más violentas son Rio Branco y Fortaleza, respectivamente con una tasa de 83,7 y 77,3 homicidios por cada 100.000 habitantes. Eso lleva a la tasa criminal nacional llega así a 30,8 asesinados.
Resulta evidente que el tema no se limita a una cuestión de seguridad sino a una problemática más compleja que abarca la generación de trabajo y de vida digna. Limitarse a responder solo con mano dura, definitivamente no asegura buenos resultados si el resto del país sigue en la pobreza y la desigualdad.