Comunicar, una gran responsabilidad

Comunicar, una gran responsabilidad

Nacho Girón comenzó a trabajar en el periodismo a muy temprana edad y ya lleva casi 20 años disfrutando de su tarea en diferentes medios de comunicación. Hoy conduce distintos programas en radio y televisión en medios nacionales e internacionales como Telefé y CNN.

Todavía no había entrado en la adolescencia y Nacho Girón ya tenía clara su vocación de periodista y comunicador. Siendo niño tuvo su primera experiencia de conducción radial y luego su pasión por la música lo llevó a escribir fundamentalmente sobre rock, también en Ciudad Nueva. Fueron los primeros pasos de una carrera que fue creciendo a gran velocidad hasta convertirse en un periodista reconocido y respetado en el ámbito político.

–¿Qué cambió de aquellos medios a los de ahora?

–A mi generación nos tocó ver un proceso de transformación bastante grande en cuanto al consumo de los medios. Por un lado permanecen los tradicionales (el diario se sigue imprimiendo y la radio se sigue emitiendo) pero empiezan a convivir nuevas formas como el streaming, pudiendo elegir cada uno en qué momento quiere consumir determinados contenidos. Sumado a la llegada de las redes sociales, que muchas veces se convierten en medios de comunicación en sí mismos. En la actualidad, la publicación de un influencer puede ser para un político mucho más “letal” que la tapa del diario de mayor tirada nacional un día domingo, como era antes. Por eso a quienes tenemos treinta y pico nos tocó tener una pata en cada lugar. Trabajamos en medios tradicionales –porque hay algo que no cambió, que tiene que ver con el proceso del periodismo, se siguen chequeando fuentes y validando información de la misma manera– pero cambiaron las formas de narrar y empaquetar la información para publicarla o mandarla al aire. El proceso de pensamiento de una entrevista política, por ejemplo, tiene que abarcar el formato tradicional pero también qué se puede preguntar para que rebote en las diferentes redes sociales, cada una con su característica.

–¿Cómo convivís con la vorágine de la información?

–La voracidad y cantidad de información que recibe la gente y que particularmente recibe un periodista que se dedica a la actualidad es imposible de procesar. Por eso me parece que es cada vez más importante el curador de contenido, el profesional de la comunicación que deglute toda esa información y tiene la capacidad de masticarla un poco, verificarla, que sea cierta y procesársela a la gente para que le llegue mejor. En ese sentido hay una gran responsabilidad, porque a mayor voracidad de información también hay más necesidad de verificar que no te llegue una fake news, que sea una información real.  

–¿Cuál creés que debería ser el rol de los medios de comunicación en este presente, teniendo en cuenta la polarización de la sociedad?

–Hay una máxima en el periodismo: los hechos son sagrados. Después está la interpretación de los hechos y cómo uno se para de manera diferente ante esos hechos. Las diferentes interpretaciones, si son genuinas, sensatas, honestas intelectualmente, me parece que son válidas. A mí me gusta consumir distintas aristas de una noticia con diferentes posturas, pero el hecho en sí, lo que hay que narrar, es incuestionable. Después está la manera de analizar ese mismo hecho. Lo que los periodistas tenemos que hacer es tratar de acercarnos lo más posible a la veracidad de ese hecho y contrastarlo, verificarlo, sumar fuentes que puedan decirnos que eso que pasó, pasó de esa manera. Pero creo que cuanta más información, más responsabilidad tenemos los medios y los periodistas.

–¿Cuánto influyen los medios hoy en la política cotidiana, ya sea en el pensamiento de la gente como en el accionar de los políticos?

–Nunca como medio de comunicación y como periodista hay que subestimar a la gente, algo que muchas veces sucede de un lado y del otro de la maldita grieta argentina. Justamente por la enorme cantidad de medios y posibilidad de acercarse a los hechos ya no existe más el superpoder de los medios. Ya no existe más la posibilidad de que ocurra el efecto de Orson Wells con la guerra de los mundos. La gente no es tonta y el que la trata como tal está cometiendo un grave error. Tampoco digo que los medios no tengan influencia en las sociedades democráticas. El buen periodismo aporta a una mejor sociedad y el mal periodismo, sesgado, de un lado y del otro, obviamente influye en la gente menos interiorizada en un determinado tema. Pero creo que al final del camino, cuando la gente va al cuarto oscuro y vota termina tomando su propia decisión por un montón de factores que no tienen que ver con lo que dicen estrictamente los medios.

–Mencionaste la grieta, que existe en un montón de temas de nuestra sociedad. ¿Cómo hace un periodista o un medio para mediar en esa fractura? ¿Es posible?

–Es posible ser equilibrado, no objetivo. Somos sujetos y está bien que los hechos nos pasen por nuestra propia subjetividad. Tengo la suerte de trabajar en sitios muy equilibrados en ese sentido. Hay diversidad de opiniones y cada hecho es contrastado por fuentes directas para poder contarlo de la mejor manera posible. Después ese hecho lo va a contar un periodista de una manera crítica o lo va a contar otro periodista que lo hace de una manera positiva. Ahí ya es la interpretación. Pero te puedo asegurar que el hecho en sí se va a presentar de la manera más equilibrada posible. Después, si el que cuenta ese hecho le aporta su análisis, aclarando que es su perspectiva y lo hace desde una honestidad intelectual, me parece que está bien. Lo que no banco, que pasa mucho, es la tergiversación de los hechos o el recorte de la realidad para solo mostrar lo que te conviene.

–A los periodistas de deportes se les dice que deben guardar la camiseta de su club en un placar y olvidarse de que son hinchas de un club. ¿Cómo vive un periodista político su imparcialidad?

–Cuando me enfrento a un político que me cae mejor o peor trato de ser lo más equilibrado posible. Muchas veces se me complica a la hora de votar, porque conozco a todos con sus luces y sus sombras. No creo que todos sean una vergüenza, pero sí les conozco los secretos y los hilos de los detalles de la personalidad que no quieren mostrar. Tengo charlas reservadas de mucha sinceridad con gente importante, trato de elegir lo más sensatamente posible a la hora de votar, y elijo lo que creo honestamente puede coincidir con mis pensamientos. 

Antes de irse Nacho vuelve sobre el rol protagónico de la gente frente al consumo de los medios: “Tanto espectadores, radioescuchas, lectores y periodistas tenemos que ser muy responsables con la información que recibimos. El poder en el fondo siempre lo tenemos nosotros, como seres humanos. Aunque yo sea periodista y el que me mira sea abogado, obrero, o lo que fuere, cada uno tiene el poder del control remoto o de tocar la perilla. Mi recomendación es que no veas solo lo que te cae bien o está en la línea de lo que pensás. Buscá al que hace algo distinto y sacá tus propias conclusiones” ·

Su pasión, el reconocimiento y su sueño

–Radio, televisión, gráfica… ¿con qué formato te quedás?

–Es como si me preguntaras si mamá o papá, Los Beatles o los Stones. Creo que he tenido la astucia y el coraje para aprovechar las características que me gustan de cada medio. De la televisión: el impacto, esa capacidad de llegar rápido y fácil a muchísima gente; de la radio: la cercanía con la gente, la capacidad de hablarle al que está en el auto, al que se está duchando, al que está preparando el desayuno, es todo inmediato y lindo; y de la gráfica la profundidad. Quise investigar un fenómeno importante como es la existencia de la feria La Salada y no me alcanzó una nota en tele, ni en radio, ni siquiera una nota en gráfica, escribí un libro.

–¿Cómo manejás el reconocimiento popular?

–Desde la total naturalidad. Me crié en este medio, siempre supe que el reconocimiento podía venir de la mano del trabajo. Los que hacemos esto somos personas ordinarias con trabajos extraordinarios y eso llama la atención. Me lo tomo muy naturalmente que alguien me pida una foto o que alguien me putee. Y por eso no me creo ni un genio en un caso ni un bol… en el otro. Y vuelvo a la responsabilidad. Porque más allá de una foto, la verdad es que la mayoría de la gente se te acerca a pedirte algo, porque tiene una denuncia, un problema, etc. Me lo tomo con mucha responsabilidad. En un estudio de televisión no ves a las dos millones de personas que hay del otro lado, y la calle es un baño de realidad. Mientras estás en el estudio hay que gente que te está regalando un pedazo de su vida para verte, escucharte o leerte. Entonces me lo tomo con mucha responsabilidad.

–¿Algún sueño que quieras cumplir aún en los medios?

–Tener un programa político propio en televisión. Lo tengo en radio, la paso bien. Me gusta entrevistar a la gente que tiene capacidad de decisión. Me parece interesante y es lo que disfruto. Creo que me fui haciendo un lugar en el centro de la grieta, que me permite hablar, por ejemplo, con Patricia Bullrich e inmediatamente con Santiago Cafiero. Me gustaría tener un programa parecido en televisión, que aporte algo de sensatez ante tanta grieta.

Artículo publicado en la edición Nº 635 de la revista Ciudad Nueva.

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