El evento reúne a las comunidades del pueblo indígena wounaan. Se practican deportes occidentales y disciplinas propias de la tradición indígena.
Se celebra en Colombia, entre los departamentos de Valle del Cauca y Chocó, sobre la costa pacífica colombiana, la edición número 12 del Encuentro de Intercambios de Saberes Ancestrales, Culturales, Deportivos y Territoriales del Pueblo Indígena Wounaan.
Los wounaan constituyen unas 15 comunidades indígenas wounaan, que a lo largo de los años han sufrido los efectos del conflicto armado y han sido desplazadas de su territorio ancestral. Algunas de ellas participan del evento, que se lleva a cabo en la comunidad de Agua Clara. La celebración combina los juegos tradicionales indígenas y los deportes occidentales, con la participan todos los miembros de las comunidades; algunos de ellos apoyando a sus equipos o competidores favoritos, y otros dentro de la cancha, haciendo su mayor esfuerzo por alcanzar la victoria. Arco y flecha, arrancayuca, bodoquera y corte de leña son los deportes ancestrales que los reúnen; también compiten en fútbol, atletismo y natación.
Hildo Moño, director de la Institución Educativa Nonam, cuenta cómo desde hace muchos años anhelaba realizar un “encuentro de deporte entre lo tradicional, lo ancestral y lo occidental”. El sueño se materializó en unas semanas deportivas en las diferentes sedes de la Institución Educativa Nonam.
El Comité Olímpico Internacional, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Alianza por la Solidaridad (APS) llevan a cabo desde 2016 un proyecto de iniciativas deportivas para niños, niñas, adolescentes y jóvenes, que busca fortalecer estas semanas deportivas de las comunidades indígenas del Bajo San Juan, su territorio y permanencia en el mismo.
Según Maritza Campo, asistente de protección comunitaria de ACNUR, la idea central del proyecto es “crear entornos protectores y espacios seguros para niños, niñas y jóvenes, dando al deporte un sentido, utilizándolo como un canal para fortalecer sus valores y para que sean reconocidos como sujetos de derechos capaces de ser miembros activos en su comunidad”.
El proyecto ha permitido fortalecer y cualificar la iniciativa deportiva y cultural de la institución educativa y de la comunidad, habiendo convertido a sus líderes en dinamizadores del proceso y contando además con entrenadores para los estudiantes de la comunidad de Puerto Pizario.
Andrés Acevedo, entrenador deportivo de APS, resalta la importancia de este proyecto en las comunidades indígenas, pues permite “unir la cultura occidental con la cultura tradicional de esas comunidades y hacer del deporte un idioma universal que permite dar a conocer lo que se vive en esta zona”.
Para Andrés Acevedo, el proyecto tiene un impacto muy positivo en los jóvenes, pues por más que estos se vean muy atraídos hacia la cultura occidental, el movimiento olímpico y los valores que inculca, los ayuda a apropiarse y no olvidar su cultura tradicional y ancestral indígena.
Manuel Garzón, de 17 años, uno de los jóvenes participantes del proyecto, dice que una de las cosas que más le gusta es contar con entrenadores para mejorar en sus deportes favoritos, como el vóleibol y el fútbol, eso sí, sin dejar de lado la bodoquera. “Me ha gustado que con el proyecto nos dan apoyo a la institución y a la comunidad para mejorar en temas deportivos y de competencia”.
Su amiga María Bernal, de 16 años, cuenta que este proyecto ha ampliado sus intereses y gustos: “antes, después de estudiar, me iba a hacer mis artesanías, lo cual me encanta. Pero ahora me gusta mucho ser la arquera de mi equipo. Ahora voy a los entrenamientos y después hago mis artesanías”.
Otro de los logros del proyecto ha sido incorporar a las niñas y adolescentes en deportes en los que antes no participaban, como el fútbol, más practicado entre hombres. Hoy sus familias las apoyan, las acompañan en los entrenamientos y cada vez más niñas y adolescentes participan en los mismos.
Fuente: ONU