La Universidad Católica del Norte consiguió producir cerca de la costa acelgas y tomates cherrys franqueando el obstáculo de la salinidad de este recurso.
Nutritivas y de buen sabor son las acelgas y tomates cherry que un equipo de ingenieras de la Universidad Católica del Norte (UCN) logró producir utilizando agua de mar sin desalar en el sector costero del desierto de Atacama, en la Región de Antofagasta, en el extremo norte de Chile.
El desarrollo corresponde a un proyecto pionero que puede revolucionar la producción de alimentos en el país, y transformar a esta alternativa en una nueva actividad productiva que irá en directo beneficio de los habitantes de caletas y zonas pobladas de la zona norte, donde no es fácil cultivar vegetales que, en su mayoría, deben ser traídos de otras regiones más templadas.
La particularidad del sistema es el empleo de agua de mar en forma directa, es decir, sin eliminar la sal que trae incorporado el vital elemento desde su origen oceánico. Este logro fue posible gracias a un desarrollo gestado por un equipo de ingenieras del Centro de Investigación Tecnológica del Agua en el Desierto (Ceitsaza) de la UCN, centro especializado en el manejo y búsqueda de soluciones a problemáticas relacionadas con los recursos hídricos.
La idea consistió en un estudio de la factibilidad técnica para cultivar acelga y tomate cherry con agua marina empleando riego por capilaridad. “El ascenso capilar es una propiedad de los líquidos. El agua comienza a ascender y las sales quedan retenidas en el sustrato”, señala Natalia Gutiérrez, Directora del proyecto, quien explica los principios básicos de la metodología utilizada para hacer crecer las hortalizas. Para realizar el estudio, se construyeron dos terrazas de cultivo para pruebas, con tres niveles de distintas alturas cada una.
Cada terraza incorporó un nivel freático de agua marina en sus bases.
“Elegimos las acelgas y los tomates cherry por su tolerancia a la salinidad, aunque un principio básico de este proyecto fue no regar directamente con agua de mar de manera superficial”, aclaró Gutiérrez.
El desarrollo del proyecto tuvo un costo total de unos 50.000 dólares, aportados por el Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y la UCN.
Los vegetales cosechados, además de un agradable sabor y textura, mostraron cantidades importantes de minerales beneficiosos para la salud, como potasio, calcio y hierro, entre otros, a lo que se sumaron altos niveles de fibra dietética y proteínas, principalmente en el caso de la acelga.
Otra de las singularidades del proyecto es la utilización de materiales accesibles, como plástico impermeable y concreto, los que tienen bajo costo y que son fáciles de conseguir e instalar por los potenciales usuarios de este tipo de tecnología.
El desarrollo de tecnologías, la generación de conocimientos y el aprovechamiento del potencial del agua de mar como fuente hídrica no convencional para uso agrícola, fue uno de los principales logros del proyecto.
Si bien el agua obtenida en forma directa del océano muestra un alto contenido de sales, lo que provoca estrés hídrico en las plantas, la posibilidad de utilizar este recurso en agricultura es cada día más factible.
Según explica la Gerenta de Negocios y Desarrollo Tecnológico del Ceitsaza, Yaneska Tapia Lineros, la idea es continuar y ampliar la producción de hortalizas y transferir estos conocimientos a los habitantes del lugar, para que tengan la posibilidad de evaluar el sistema y sumar otra alternativa productiva a sus tradicionales labores ligadas al océano. También se proyecta abrir el campo productivo a otras especies vegetales, como la quinoa o la albahaca, las que podrían tener buenos resultados en la zona.
Para el equipo del Ceitsaza, hacer crecer la agricultura en la línea de costa de la región es una posibilidad cierta que debe ser considerada en un territorio caracterizado por su extrema aridez (el Atacama es el desierto más árido del mundo). Si bien las ingenieras plantean que el regadío es uno de los grandes temas pendientes en Antofagasta, debido principalmente al estrés hídrico generado por las pocas fuentes de agua dulce existentes, el aumento constante de la demanda de alimentos y crecimiento de la población hacen indispensable abordar alternativas no convencionales.
Si bien el uso de agua de mar ya es utilizado en agricultura en países como España e Israel, en Chile su uso es aún muy limitado y está recién en fases de pruebas.
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