Otras 164 desaparecieron ante la inacción y las políticas colonialistas del Estado. El primer ministro Trudeau afirmó que “es vergonzoso e inaceptable”.
El Gobierno de Canadá reconoce que el Estado ha sido cómplice del asesinato planificado y llevado a cabo contra las comunidades indígenas del país, en especial contra las mujeres, provocando la muerte y la desaparición de más de 1.100 personas. Un comité de investigación nacional ha revelado esa responsabilidad en las últimas décadas que se ha materializado en políticas colonialistas y la inacción. El informe habla incluso de “genocidio” y, aunque afecta a todos los miembros de los grupos indígenas, las víctimas han sido especialmente las mujeres, niñas y miembros de la comunidad LGTBQI.
El primer ministro, Justin Trudeau, había prometido durante la campaña electoral investigar los hechos ante lo solicitado por los líderes indígenas y las organizaciones de derechos humanos. La población indígena del país representa el 4,6% del total del país. Se señala que en el país las mujeres indígenas tienen hasta 12 veces más probabilidades de ser víctimas de asesinatos y desapariciones. Entre 1980 y 2012, 1.017 mujeres indígenas fueron muertas y 164 desaparecieron. Esos números, sin embargo, podrían ser más elevados. “Es necesario un verdadero cambio de paradigma para deshacerse de este colonialismo dentro de la sociedad canadiense”, declaró Marion Buller, la jefa del comité, en la ceremonia oficial de entrega del informe. El documento contiene diversas recomendaciones para hacer frente a esta problemática. Por ejemplo, la designación de una suerte de Defensor del Pueblo que vele por los derechos indígenas, un mayor número de agentes de policía indígenas y proyectos más ambiciosos en apoyo a las víctimas. “Durante décadas, las mujeres y niñas canadienses indígenas han sufrido desapariciones y asesinatos. Nuestro sistema de justicia ha fracasado”, señaló Trudeau. “Por desgracia, no es un tema únicamente del pasado. Es vergonzoso y absolutamente inaceptable. Esto debe parar”.
El informe contiene 122 veces la palabra genocidio. Sin embargo, Trudeau no la pronunció una sola vez en su discurso. En junio de 2015, una comisión especial encargada de investigar los maltratos que sufrieron miles de niños indígenas en internados federales entre 1883 y 1996, catalogó como un genocidio cultural lo ocurrido en esos centros. Además de castigos físicos y agresiones sexuales, existió un esfuerzo sistemático para despojar a los menores de sus lenguas originarias y sus tradiciones culturales. Hay al respecto opiniones encontradas, en sectores indígenas se avala la idea de un genocidio, al tiempo que expertos y formadores de opinión tienen dudas, aunque se admite que las políticas del Gobierno federal han sido sumamente perjudiciales para los pueblos indígenas durante décadas.
El genocidio indígena se inicia con el arribo de las tres primeras carabelas al continente; valga como prueba el exterminio sistemático de la población de Haití, La codicia y la falta de reconocimiento de los habitantes autóctonos como semejantes son el disparador de esta verdadera cacería humana. En medio de estos contrastes se desarrollan acontecimientos dignos de “reconocimiento” y epifanías desbordantes de significación. El “reconocimiento” que hubieron hecho unos y otros gobiernos no ha detenido estas conductas, motorizadas por la avidez. La gran esperanza de América es la “reconocimiento” de la dignidad que le corresponde a cada pueblo y cada cultura; amen del “reconocimiento” de la conquista manus militaris del continente mediante los gravísimos atropellos que se cometieron y cometen contra estos pueblos, que reclaman reparación, como camino necesario para el encuentro y la paz. Las culturas ancestrales son una herramienta vital para un cambio de paradigma de la percepción que tenemos en cuanto al medio ambiente, la manera de relacionarnos e interactuar con este y con todos los pueblos.