Uno de los blancos, un centro que produciría armas químicas, fue inspeccionado por la OPAQ en noviembre y no relevó actividades prohibidas.
Cuanto más se analizan los datos del bombardeo contra Siria ordenado por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, como castigo por el supuesto uso de armas químicas en Douma, ciudad cercana a Damasco, aparecen incongruencias que confirman las grandes dudas sobre este episodio en sus múltiples facetas.
El martes de la semana pasada llegó a Douma la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), una emanación de la ONU, requerida para inspeccionar el sitio donde se habría realizado el ataque con cloro por parte del ejército del Gobierno de Siria. Dicha organización ha monitoreado la eliminación del arsenal químico sirio, dispuesta por el presidente Assad en 2013, luego de una acusación similar. Los Estados Unidos también supervisaron la destrucción de las armas químicas, que se llevó a cabo con la colaboración del gobierno de Italia y en su territorio.
En el marco de este operativo, la acción de la OPAQ siguió en estos años, con inspecciones periódicas.
Uno de los objetivos del bombardeo ordenado por Trump en la noche del 14 de abril es el centro Barzah de investigación y desarrollo que el general estadounidense, Kenneth McKenzie, jefe de estado mayor conjunto del Pentágono, ha indicado como el “corazón del programa sirio de armamento químico”, mostrando fotos satelitales de la estructura y señalando que más de ochenta misiles, de los aproximadamente 120 que fueron disparados, fueron destinados contra este blanco.
Sin embargo, y al respecto, no circula mucha información en los medios, el centro Barzah había sido inspeccionado el 22 de noviembre de 2017 por la OPAQ sin que se pudieran constatar actividades contrarias con las obligaciones que derivan de la Convención sobre Armas Químicas. El informe realizado por el director de la Organización, Ahmet Üzümcü, ha sido publicado hace poco más de un mes, el pasado 13 de marzo.
En el párrafo relativo a esta inspección se afirma, en inglés: “The analysis of samples taken during the inspections did not indicate the presence of scheduled chemicals in the samples, and the inspection team did not observe any activities inconsistent with obligations under the Convention during the second round of inspections at the Barzah and Jamrayah facilities”, escribe el director de la OPAQ.
Como en el caso del ataque contra una base aérea siria, los Estados Unidos vuelven a realizar un bombardeo que viola el derecho internacional (no hubo un acto hostil de Siria contra la superpotencia mundial) y la carta orgánica de la ONU. Pero, además, lanza una cortina de humo que oculta las verdaderas razones de este gesto, que pretende instalar sin pruebas ni evidencias que el gobierno sirio usa armas químicas. Lo que en nada beneficia los esfuerzos para pacificar ese país y poner fin a una masacre que ha provocado medio millón de muertos en siete años.