San Lorenzo clasificó a los cuartos de final de la Copa Sudamericana en la serie ante Temuco, que a pesar de haber ganado los dos encuentros padeció la pena que le aplicó la Conmebol por la mala inclusión de un jugador.
Está claro que existe una rivalidad entre Argentina y Chile. A lo largo de las últimas décadas se han dado diferentes duelos deportivos que no tuvieron final feliz. Y aquí no nos referimos al resultado a favor de uno u otro, sino a los desenlaces violentos.
En la memoria de muchos están aquellos incidentes en la semifinal de la Copa Libertadores de 1991 entre Colo Colo y Boca. También las agresiones sufridas por el equipo argentino de Copa Davis en el año 2000.
Mucho más reciente, están las cargadas por la obtención por parte de la Selección de fútbol chilena de las históricas dos Copas Américas frente a la Argentina, y la posterior devolución de bromas desde este lado de la Cordillera cuando los trasandinos no clasificaron al Mundial. Todo esto, alimentado por un periodismo, tanto argentino como chileno, que no mide las consecuencias de fogonear sobre las diferencias y rivalidad, en lugar de hacer foco en que sólo se trata de eventos deportivos.
Tanta “pica”, como se dice en el barrio, ayer volvió a desmadrarse. San Lorenzo, que había caído ante Temuco por 2 a 1 como local en el partido de ida de los octavos de final de la Copa Sudamericana, llegaba a Chile con una diferencia de 3 goles a 0, debido a la sanción que días antes le había aplicado la Conmebol al conjunto chileno por haber incluido erróneamente a un jugador en aquel primer partido. Esta situación adversa provocó malestar en la parcialidad chilena que, según los jugadores de San Lorenzo, fue hostil antes y durante el partido de vuelta.
Como en el primer encuentro, Temuco fue superior y mereció mucho más que el escaso 1 a 0, que terminó decretando el pasaje de los argentinos a cuartos de final. ¿Cuál fue el desenlace? Agresiones al salir del campo de juego y declaraciones cruzadas en la conferencia de prensa, entre el técnico Claudio Biaggio, el arquero Nicolás Navarro y los periodistas chilenos.
Un nuevo hecho que invita a la reflexión. La rivalidad es necesaria en el deporte. Pero no debe pasar de una sana competitividad. Tanto a deportistas, dirigentes, público o periodistas, argentinos o chilenos, nos cuesta mucho entenderlo.