Los comicios electorales del domingo 14 de septiembre tienen infinidad de lecturas. Nos ocuparemos de un costado poco comentado: las vivencias de alguna autoridad de mesa.
Mientras agosto llegaba a su fin, un cronista recibía buenas nuevas. Primero fue un mensaje que arribó a su telefonito, donde se le notificaba que desde fines de agosto se retornaba a la presencialidad en su trabajo. Esto ya era un cambio hiperpositivo. A los dos días, le entregaron un telegrama del Correo Argentino con la correspondiente designación como autoridad de mesa para ambos comicios, las PASO y las elecciones generales. De este modo, se preparó para recibir septiembre con un mes de cambios: de edad, de rutina laboral, y con cierto nerviosismo, acerca ya no de los resultados electorales, sino de cómo transcurriría el comicio en su mesa.
El joven se fue preparando mentalmente para la ocasión, atento a los avisos que recibía sobre las inminentes elecciones, al material que publicó la justicia electoral de CABA vía web, y se fue adentrando en la capacitación y demás. No se preguntaba demasiado, acerca de los motivos que habrían colaborado para que el destino lo incluyese en ese rol, sino que tomaba el desafío, como una oportunidad.
Desde el lunes 6 de septiembre fue elaborando una lista de herramientas que podrían resultarle útiles: un par de biromes, marcadores, unas diez hojas en blanco, barbijos x3, anteojos x2, etc. La lista era dinámica: anotaba, y luego revisaba para tachar, o agregar algún elemento. Todo debía entrar en una mochila pequeña, sin pesar más de dos kilos.
Entre el jueves y el sábado se ocupó de ver el video de capacitación de las autoridades de mesa, y resumirlo, para luego completar el examen correspondiente. El sábado se abocó a otro material de https://capacitacionelectoral2021.pjn.gov.ar/, donde se detallaba el paso a paso, según los momentos cronológicos del comicio.
Preparó su vestimenta y útiles para el gran domingo 12 de septiembre, ya que debía presentarse a las 7 de la mañana en la facultad de ingeniería de Las Heras 2214, cercana a su domicilio. Estaba “tranquilo”, porque ya había hecho gran parte de su tarea, y sería “suplente”, eso lo calmaba, y a la vez lo inquietaba. Al arribar a esa hora, el comando electoral fue recibiendo a las personas en el establecimiento, y tomaban nota de cada autoridad y su número de mesa. Respiró un tanto más tranquilo, cuando divisó a otra persona que tenía su mismo número de mesa. ¡Ya serían dos!
Al presentarse mutuamente, el otro suplente, explicó que este sería su primer acto como autoridad de mesa, invitando al cronista a ejercer como presidente. Recibieron la urna, los materiales, y se fueron al primer piso, rumbo a la mesa N° 698.
Luego vendría la tarea de constatar los materiales, las boletas, las boletas modelo, actas varias, y una infinidad de etcéteras. Tenían todo, y había que proceder al armado de la urna, la constatación de las boletas, el armado del cuarto oscuro, distribuir los padrones. Eran las 7:45, el tiempo corría.
En ese ínterin se presentaron dos fiscales que acompañarían a la mesa. ¡Bravo, otros dos! Los rezos del cronista para que la fraternidad se hiciera presente, no se hicieron esperar. Gerardo, la otra autoridad ya había dado muestras de ello. Ahora se sumaban Gabriela y Martín, dos jóvenes de listas opositoras, que fueron esenciales a la hora de agilizar la disposición del cuarto oscuro.
A las 8:20 se labró el acta de apertura de la mesa en cuestión, y le advirtieron al cronista devenido presidente: ¡Che, tenés que votar primero! El ciudadano cronista cantó su número de DNI, lo colocó en la bandejita plástica destinada a tal efecto, fue constatado por el resto de la mesa, y pasó con su sobre firmado al cuarto oscuro. Recién allí reparó en un detalle no menor: esa aula a la que estaba ingresando, era la misma donde unas décadas atrás, había pisado por vez primera la universidad: el aula 108, donde cursara el ingreso conjuntamente con su último año de bachillerato, Introducción a la filosofía. se sintió como con cuarenta años menos. Salió del oscuro recinto, sobre en mano, fortalecido, rejuvenecido, y presto a sufragar. Presintió que los signos eran positivos. No se equivocó. Allí corroboró al asentar su voto en el padrón, acerca de lo útil que resultaría la plancha de corte y la trincheta que por algún motivo ignoto, hubo de incluir en su kit.
El sincrodestínico encuentro con el aula 108 permitió ejercer la filosofía estudiada en tiempos del bachillerato, y a lo largo de la vida misma.
Conforme al avance de la jornada se percibió cierto swing en los votantes, más cuando salían del cuarto oscuro. Luego comprendimos que esto se debió a la prolongada actuación de The Hot Piñaters, en plena plaza Emilio Mitre. Por eso al ingresar al recinto de votación, se percibía el sonido de un clarinete .
Los respectivos fiscales controlaban no sólo el flujo de las boletas de sus agrupaciones, sino las de todos los partidos. Sugerían reponer boletas de otras listas, participaron activamente en la constatación de los documentos, colaboraron en la prioridad de votantes, y ni que hablar a la hora del cierre del escrutinio, con el recuento de votantes, los sobres, y luego la apertura de los mismos. En ese momento, el cronista presidente valoró inmensamente su afición al álgebra, y confesó a Ciudad Nueva: ”Esa rama de la matemática cultivada por los árabes, fue, es y será esencial. La precisión en el conteo fue proverbial: una vez que nos organizamos, y separamos las boletas, luego del conteo, la suma dio redonda 230, que fue la cantidad de votantes que pasaron por la bendita mesa 698, la del aula 108”.
Nótese la presencia de la plancha de corte, sobre la cual descansa el acta. La fuente consultada celebró el hecho que el 80% de los sobres no estuviesen cerrados, sino plegados, factor muy celebrado a la hora del conteo.
Siendo las 20:20 labraron el acta de escrutinio, las copias para los fiscales, confeccionaron el telegrama, y fajaron la urna. Se despidieron con la firme esperanza de reencontrarse el domingo 14 de noviembre en esa misma mesa. Más que una carga pública, fue una enriquecedora experiencia cívica.