Amor a la patria

Amor a la patria

El autor nos invita a pensar sobre nuestros esfuerzos para trabajar por el futuro del país.

Es 13 de agosto de 2019. Luego de las elecciones PASO, el dólar vuelve a subir, pasando en el lapso de 24 horas de $ 46 a $ 60. Uno de mis hijos, preocupado, me pregunta: “Papá, ¿qué hacemos en Argentina? ¿Por qué no nos vamos a un país mejor?”. Fin de la escena.

Un mes después de este episodio, cuando me llamaron de la redacción de Ciudad Nueva para invitarme a escribir un artículo sobre “la política del futuro”, me vino a la mente la pregunta que me había hecho mi hijo aquel día… y me quedé pensando, tratando de entender qué asociación inconsciente había realizado entre ambas situaciones. Buceando en mis sentimientos, descubrí el motivo.

Cuando me pregunto sobre el futuro de Argentina, la verdad es que lo primero que pienso es que nuestro país, como el protagonista de un libro de la línea “Elige tu propia aventura”, se encuentra frente a dos alternativas: en una hay futuro, en la otra, no. Y no me estoy refiriendo a las elecciones presidenciales de este año, sino a cuestiones mucho más profundas de nuestra sociedad.

Y es que somos un caso serio. Por citar solo un dato económico, en 1920 la Argentina tenía el puesto N° 6 a nivel mundial en ingreso/riqueza por persona; hoy estamos aproximadamente en el N° 73 del ranking. ¿A alguien se le ocurre que, a este ritmo pueda haber un futuro? Y vuelvo a aclarar, para que no queden dudas: lo que estoy diciendo no hace referencia a un gobierno o partido político en particular, sino a todo lo sucedido durante el último siglo.

En ese sentido, ante un nuevo episodio de inestabilidad económica, la pregunta de mi hijo era de una lógica y un sentido común implacables. Pero también delataba uno de los motivos por los cuales estamos como estamos: el hedonismo, la búsqueda del placer como fin y fundamento de la vida, tan propio de nuestra época, que conduce entre muchos problemas a la falta de amor a la patria. Así como un bebé no puede sobrevivir o crecer sano sin amor, traducido en actos concretos como son el abrigo, la alimentación, el cuidado de la salud, el juego y las caricias, un país tampoco puede salir adelante sin el amor a la patria expresado en cuestiones concretas. Y una de ellas es la capacidad de sufrir y de perseverar por el país. Ahora bien, si la búsqueda del placer es el principal objetivo de mi vida, evidentemente va a ser muy difícil que sea un buen padre, porque los hijos son fuente de alegría y felicidad pero también de esfuerzos, estrés y renuncias: noches de poco descanso, fines de semana de “paseo” en la guardia del hospital o clínica, y tantas otras cosas. De la misma manera, ¿de dónde puede nacer la motivación de defender a la patria en caso de guerra, de ser honesto con el dinero público, de restarle tiempo al descanso, a la familia o al trabajo para dedicarse a la política, si solo nos guiamos por lo que nos resulta mas cómodo? ¡Es imposible! Y, en ese sentido, vivir en Argentina y levantarse todos los días eligiendo nuevamente trabajar por hacer un país mejor, no es fácil. Por supuesto, muchas veces nos puede asaltar la tentación de decir “largo todo, me tramito la ciudadanía española o italiana aprovechando a mi abuelo o abuela, ¡y desaparezco!”. No quiero decir que todo el que se vaya del país está haciendo algo malo: a veces no hay opciones, o realmente nuestras fuerzas no dan para más. Pero lo que sí sé, es que quedarse acá, optando cada día, en forma consciente, por seguir aportando nuestro esfuerzo, nuestra honestidad, para tratar de hacer a esta Argentina un poco mejor, es sacrificado, es valioso, es entregado.

Siempre será más incomodo, más difícil, poner límites a nuestros hijos y que se enojen, que no ponerlos; hacer nuestro trabajo a conciencia, que hacerlo “para zafar”; poner el despertador más temprano para llegar a horario a nuestros compromisos, que dormir un rato más y después decir “no sabés qué lío el tránsito”; elegir el camino de tomar un compromiso político o ciudadano con el país y sostenerlo en el tiempo, que dedicarme solamente a mi familia y mi trabajo, y que lo que suceda con el resto me importe un bledo. Podemos optar por esto último, pero debemos tener bien en claro que, por ese camino, ninguna sociedad tiene futuro.

En este sentido, creo que tenemos que estar alertas, porque a veces podemos engañarnos a nosotros mismos acerca de nuestras opciones. Podemos creer que somos altruistas cuando en realidad nuestra conducta es egoísta. Podemos creernos preocupados por el país, y estar en realidad ocupados solamente en salir adelante nosotros. Y como muchas veces nuestros hijos son nuestro mayor tesoro, creo que una buena forma de saber dónde tenemos realmente el corazón es observar qué deseamos para nuestros hijos, o qué clase de consejos les damos. Por ese motivo, convencido de que en nuestros próceres podemos encontrar una fuente inagotable de inspiración, comparto con ustedes una pequeño fragmento de una carta que Ambrosio Mitre le escribe en 1839 a su hijo Bartolomé Mitre. El futuro presidente argentino tenía en ese entonces tan solo 18 años, había seguido la carrera militar como su padre y estaba a punto de entrar en combate en los campos de Cagancha (Uruguay). Pocos días antes de la batalla, Ambrosio le escribió a Bartolomé:

“Te considero en los momentos de una próxima batalla, que va a decidir los destinos de la patria. Espero que sabrás llenar tu deber. Si mueres, habrás llenado los míos, pero cuida de que no te hieran por la espalda. Después de perderte (lo que puede suceder, y para lo que estoy preparado) consolará el resto de mi vida la memoria honrosa que me legues. Adiós, mi querido hijo; tú eres mi última esperanza…”.

Ojalá que seamos muchos los que podamos dar a nuestros hijos consejos tan inflamados de entrega y amor a la patria como el de don Ambrosio. En ese caso, Argentina tendrá futuro.

* Licenciado en Ciencias Políticas, con más de 13 años de experiencia en la gestión pública. Contacto: facundo.durand@gmail.com

Artículo fue publicado en la edición Nº 614 de la revista Ciudad Nueva.

  1. ¿Cómo era la distribución de la riqueza en 1920?¿Por qué 1920 por qué no 1955?

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  2. Me alegro mucho que alguien piense con sentido común y puede darle un consejo al hijo. No es irse del país y se terminó sólo es poner un argumento e ideas positivas para que Argentina vuelva a reflotar y Ser un país industrial y con personas capacitadas para llevar a Cabo Este Proyecto

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