Falleció Juan Carlos Tedesco, ex ministro de Educación de la Argentina.
Entre sus títulos figuran el de maestro de escuela, licenciado en Ciencias de la Educación, Dr. Honoris Causa por la UNSAM y la Università de la Girona en Italia. Juan Carlos fue crítico sobre la formación que le damos a nuestros jóvenes en la escuela argentina.
Promovía la mirada sobre el contexto, aludía a la pérdida de la escuela como factor de socialización, marcaba el desfasaje entre los procesos de socialización y la enseñanza, porque la acción escolar compite en forma muy desigual con otras agencias.
En un reportaje del ciclo Conversaciones en La Nación, en septiembre pasado, se preguntaba por la televisión basura de la Argentina, y sus fuentes de financiamiento. “No es en la escuela donde los chicos aprenden la violencia, puede ser que no sepamos cómo evitarla, cómo prevenirla, cómo antciparla”.
Un promotor de la lecto-escritura, porque de los fracasos en esta área estamos mas propensos en la sociedad a la utilización de la violencia para imponer nuestras ideas, justamente por no ser propensos al diálogo. Pero para dialogar necesitamos claridad en la escucha, en nuestras ideas, en nuestro razonamiento, y en nuestro modo de expresarnos.
Esta es una mirada a vuelo de pájaro del estilo socrático que cultivaba Juan Carlos para con su auditorio. Simple, filosófico, parecía que uno lo escuchaba, mientras dábamos la vuelta a la manzana.
Jamás enrostraba sus títulos o pergaminos. Un maestro que contagiaba las ganas de razonar, de leer y de vincular lo técnico con la realidad circundante. Alguien que al escribir tenía especial cuidado en sus palabras, y leerlo amén del contenido, siempre es un placer por sus citas. Un modo de mantenerse actualizado sobre ciertas tendencias y autores provenientes de campos muy diversos.
Aplicó su conocimiento amplio de instituciones varias, en su paso por el gobierno, y supo ser un cultor de la Ley de Financiamiento Educativo, logrando consenso entre sectores diversos. Un estratega, que acudía a las cuestiones que proponía desde la teoría. Un hombre coherente.
Fanático de Piazzolla, y futbolísticamente, para estar a tono con su profesión, era académico, dentro y fuera de la cancha.
Un ser que contagiaba la pasión por leer y aprender de por vida, se nos fue en un lunes lluvioso y tristón, como el del pasado 8 de mayo …