
¿Qué es la oración?
“Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría”, afirma santa Teresa del Niño Jesús.
Francisco abordó este tema en la catequesis del miércoles 2 de junio, centrando su meditación en el tema “Jesús, modelo y alma de toda oración“.
La oración en los Evangelios
Los cuatro Evangelistas muestran cuán fundamental era la oración en la relación de Jesús con sus discípulos, como cuando elige a aquellos que luego se convertirían en sus apóstoles. Lucas narra: «Sucedió que por aquellos días se fue a una montaña, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles» (Lc 6,12-13).
Este pasaje es conocido como Los Doce, relatado también en (Mt 10, 1-4; Mc 3, 13-19).
La oración como forma de diálogo
Jesús los elige después de una noche de oración.
Parece que no hay otro criterio en esta elección si no es la oración, el diálogo por excelencia de Jesús con el Padre. La oración en favor de sus amigos reaparece continuamente en la vida de Jesús. A veces los apóstoles se convierten en motivo de preocupación para Él, pero Jesús, así como los recibió del Padre, después de la oración, así los lleva en su corazón, incluso en sus errores, y más aún en sus caídas.
El punto culminante de esta paciente espera es la “tela” de amor que Jesús teje en torno a Pedro. En la Última Cena le dice: «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos» (Lc 22,31-32).
Impacta ver cómo aún en las malas, el amor de Jesús no cesa, sino que se hace más intenso, y la humanidad es el centro de su oración.
La oración como herramienta cotidiana
Esta audiencia nos invita a rezar más intensamente a lo largo de nuestros días, como un hábito que nos invita a estar en nuestro eje, ayudándonos a cultivar la paciencia, adquirir valor y sabiduría.
Fuentes: Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscrit C, 25r: Manuscrists autohiographiques [Paris 1992] p. 389-390
https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2021/06/02/audin.html