El rol de los Focolares – ¿Cómo se expresa la vocación y misión de los laicos en el seno de la Iglesia católica?
Es una pregunta que se reitera desde los años del Concilio Vaticano II, en cuyos documentos, en particular en la constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium (La luz de los pueblos)1 y en la constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes (Los gozos y las esperanzas), se dice –y mucho– sobre la vocación de los cristianos laicos en la edificación de la Iglesia y en el servicio a la construcción del mundo en todos sus ámbitos desde los aspectos espirituales, sociales y culturales.
El hecho de que la pregunta esté vigente y que no encuentre todavía una respuesta acabada, a pesar del camino transitado expresa, por un lado, su profundidad y por otro, refleja la necesidad de cada vocación e identidad de redefinirse a la luz de la realidad del momento y en relación con el resto de las identidades que componen el pueblo de Dios: por ejemplo, el clero y la vida consagrada.
En las últimas décadas, además de las parroquias y de todas las formas de pastoral ambiental, los movimientos eclesiales han dado un aporte a la comprensión de la vocación y de la misión del laicado. Los miembros de muchos de estos movimientos son en su mayoría laicos.
Es el caso del Movimiento de los Focolares. Un movimiento eclesial donde encuentran sus lugar todas las vocaciones del pueblo de Dios: clero, consagrados y laicos, pero en el que los laicos tienen claramente un espacio específico de compromiso y de realización vocacional.
Los Focolares nacieron, significativamente, de un grupo de chicas y desde sus comienzos se vieron comprometidos en primera línea en procesos de transformación social. Chiara Lubich quería –tal vez ingenuamente, pero con una dedicación admirable– “resolver” la cuestión social en su ciudad, Trento. Uno de sus lemas en los años cuarenta, en el inmediato postguerra, era: “En la mesa: una focolarina, un pobre, una focolarina, un pobre”. De esa semilla de exigencia social nacieron todos los proyectos que hoy buscan construir la unidad en el mundo –carisma específico del Movimiento– a través de la promoción de los más pobres, de la comunión de los bienes entre quienes tienen y quienes no tienen. Un proceso que fue creciendo hasta llegar al proyecto de Economía de Comunión que involucra trabajadores, empresarios, académicos y aquellos que tienen efectiva necesidad de recursos culturales y económicos para satisfacer sus necesidades básicas y construirse un futuro mejor.
Recientemente el papa Francisco saludó a los miembros del Movimiento Político por la Unidad (MPPU) por su 25º aniversario. El MPPU nació de la conciencia del Movimiento y de la idealidad de Chiara que siempre reconocieron en la dimensión política la clave para resolver la cuestión de inequidad social y cultural. Como solía definirla Chiara, la política es el “amor de los amores”. Si por amor entendemos “servicio”, la política es el servicio que permite el desarrollo integral de individuos y comunidades.
Como vemos, política y economía, dos de las áreas centrales para la transformación de la realidad y dos de los campos de acción más claramente vinculados con la vocación y el compromiso de los cristianos laicos. Y podríamos seguir enumerando todas las iniciativas que a nivel social y cultural nacieron de los Focolares en todo el mundo. Siempre y sistemáticamente, en la mayoría de los casos, tuvieron a laicos –en particular a mujeres– como protagonistas.
En efecto, como indica muy bien Lumen Gentium: “El carácter secular es proprio y peculiar de los laicos… A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y ocupaciones del mundo…2. Porque “es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar”3. En esta tarea tienen un papel preeminente los cristianos laicos. El carisma de los Focolares, don del Espíritu para este tiempo, más allá de las personas que pudieron y supieron encarnarlo, siempre tuvo claros estos cometidos.
Así lo demuestra la última Asamblea General de la Obra de María4 que se celebró online desde el 24 de enero al 7 de febrero de 2021. Un documento final recoge la reflexión y la experiencia de esos días. Lleva un título atinente a los comentarios precedentes: “La valentía de abrazar el mundo: escuchando el grito de la humanidad, de la creación y de las nuevas generaciones”. Se trata de un “mapa de navegación” en los próximos seis años para todos los miembros y adherentes al Movimiento de los Focolares.
En este tiempo de pandemia, la Asamblea de los Focolares concentró su reflexión sobre el mundo de hoy, partiendo de la realidad de los más pobres y excluidos que, desgraciadamente, han aumentado de manera exponencial en estos últimos meses. Es a ellos que pretende dirigirse la acción del Movimiento, sabiendo que el camino hacia el “que todos sean uno” transita por “escrutar los signos de la presencia de Dios en los acontecimientos que estamos viviendo en la humanidad, en sus tribulaciones…”5 y por “dejarnos cuestionar por la realidad para amarla”6.
Por este motivo, la Asamblea General propone a los miembros del Movimiento sumergirse “en el Carisma y en su luz escuchando a Dios que nos habla en el grito de la humanidad, en el grito del planeta y en el grito de las nuevas generaciones”7. La cuestión ecológica y la realidad los jóvenes fueron las otras dos importantes perspectivas que animaron toda la reflexión asamblear que concluyó con tres puntos para profundizar y actuar en estos seis años: “Salir para hacernos prójimos”, “juntos para actuar” y “preparados para el ‘Que todos sean uno’”8. Con una mirada contemplativa, enraizada en Dios y en la acción de su Espíritu, es necesario salir de nosotros mismospara encontrara los demás y hacerles experimentar nuestra proximidad. Es imprescindible hacerlo “juntos”, en comunidad, sinodalmente, con los adecuados procesos de discernimiento comunitario. Por último, todas las inversiones de tiempo y esfuerzos en procesos formativos y en proyectos culturales deben proveernos de los instrumentos adecuados para ir con decisión a la realización del que “Que todos sean uno”, sueño de Jesús y también de Chiara y del Movimiento. La construcción de la unidad implica transitar un camino de diálogo, de amplio alcance, con todos. Como dice el mismo documento: un diálogo “a 360 grados”.
El de los Focolares es un camino concreto en el que los laicos hoy podemos realizar nuestra vocación y vivir nuestra misión.
* Consejero por el aspecto de estudio y sabiduría en el Centro Internacional del Movimiento de los Focolares.
1. Constitución dogmática Lumen Gentium, números 30 a 38, 21 de noviembre de 1964.
2. LG 31.
3. GS 3.
4. Nombre oficial ante la Santa Sede del Movimiento de los Focolares.
5. Documento final de la Asamblea General de la Obra de Maria: El valor de abrazar el mundo. N° 3.
6. Ibidem N° 7.
7. Ibidem.
8. Cf. Jn 17, 21.
Artículo publicado en la edición Nº 631 de la revista Ciudad Nueva.