
El ex presidente obtuvo el 36,6%, el candidato oficialista Alejandro Guiller llega al 22,7% y más a la izquierda se afirma el Frente Amplio, con el 20,2%.
La derecha chilena tuvo su victoria este domingo, a través del ex presidente Sebastián Piñera. Pero no solo deberá disputar la segunda vuelta, sino que tampoco fue el triunfo esperado. Chile Vamos, la coalición de Piñera, obtuvo el 36,6% de los votos, 14 punto por encima de Alejandro Guiller, candidato del oficialismo de centro izquierda, Fuerza de la Mayoría, mientras que más a la izquierda irrumpe el Frente Amplio, cuya candidata, la periodista Beatriz Sánchez casi pasa a segunda vuelta al rozar el 21% de las preferencias.
En 2009, cuando llegó a La Moneda, Piñera consiguió 8 puntos más. Y si bien podrá contar con los votos de otro candidato de la derecha, José Antonio Kast, quien prefirió el camino en solitario, y algo de apoyos desde la debilitada Democracia Cristiana que más se resiste a cohabitar con la izquierda, se le hace tremendamente cuesta arriba el objetivo de un segundo mandato. Es todo lo contrario del camino alfombrado vaticinado por la mayoría de medios de comunicación, que simpatiza con la derecha y el enfoque neoliberal de la economía del país y que llegó a pronosticar hasta una victoria en primera instancia. Los sondeos indicaban que el Frente Amplio se ubicaba en un lejano 8-10%, y daban a Piñera hasta un cómodo 45%. El error fue mayúsculo.
Por cierto, del lado del centro y la izquierda las cosas no venían bien. La Democracia Cristiana, liderada por Carolina Goic, también intentó un camino en solitario por fuera de la coalición oficialista, cosechando un pésimo resultado y quedando escorada en un 5,5%. Las divisiones en la ex Nueva Mayoría, que desde la DC llegaba hasta las organizaciones comunistas (una novedad), fueron disolviendo esta coalición, dentro de la cual emergieron fuerzas vinculadas a la sociedad civil deseosas de una renovación de líderes y de conducir una lucha frontal a las grandes desigualdades que acosan el país. Alejandro Guiller, si bien disputará la segunda vuelta en representación de todo este sector, no logró seducir con un discurso continuista respecto del actual gobierno, pero sin fascinar a los electores que se sienten distanciados de la política: apenas el 47% de los chilenos habilitados a votar concurrió a las urnas y, los que no votaron no parecen ser sectores dispuestos a votar por la derecha. La poca concurrencia, una vez más, ha favorecido a Piñera.
Beatriz Sánchez y el Frente Amplio aportan una novedad en el escenario político, donde los partidos tradicionales llegan a su techo y se encuentran incómodos ante la necesidad de proponer algo nuevo para superar las agudas desigualdades del país. Muy a menudo, se trata de propuestas radicalizadas, poco atentas a la realidad y con cierta dosis de voluntarismo. Sin embargo, abogan por un sistema político más transparente, sensible a la diversidad de género y más atento a las demandas de la población. Midiendo los ingresos, el 20% más rico del país se reparte el 72% de la riqueza, al tiempo que el 20% más pobre dispone de una riqueza nula o negativa (es decir, tiene deudas). A su vez, la mitad de los asalariados gana un tercio de lo que una familia de cuatro personas necesita para vivir. Los salarios bajos y un empresariado paternalista y son una de las problemáticas que llega a traducirse en una dolorosa segmentación social, en la que no hay ámbitos de la vida civil en el que haya contactos entre sectores tan diferentes entre sí.
¿Será suficiente el objetivo de cerrar el paso a un posible gobierno de Piñera para volver a agregar los votos en la centro izquierda? La aritmética dice que sí, pero en política dos más dos a veces da cuatro, puede dar cinco y otras veces da tres. Para ello se necesita un acuerdo claro que permita formular un gobierno de consenso en un espectro político que no ha demostrado saber convivir con las diferencias y además perseguir los cambios sociales impulsados durante el gobierno de Michelle Bachelet, que en varios casos se han quedado a mitad de camino.
Se abre un compás de espera de un mes, en el que es de esperar un vuelco hacia el centro del discurso de Piñera, bastante adicto al uso de verdades parciales en su discurso, y en el que habrá que mejorar la participación de un gran sector de la población que observa desinteresada el evolucionar de la política. En 2013, en primera vuelta votó el 52% y en segunda vuelta se bajó a un 48%. ¿Se podrá conseguir lo contrario?