Es la quinta más contaminada del mundo, hasta en los recién nacidos se ha registrado alarmantes niveles del metal.
La ciudad Oroya, en Perú, se ubica en la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes, un territorio rico en minerales, 176 kilómetros al noroeste de Lima. Es conocida como la capital metalúrgica de Sudamérica, pero también como la ciudad de plomo. La magnitud del escándalo ambiental obligó a cerrar el complejo metalúrgico. La contaminación se elevó hasta el punto que incluso los recién nacidos tenían niveles insospechables de plomo en la sangre.
Los peligrosos niveles de contaminación que ponen en peligro la salud de sus habitantes son 6/7 veces los mínimos tolerables por el organismo humano. Se han registrado niveles de metales tóxicos de hasta 60,70 microgramos por decilitro de sangre, lo que puede provocar varias enfermedades. Es la razón por la cual Oroya ha sido considerada como la quinta ciudad más contaminada del planeta.
Entre los metales relevados en el cuerpo de los pobladores figura el plomo, cuya presencia en el organismo puede afectar el corazón, el cerebro, los riñones y se manifiesta con alteraciones en el sistema nervioso central, anemia, cáncer, leucemia. Los niños, son los más perjudicados. Los estudios realizados indican que el 90% de los niños de una muestra representativa de la población tenían niveles de plomo en sangre por encima de lo que recomienda el Organización Mundial de Salud.
Organizaciones de la sociedad civil han denunciado la responsabilidad de la empresa Doe Run, propietaria hasta el año 2009 del complejo metalúrgico de La Oroya, las demandas son 3 mil.
Una nueva estrategia de salud ambiental ha contribuido también a disminuir la peligrosa contaminación y se llevan a cabo campañas de salud para evitar los efectos perjudiciales, pero en zonas vecinas a este complejo metalúrgico la minería irresponsable sigue contaminando y se señalan más y recientes casos de niños de plomo. Los pobladores de otras ciudades mineras de las regiones Junín y Cerro de Pasco han realizado manifestaciones en Lima para denunciar la contaminación de las aguas de sus ríos, lagos y medio ambiente.
Los médicos y expertos han comprobado en el caso de La Oroya que, aunque la industria metalúrgica está inactiva, los niveles de plomo en la sangre de la población, especialmente en los niños, siguen siendo elevados, pues la contaminación permanece en la zona.