Atentado en Londres: la lógica que no cierra

Atentado en Londres: la lógica que no cierra

Un nuevo ataque violento en la capital del Reino Unido. Se podrán extremar las medidas de seguridad pero si Occidente no revé su esquema de relaciones internacionales los efectos serán escasos.

Reivindicar un atentado es simple. El Isis intentó hacerlo incluso con el episodio de Manila, la semana pasada, en el que un atacante perturbado provocó decenas de muertos al prender el fuego las mesas de juego de un casino. La policía local descartó el terrorismo en el móvil del episodio. Otra cosa es el doble ataque que el sábado pasado provocó 7 muertos y decenas de heridos. Primero una furgoneta se lanzó contra los paseantes, luego tres individuos atacaron a cuchilladas a varias personas, antes de ser abatidos a tiros por la policía.

Lo hemos repetido muchas veces: no es complicado armar mentes débiles alimentadas por teorías radicalizadas y por el resentimiento social de un sistema de integración, el británico, que ha fracasado.

Sin embargo, la reacción sigue siendo poco racional. Para la primer ministro del Reino Unido, Theresa May, se es demasiado tolerantes con el terrorismo.

Pocas horas antes, en Cardif se celebraba la final de la Champions Legue, entre Real Madrid y Juventus. El conjunto español exhibía una camiseta con el sponsor de los Emiratos Árabes. Es uno de los países que con Qatar y Arabia Saudita auspicia la difusión de un radicalismo pseudo religioso que alimenta luego grupos que van desde el Isis, a Al Qaeda a Al Nusra y otras siglas de combatientes yihadistas. Mezquitas y centros sociales reclutan de este modo quienes han quedado afuera del modelo social de integración aplicado en Francia, Reino Unido, Alemania y en Europa en general. Cientos de miles de millones de dólares han sido invertidos en estos años para difundir esta prédica violenta cuyos efectos son visibles en Siria, Iraq, Libia y demás zonas donde actúa este radicalismo pseudoreligioso.

Theresa May debería haber dicho que se es demasiado tolerantes con el capitalismo salvaje. El que levanta barreras para evitar que desde las zonas empobrecidas por la falta de desarrollo y los conflictos lleguen aquellos que buscan refugio de la violencia. El que hace negocios con quienes luego difunden la violencia. Y hasta que no se reconozca esta incoherencia, estaremos esperando el próximo fanático, o desequilibrado, que se transformará en un atacante creyendo que la tolerancia consiste en no haber aplicado protocolos de seguridad cada vez más estrictos.

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