Dio luz verde para que el proyecto de enmienda constitucional votado por el Senado en modo fraudulento sea analizado por las comisiones asesoras y, la semana que viene, por el pleno.
Un mínimo de apego a la ley habría hecho pronosticar que la propuesta de enmienda constitucional votada en modo fraudulento por el Senado fuera devuelta a sus colegas por la Cámara de Diputados de Paraguay.
Sin embargo, 44 votos provenientes de las filas oficialistas que responden al presidente Horacio Cartes (38), y 6 opositores (5 del partido liberal y 1 del Frente Guasu) apoyaron dar continuidad al trámite y girarlo a las comisiones asesoras para que dictaminen y el próximo miércoles sea tratado por el pleno.
A esta altura, los argumentos de los diputados dispuestos a estudiar un proyecto votado en secreto por 25 senadores, fuera del recinto del senado, en ausencia de sus otros 20 colegas, que instituye un mecanismo de enmienda constitucional no previsto por la carta magna para instituir la reelección presidencial, son totalmente secundarios: pretenden justificar lo injustificable y solo siguen las directivas de los líderes interesados en la reelección y no en lo que dicta la constitución, como ya hemos ilustrado más de una vez.
No obstante Cartes haya anunciado que no se volverá a presentar en las próximas elecciones –habrá que ver si cumplirá con su compromiso–, el tema de fondo es otro, pues ante una violación tan patente de la institucionalidad de la República, ésta sigue en peligro, expuesta a la voluntad de una mayoría circunstancial.
En la sesión hubo de todo, desde legisladores que se habían comprometido ante sus correligionarios a oponerse al proyecto y que luego votaron a favor, a otros que negaron la facultad del presidente del cuerpo de rechazar el proyecto, otros que dieron su voto motivando que no podían ser “jueces” de los senadores. Es llamativo que el presidente Cartes, quien formalmente apoya el proceso de diálogo para recuperar la institucionalidad gravemente herida, como líder del oficialismo haya permitido que sus diputados voten a favor del proyecto. Dice claramente dónde se ha posicionado el mandatario.
También llama la atención que Brasil y Argentina, tan atentos –y con razón– con lo que acontece en Venezuela, socio del Mercosur, mantengan hasta el momento un preocupante silencio. La institucionalidad y el orden democrático no deberían nunca depender de las sintonías ideológicas.
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