El secreto del Abbé Pierre

El secreto del Abbé Pierre

Han pasado diez años desde que este religioso comenzó sus “grandes vacaciones”, como él definía la muerte. Una figura carismática, animada por una intensa vida espiritual.

En enero se cumplieron los 10 años de la muerte del Abbé Pierre. ¿Cuál ha sido su secreto? Su figura era dominante y su palabra se hacía escuchar. “Tiene una verdadera fuerza moral”, comentaba alguien. Su discurso desde Radio Luxemburgo, el 11 de febrero de 1954, provocó entre los franceses la reacción luego conocida como “la insurrección de la bondad”; un discurso eficaz, que hoy pocos pueden igualar.

Un dato emblemático: entre 1989 y 2003 el religioso fue reconocido 17 veces como el personaje más amado por los franceses, no particularmente adictos a los temas religiosos. El secreto era su “presencia”. Algo indefinible: alguien que te fascina con su solo estar, con su tono de voz, con la luz de su mirada, con su apariencia, su barba, su atuendo, la energía que irradia cada célula de su cuerpo…

Si el secreto del Abbé Pierre ha sido su presencia, ¿de dónde sacaba su fuerza? Creo que provenía de un hecho a menudo soslayado cuando se habla del hombre dedicado a las acciones sociales: su vida interior y mística. Esta íntima fe, esta relación sincera con sí mismo y con el Cristo impulsaba al Abbé Pierre hacia el compromiso público. De esta experiencia mística interior brotaba su carisma y su energía fuera de lo común. De hecho, el cristianismo o es místico o simplemente no es, en especial hoy.

Cuando hace diez años el Abbé Pierra partió para “las grandes vacaciones” –como él llamaba la muerte– el arzobispo de París dijo: “La oración, la conversación cotidiana con Jesús era el secreto del intrépido dinamismo del Abbé Pierre (…). Uno no puede imaginarse el servicio a los pobres y encarar todo tipo de miserias con semejante entusiasmo, y hasta la edad de 94 años, si no se tiene la posibilidad de acudir a una fuerza que viene de otro lado”. Durante toda su vida el Abbé fue animado por su intensa vida espiritual interior, que lo llevó a la opción espontánea por la pobreza –que significa renunciar a ser rico sin los demás–, para sacar de la miseria a la mayor cantidad posible de gente. Y la diferencia entre elección espontánea de la pobreza y miseria es abismal.

Ahora que el fraile capuchino con su barba de profeta sigue en sus “grandes vacaciones”, la historia de la comunidad de Emaús fundada por él sigue. Comunidad y grupos presentes en cuatro continentes llevan adelante su obra. “La pobreza voluntaria es, ante todo, voluntad de ‘no disponer de más para sí mismo’, para poder servir más, para que todos podamos ‘ser más'”.

 

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