Quien fuera fundador y presidente de la Asociación Argentina de Hidrógeno partió este sábado a los 78 años de edad. “Hombre de gran corazón, mente brillante y visión profética” que contribuyó de gran manera en el camino hacia una transición energética que permitirá frenar la degradación del planeta.
“Si uno puede hacer el bien, ¿por qué no? Todos necesitamos un poco del otro, consciente o inconscientemente. Vivir con amor y compromiso al prójimo es más que suficiente”. Con esta frase iniciaba la entrevista que Ciudad Nueva le realizó a Juan Carlos Bolcich allá por diciembre de 2020 (ver nota completa).
Juan Carlos Bolcich era doctor en física. Nació en la ciudad de Necochea, cursó los primeros años de Ingeniería en la Universidad Nacional de La Plata, luego ingresó al Instituto Balseiro para estudiar Licenciatura en Física, carrera de la que se graduó en 1972. Trabajó en la división de Física de Metales y Materiales Nucleares en el Centro Atómico Bariloche, y se doctoró en 1982.
En la última década ha entablado una estrecha relación con la red Eco-One del Movimiento de los Focolares y con la Mariápolis Lía, ciudadela de la cual se “enamoró” desde su primera visita y a la que acompañó de cerca en su proyecto eco-sustentable.
“Inolvidable su primera visita a Mariápolis, de pocas horas sí, pero de una intensidad extraordinaria -escriben desde la Mariápolis Lía a su esposa, Maggie- Allí, con su intuición y su alma de “niño” -esos niños de los que Jesús habla en el Evangelio- supo intuir la grandeza del proyecto como don a la humanidad de hoy. Y, a partir de allí, Mariápolis fue suya. Nunca dejó de investigar, proyectar, trabajar, soñar… para su crecimiento, en el campo energético especialmente, pero no solo. Su pasión y su amor lo hizo transformarse en un embajador de Mariápolis, presentándola a todas las personas y en todos los lugares que podía”. Y continúan: “Todas las semillas que sembró entre nosotros germinarán, porque el amor no muere, no puede morir. En cada una de estas semillas Juan Carlos seguirá estando presente, recordándonos el cuidado del planeta, el trabajo honesto como medio de transformación, la predilección por los pobres, contagiándonos su irrefrenable entusiasmo, su capacidad de soñar en grande y su deseo de construir un mundo mejor.”
En tanto, la delegada internacional de Eco-One, Stefania Papa, en una sentida carta dirigida a Bárbara Bolcich, hija de Juan Carlos, expresó: “Nos conocimos hace cuatro años en Rocca di Papa (Italia) y, desde entonces, mantuvimos un contacto frecuente por su apasionante proyecto de hidrógeno. Durante este tiempo, descubrí a una persona verdaderamente extraordinaria: un hombre de gran corazón, mente brillante y visión profética”. Y respecto a su contribución a los Focolares en la Argentina y a la comunidad en general, agregó: “Fue un pionero, un visionario con gran capacidad de anticipación y, al mismo tiempo, un hombre profundamente humano, sencillo y cercano a todos. Haber coincidido en su camino fue un precioso regalo para todos nosotros (…) Un hombre que nunca dejó de creer, de tener esperanza y de amar, ni siquiera en los momentos difíciles.”
El sentimiento de agradecimiento a Juan Carlos Bolcich es colectivo. Y en cada acto de cuidado al planeta estará sin dudas germinando esa semilla que él supo esparcir como aporte a una nueva humanidad. Adiós, Juan Carlos.


