“Si entre nosotros hay intereses personales e ideológicos, no será un sínodo sino otra cosa”, advirtió el Santo Padre en el saludo inaugural de la primera congregación general del Sínodo.
“Me gusta decir que el Sínodo no es un parlamento, es otra cosa. No es una reunión de laicos para resolver unas cosas, es otra cosa. No olvidemos que el protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo, y si hay entre nosotros el Espíritu que nos guía será un hermoso sínodo. Si tenemos ante nosotros intereses personales e ideológicos, no será un sínodo sino otra cosa. El Sínodo es un camino del Espíritu Santo”, reiteró el Papa Francisco en su saludo informal, que dio inicio, a la primera Congregación General del Sínodo de los Obispos, que tuvo lugar esta tarde en el Aula Pablo VI.
Refiriéndose a las hojas distribuidas a los participantes, tomadas del tratado sobre el Espíritu Santo escrito por San Basilio, el Santo Padre aseguró que “nos ayudan, en la apertura del Sínodo, a comprender esta realidad que no es fácil”.
“Los protagonistas -advirtió- no somos nosotros sino el Espíritu Santo, y si dejamos espacio al Espíritu Santo el Sínodo irá bien. Debemos comprender que él es el protagonista de la vida de la Iglesia y la lleva adelante”.
El ejemplo citado por el Papa es el del “bullicio de Pentecostés”, tras el cual viene “la gran obra del Espíritu Santo: la armonía. Él nos une en la armonía de todas las diferencias. Si no hay armonía no hay Espíritu. El Espíritu Santo es el compositor armonioso de la historia de la salvación. Armonía no significa síntesis, sino vínculo de comunión entre personas semejantes: si en este Sínodo terminamos con una declaración, todos iguales y sin ‘matices’, el Espíritu Santo quedó fuera. Crea una armonía que no es síntesis, es un vínculo de comunión entre partes similares”, explicó.
Y agregó: Una armonía de muchas voces creadas por el Espíritu Santo: así debemos concebir la Iglesia. Las particularidades incluidas en la sinfonía de la Iglesia, esa sinfonía correcta que crea el Espíritu Santo. No somos un parlamento, no somos las Naciones Unidas. El Espíritu Santo es el origen de la armonía entre las Iglesias. El Espíritu Santo nos lleva de la mano y nos consuela”.
“La presencia del Espíritu Santo -agregó- es una presencia casi maternal, como una madre que nos guía, nos da este consuelo: ella es la consoladora, que es uno de los nombres del Espíritu. El que guarda la Iglesia es el Espíritu Santo. Debemos aprender a escuchar las voces del Espíritu, todas son diferentes: aprender a discernir. El Espíritu es quien hace la Iglesia, es él quien hace la Iglesia”.
No a la mundanidad y las habladurías
“La Escritura, la liturgia, la antigua tradición nos hablan de la tristeza del Espíritu Santo: una de las cosas que más entristece al Espíritu Santo son las palabras vacías, las palabras mundanas, la charla: la charla es anti-Espíritu Santo, va en contra del Espíritu Santo”, señaló Francisco.
“El parloteo es una enfermedad muy frecuente entre nosotros”, advirtió el pontífice: “Las palabras vacías entristecen al Espíritu Santo. La calumnia también entristece al Espíritu Santo: es la enfermedad más común de la Iglesia, la murmuración. Si no dejamos que Él nos cure de la enfermedad, el camino sinodal no será bueno. Si no estás de acuerdo, hay que decirlo a la cara: di la verdad, no la charla debajo de la mesa”, indicó el Papa.
“El Sínodo no es un parlamento, no es una reunión para la pastoral de la Iglesia”, repitió el Papa: “Si no está el Espíritu Santo, esto no dará un buen resultado. No contristemos al Espíritu y demos lugar al Espíritu Santo en nuestra teología. Disciernen las voces del Espíritu de las que no son del Espíritu, son mundanas. La enfermedad más fea en la Iglesia es la mundanalidad espiritual: cuidado con esto, no reemplazamos al Espíritu Santo con las cosas mundanas, ni siquiera con las buenas. El sentido común ayuda, pero el Espíritu Santo va más allá. Debemos aprender a vivir nuestra Iglesia en el Espíritu Santo”.
Fuente: AICA