¿Cómo perderte el último Mundial de Messi?

¿Cómo perderte el último Mundial de Messi?

Estamos en la víspera mundialista. Los cuatro años de espera desde aquella eliminación en manos de Francia en Rusia 2018 ya son historia. La ilusión y algarabía son moneda corriente en cada uno de los simpatizantes de la Scaloneta.

Por Nicolás Lulo

La Selección Argentina invita a propios y ajenos a pensar y creer que las (malas) rachas están para cortarse y que en Qatar podremos ver a Messi, nuestro capitán, en lo que probablemente sea su última función en una Copa del Mundo, levantando el tan ansiado trofeo.

Siempre me imaginé asistiendo a un mundial de fútbol. Desde chico lo visualicé. Viajar y el fútbol, el fútbol y viajar. Dos de mis más grandes pasiones entrelazadas bajo un mismo lema. Por suerte para mí, en Rusia me pude sacar esas ganas y cumplir con aquel anhelo. Pero mis peripecias comenzaron unos meses antes en Australia, algunos kilómetros más alejados de la cita deportiva.

Trabajé durante tres meses haciendo todo tipo de trabajos: mudanzas, construcción, jardinería y paisajismo. Con el dinero que pude ahorrar en ese tiempo me compré el pasaje de avión más económico que encontré para llegar a mi lugar de destino. Fue un vuelo eterno de ¡62 horas! en el que tuve que atravesar dos escalas en China y otra en Kazajistán para finalmente arribar a Moscú.

Llegué al país anfitrión el mismo día de la inauguración del torneo, completamente extenuado de tanto viaje. Pero el clima festivo y de efervescencia ya se podía sentir en el aeropuerto mismo. El ambiente estaba teñido por una energía única, difícil de explicar. Un montón de idiomas distintos y que no eran el mío se entremezclaban en el aire, camisetas y colores de todas las nacionalidades y un sinfín de carteles y publicidad que hacían alusión a la celebración pagana más grande del mundo. Todo aquello fue la premisa de esa maravillosa aventura.

Nicolás, con la camiseta argentina, junto a los amigos que conoció en su estadía en Rusia durante el Mundial de 2018.

Después de haber vivido todo lo que viví en las ex-tierras soviéticas, le aconsejaría a cualquier persona que por lo menos una vez en su vida asista a un mundial de fútbol. Es una fiesta que trasciende al deporte mismo. Es una congregación pluricultural y multiétnica inigualable. Mis amigos y yo nos quedamos de principio a fin. Fueron 31 días de felicidad, adrenalina y cánticos constantes, porque claro está, la música la pusieron los argentinos, no hay dudas.

La magia de todo radica principalmente en las dos primeras semanas de competencia. Allí, los hinchas de cada selección mantienen sus expectativas de campeonar a flor de piel. Porque la pasión y el deseo de coronarse no saben de nacionalidades y no importa que te llames Brasil, Francia o Bangladesh, la ilusión está igual, no se negocia.

En las calles, en los bares, en los museos, en los supermercados: en todos lados se respiran aires de regocijo y exaltación. Lamentablemente, esa selección llegó un poco truncada al torneo y no corrió con mejor suerte. Pero nadie me quita lo bailado.

Unos meses atrás, Gonza, amigo con el que viajé por Rusia, me comentó que había conseguido entradas para Qatar. Y me ofreció si quería comprarlas: semifinales y final, el sueño del pibe. No lo dudé. Casi que en paralelo, comencé mi noviazgo con Sole. Nos conocemos desde hace siete años, ella fue la primera jefa que tuve y nos reencontramos en México a principios de 2022 después de varios años sin vernos. Fue amor a segunda vista. Comenzamos a salir, nos mudamos juntos a Australia y hoy puedo afirmar que estoy hasta las manos con ella.

Sole es una atea del fútbol. La redonda no la atraviesa en lo más mínimo. Una vez le pregunté si querría ir conmigo a Qatar y su respuesta fue cortita y al pie: no me interesa. Pensando nuestras próximas vacaciones, surgió la posibilidad de irnos a Nepal a fines de noviembre. ¡Sí! en medio del Mundial. Y la verdad es que no lo dudé. Amo el fútbol, amo viajar y amo a la Selección Argentina. Pero más aún la amo a ella. Cambiaron mis prioridades. Y lo que ayer era el fútbol (y tantas otras cosas), hoy lo es ella.

Al día de la fecha, todavía hay amigos y familiares que me preguntan, casi con descreimiento e incredulidad: ¿cómo te vas a perder el último Mundial de Messi?

  1. Excelente nota, Nico!

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