Poco se sabe sobre la guerra en Ucrania, se sabe mal, hay que distinguir entre noticias verdaderas y falsas. El miedo nubla la razón. Es la hora de las preguntas, con poquísimas respuestas, pero con algunas certezas. Se espera, eso sí, que todo esto termine pronto.
Mientras las operaciones militares continúan en toda Ucrania (particularmente golpeadas las ciudades de Kiev, Odessa y Mariúpol, incluso Chernobyl); mientras empiezan a circular cifras no verificables de las víctimas de la guerra (167 ucranianos y 800 rusos muertos, según Kiev); mientras las diplomacias internacionales se muestran bloqueadas como tanques viejos sin combustible en sus tanques… de la guerra ucraniana solo surgen preguntas, muchas preguntas a las cuales solo se podrá responder cuando haya terminado, esto es, quién sabe cuándo. Solo pueden aventurarse respuestas con mucha cautela. Por ejemplo…
¿Cómo va la guerra? No se sabe en realidad. Lo que se ve es una gran ofensiva soviética, en distintos escenarios y con diversidad de armas, aprovechando la escasa capacidad militar de resistencia de Ucrania y la imposibilidad de Occidente para intervenir, salvo desencadenando un conflicto de enormes proporciones. Desde hace años Putin venía tejiendo una red de saboteadores internos que entraron en acción con un plan estratégico bien definido en cuanto comenzaron las hostilidades por aire (sobre todo), por mar (contra Odessa y Mariúpol, puertos fundamentales para los granos y las armas) y por tierra, incluida Bielorrusia. Debido a ello, gran parte de la resistencia ucraniana fue vencida en poco tiempo.
¿Por qué la resistencia ucraniana parece derretirse bajo el sol? El arsenal ucraniano es limitado, el ejército no está bien preparado, las armas no podían provenir de Occidente para no irritar al Kremlin. En realidad el suministro de armas llegó, obviamente sin que se hiciera público, pero Moscú lo supo. Ya en 2014, en la época del Euromaidán[1] los Estados Unidos habían enviado recursos, soldados y provisiones para apoyar la revuelta contra el gobierno filosoviético, que cayó al poco tiempo. Probablemente esta haya sido una de las “espinas” dolorosas que impulsaron a Putin a la acción. También hay que considerar el debilitamiento del ejército ucraniano durante los últimos ocho años en la guerra sin cuartel del Donbass.
¿Un nuevo Vietnam? Hay quienes temen una guerra civil larga y sangrienta después de la invasión rusa. No hay elementos para afirmar que se abra un nuevo Vietnam o un nuevo Afganistán a las puertas de la Unión Europea. Es difícil hacer predicciones, aunque es previsible que se produzca una cierta resistencia.
¿Cuándo terminará la guerra? Nadie lo sabe. Puede suceder que las acciones de Putin sean sobre todo una demostración capaz de impresionar a Occidente, valiéndose también de las noticias falsas que circulan por todas partes, luego de someter a un país entero (e incluso a un continente) al pánico. Los observadores militares hablan de algunas semanas de actividades militares. El peor escenario sería el de una extensión del conflicto a los países belicistas, voluntad que algunos atribuyen a la mente enferma de Putin. Pero en ese caso estallaría la Tercera Guerra Mundial, ya no “por partes” sino completa y con un riesgo tremendamente alto por la posibilidad del uso de armas nucleares.
¿Armas nucleares? Putin ha deslizado la posibilidad de utilizar todo el arsenal a disposición de Rusia, incluido el armamento nuclear. Si sucediera eso, la humanidad entera estaría en peligro. Creo que podría decirse que el mejor antídoto contra las armas nucleares son justamente los militares de todas las partes involucradas, que saben muy bien que la guerra se convertiría en algo azaroso en caso de emplearse el arma más potente que existe, lo cual reclamaría algún tipo de contraofensiva.
¿Putin ha engañado a todos? Eso parecería. Sin dejar de reunirse con líderes de todas partes, acusando a Occidente de “histeria”, en efecto, Putin ha engañado a todos. Lo cual dice mucho acerca de su psicología personal, más cercana al cinismo vetero-soviético que a la clarividencia de los verdaderos estadistas.
¿El presidente ruso es verdaderamente un genio, como dice Trump? Ciertamente, la inteligencia táctica y estratégica del residente del Kremlin es superior a la normal. Ya ha demostrado su capacidad para gestionar situaciones complicadísimas utilizando una combinación de mentiras, astucia, cinismo (precisamente) y táctica. Basta observar lo que hizo en Siria, donde ganó la guerra (hasta ahora) con poca inversión y teniendo la posibilidad de enviar tropas al terreno sin pelear solamente guerras de drones y de inteligencia. En cuanto a la genialidad, en fin, mejor dejar ese juicio a otros.
¿Las sanciones aplicadas por la Unión Europea son blandas? Sí y no. Ciertamente, dentro de la Unión se han enfrentado dos posiciones, los rigoristas (sobre todo los países exsoviéticos o ex Pacto de Varsovia) que querían bloquear a Rusia de los pagos del sistema Swift (las tarjetas de crédito más conocidas, por así decirlo, además de las transferencias bancarias) y que se cerraran los gasoductos a Rusia; y los diplomáticos (sobre todo Alemania, Italia y Francia, aunque con algunas salvedades), es decir, aquellos que no quieren cerrar aunque sea un mínimo canal diplomático abierto con Moscú. Diplomáticos que, sobre todo, no querían practicar el harakiri cerrando el gas que está sosteniendo la recuperación económica pospandemia. Por el momento han ganado los diplomáticos, que también han implementado fuertes sanciones sobre tecnologías avanzadas y transacciones bancarias con origen en los grandes bancos rusos. Todavía no se han impuesto sanciones ad personam, es decir, contra Putin o Lavrov, o los grandes hombres de negocios rusos (salvo excepciones, como hizo Gran Bretaña), pero es probable que suceda. La guerra de las sanciones recién ha comenzado.
¿Y los Estados Unidos? Ya han alcanzado un objetivo, el de haber anticipado la invasión. Las advertencias de Biden hoy tienen otro peso respecto de ayer: “Se los dije…”. Ahora, Washington está presionando a la Unión Europea para que aplique un “golpe mortal” a Rusia, actuando sobre los resortes económicos. Pero Biden no tiene en cuenta que las transacciones económicas entre Rusia y la Unión Europea son muy superiores a las de EEUU-Rusia. Los servicios secretos americanos, que apoyaron las revueltas que estallaron después de la caída del Muro de Berlín en Ucrania, en los Países Bálticos, luego en Georgia y en Armenia, y finalmente en Kazajistán, podrán volverse más sistemáticos y mostrarse a la luz del sol, pero en un clima de guerra explícito. Por lo tanto, mucho más peligroso.
China… Poco se filtra, según la costumbre de Pekín, después de la advertencia a los contendientes de que moderaran sus movimientos militares. Sin embargo, es de ayer la noticia de una importante compra de trigo ruso por parte de los chinos, para compensar la previsible disminución de compra por parte de Occidente. Mientras tanto, precisamente el precio del trigo ha trepado a las nubes… Pekín, sin embargo, no parece buscar una guerra generalizada.
¿El gas seguirá llegando a Europa? Por el momento sí. Pero es posible que llegados a este punto sea la propia Rusia quien cierre el grifo, aun siendo consciente de que tal acción llevará al derrumbe de sus ingresos. El botín de los rusos de los últimos 15 meses, debido al aumento del precio del gas y del petróleo, probablemente permita a Moscú una clausura de algunos meses. Las repercusiones en Europa serían muy altas, aun cuando las reservas se encuentran actualmente al máximo posible. En un par de meses, las consecuencias probablemente se harían sentir de manera limitada, también por la llegada de la estación primaveral.
¿Se espera la llegada de una oleada de refugiados ucranianos? Es una de las grandes cuestiones del momento. Pareciera que los rusos no intentan detener la fuga de muchas personas hacia Occidente. La oleada podría llegar a las fronteras en pocas horas. ¿Qué hará Europa? ¿Aceptará recibirlos? Por otra parte, Rusia estaría muy contenta de desembarazarse de tantos ucranianos antirrusos. ¿Vendrán aquí, a Italia? Ciertamente, en Italia existe una sólida colonia de ucranianos, sobre todo mujeres, que desde ya harán todo lo posible por recibir a sus familiares. Es un tema para seguir con atención.
¿Quiénes sufren? Podemos lamentarnos todo lo que queramos, pero quien sufre es, a menudo, el que está en el lugar. Los ucranianos que no quieren a Moscú están en grandes problemas, presas del pánico colectivo, sin un gobierno que pueda llevar tranquilidad, con la impresión de haber sido abandonados por Occidente en el momento de mayor dificultad. Los ucranianos que aman a Moscú también sufren, por las “deportaciones” que muchos de ellos han sufrido hacia Rusia pero sobre todo porque la mayoría se encuentra en los lugares de combate. La mayoría de la población que vive en Ucrania y desearía, en cambio, una convivencia “potable” y democrática con los rusos, como de hecho se ha dado durante siglos y decenios, está perdida, y en gran parte acentúa su desconfianza contra quienes la atacan.
Fuente: Città Nuova
[1] Se refiere a las manifestaciones y disturbios ocurridos entre 2013 y 2014 en la Plaza de la Independencia de Kiev.
Para la redacción: no me gusta el artículo, y deja mal parada a CN como una editorial que responde a los intereses norteamericanos, solamente. Por lo que leo y escucho, el conflicto empezó hace muchos años, en interno de Rusia y Ucrania, con un gobierno de facto instalado por EEUU. El tema del gas es también un problema, como la de los Bancos Rusos, etc,etc. Creo que es prudente levantar el artículo, y esperar. Y dar una opinión, que no siente valor entre buenos y malos. Sino, que a la luz del Ideal, proponga o sugiera medidas para la paz. No en Rusia, sino aprovechando el conflico, bajar líneas para que no seamos nosotros generadores de conflicto. Un saludo a toda la redacción