A medida que el COVID-19 se ha ido exparciendo, el virus rompió con algunos preconceptos acerca de cuáles serían las naciones que habrían de resistirlo mejor.
Economías “avanzadas”, como las de los Estados Unidos y la del Reino Unido, clasificadas como las más preparadas para una pandemia, se vieron abrumadas por los casos. Mientras que otros países menos desarrollados, superaron las expectativas, logrando estabilizar el comportamiento del virus dentro de sus fronteras.
La agencia Bloomberg analizó los guarismos para determinar los mejores lugares para estar en la era del coronavirus: ¿dónde se manejó el virus de manera más efectiva con el menor impacto para la sociedad y la economía?
El Ranking de Resiliencia al Covid clasifica las economías según múltiples indicadores: desde el crecimiento de los casos de virus, hasta la tasa de mortalidad general, y las capacidades de testeo de cada país. También se tuvo en cuenta la capacidad del sistema de salud local, el impacto de las restricciones relacionadas con el coronavirus, como el bloqueo de la actividad comercial, y el grado de circulación permitido a lo largo y a lo ancho de cada nación, durante la pandemia. Esto arroja un resultado que intenta estimar cómo se ha ido desarrollando la pandemia en 53 naciones del mundo. No es un veredicto final, sino una estimación, en base a los indicadores donde reparó el trabajo de Bloomberg. Este ranking no es estático, sino que cambiará a medida que los países modifique sus estrategias, y se obtenga una vacuna eficaz.
De todos modos, la brecha existente entre las diversas economías probablemente perdurará, con consecuencias que habrán de prolongarse en el mundo post covid.
Mejor desempeño
Nueva Zelanda encabeza el Ranking al 23 de noviembre, gracias a una acción rápida y decisiva. La nación insular comenzó a tomar medidas el 26 de marzo, antes de que hubiera víctimas fatales, cerrando sus fronteras pese al enorme impacto económico. El Gobierno de la primera ministra Jacinda Ardern dijo que apuntaría a la “eliminación” del virus, invirtiendo recursos en pruebas, rastreo de contactos y una cuarentena, todo esto como parte de una estrategia para minimizar la transmisión local.
Nueva Zelanda tuvo muy pocas infecciones, a tal punto que los espectáculos y los eventos sociales están permitidos. Está bien posicionada para una vacuna con dos acuerdos de suministro, incluido uno para la inyección desarrollada por Pfizer y la alemana BioNTech.
En segundo lugar está Japón, que trazó un camino diferente. Carece de medios legales para hacer cumplir un confinamiento, pero otros puntos fuertes surgieron rápidamente. Debido a los brotes de tuberculosis en el pasado, el país ha mantenido un sistema de centro de salud pública dotado de marcadores de contactos que se reasignaron rápidamente para tratar el covid-19.
Los altos niveles de confianza social y cumplimiento significaron que los ciudadanos usaran barbijos de manera proactiva y evitaran los lugares concurridos. A medida que se acerca el invierno en Japón, que cuenta con más de 120 millones de habitantes, tiene solo 331 casos graves de covid-19 en la actualidad. La capacidad de Japón se manifestó en su previsión, al cerrar cuatro acuerdos de vacunas, incluidos los dos candidatos principales que utilizan la revolucionaria tecnología de ARNm.
El éxito de Taiwán, que ocupa el tercer lugar, es aún más notable si se consideran sus vínculos con China continental, donde apareció el virus por primera vez en diciembre de 2019. Las redes que transmiten noticias preocupantes de Wuhan permitieron a Taiwán actuar temprano para restringir la entrada en sus fronteras. Luego, la isla fue pionera en un enfoque centrado en la tecnología para reunir a sus 23 millones de personas para protegerse: lanzar aplicaciones que detallan dónde hay tapabocas disponibles o enumeran las ubicaciones donde las personas infectadas estuvieron. Lograron estar más de 200 días sin un caso de virus transmitido localmente y, al igual que en Nueva Zelanda, la vida ha vuelto en gran medida a la normalidad, aunque las fronteras permanecen cerradas.
Como punto endeble, a noviembre de 2020, Taiwán no ha firmado ningún acuerdo bilateral para abastecerse de las vacunas para tratar el covid.
Reflejos veloces
Muchos en el “top 10” fueron pioneros y modelaron lo que ha surgido como las estrategias más efectivas para luchar contra covid-19. El control fronterizo ha sido un elemento clave, comenzando con el cordón sanitario original de China alrededor de la provincia de Hubei, que en gran medida protegió al resto del país de la infección.
La economía donde comenzó esta crisis, es la más grande con pruebas masivas implementadas a la primera señal de nuevos casos y una cuarentena obligatoria de 14 días para los viajeros. La propensión de China a imponer confinamientos agresivos en regiones donde los recursos médicos o de rastreo son escasos es una desventaja.
Las tres naciones nórdicas en los primeros diez escaños reflejan cómo el control fronterizo se ha utilizado con eficacia en Europa. Finlandia y Noruega han bloqueado la entrada a la mayoría de los extranjeros desde mediados de marzo, aunque forman parte del área Schengen sin pasaporte de Europa.
Las naciones europeas mejor clasificadas lograron evitar el rebrote que afrontan Francia, el Reino Unido e Italia, causado en parte por los viajes de vacaciones de verano.
Las pruebas y el rastreo efectivos son un sello distintivo de casi todos los 10 principales, incorporados en el enfoque de Corea del Sur. El país aprobó los kits de diagnóstico de manufactura propia a las pocas semanas de la aparición del virus, fue pionero en las estaciones de prueba y tiene un ejército de rastreadores de contactos ultrarrápidos que revisan los registros de tarjetas de crédito y las imágenes de las cámaras de vigilancia para rastrear los grupos. Al igual que Japón, Pakistán y otras partes de Asia, Corea se ha basado en la experiencia epidémica reciente después de sufrir un brote del síndrome respiratorio de Medio Oriente, o MERS, en 2015.
¿Existe una estrategia mágica?
El covid-19 golpeṕ a las naciones de modos diversos. El bajo desempeño de algunas de las democracias más prominentes del mundo, incluidas Estados Unidos, Reino Unido e India, en contraste con el éxito de países autoritarios como China y Vietnam, ha suscitado dudas sobre si las sociedades democráticas están preparadas para hacer frente a las pandemias.
El Ranking de Resiliencia al Covid de Bloomberg, refleja que ocho de las diez naciones que enfrentaron mejor al virus tienen gobiernos democráticos. El éxito en contener el virus SARS-COV-2 con la menor perturbación parece depender menos de poder ordenar a las personas que se sometan, sino de que los gobiernos generen un alto grado de confianza y cumplimiento social. Cuando los ciudadanos confinan en sus autoridades y en su liderazgo, no son necesarios los confinamientos. Pruebas al canto las vemos en Japón, Corea y también Suecia. Nueva Zelanda enfatizó la comunicación desde el principio, con un sistema de alerta de cuatro niveles que le dio a las personas una imagen clara de cómo y por qué actuaría el Gobierno a medida que evolucionara el brote.
La inversión en infraestructura de salud pública
Subestimados en muchos lugares antes de 2020, los sistemas de rastreo de contactos, pruebas efectivas y educación para la salud reforzaron a los mejores, ayudando a socializar el lavado de manos y el uso de cubrebocas. La cohesión social ha sido un factor de diferenciación importante en esta pandemia, destacó Alan López, profesor de la Universidad de Melbourne. “Si nos fijamos en la sociedad japonesa, las sociedades escandinavas, hay muy poca desigualdad y mucha disciplina en ellas”, expuso López. “Eso se traduciría en una respuesta más cohesiva del país, y por eso están en la cima”.
La falta de una respuesta eficaz al virus por parte de Estados Unidos ha sido uno de los desarrollos más asombrosos de la pandemia. La superpotencia lidera el mundo en casos y muertes, y su reacción a la crisis se ha retrasado desde el principio, desde la escasez de equipos médicos y suministros, hasta la falta de coordinación en los esfuerzos de pruebas y rastreo y la politización del uso de cubrebocas. En cambio, la Administración del presidente saliente de EE.UU., Donald Trump, se ha centrado principalmente en tratamientos y vacunas. Se asignaron unos US$18.000 millones a los desarrolladores de dosis para acelerar su trabajo en una iniciativa conocida como Operation Warp Speed, incluso cuando los estados pidieron ayuda financiera para enfrentar la crisis.
Mientras que algunos otros lugares también tienen acuerdos con la misma cantidad de vacunas, EE.UU. ha ordenado la mayor cantidad de dosis en el mundo: más de 2.600 millones, de acuerdo con acuerdos de suministro potenciales y finalizados seguidos por investigadores del Duke Global Health Innovation Center. Aún así, siguen existiendo desafíos monumentales en la distribución de vacunas en todo el país.
“En el caso de EE.UU., lo único que han hecho bien es que han financiado más I+D, no solo para empresas con sede en el país, sino para compañías de todo el mundo”, explicó Bill Gates en el Foro New Economy de Bloomberg este mes. “Eso fue algo bueno. Eso fue un favor para el mundo. En todo lo demás, Estados Unidos está en la parte de atrás del grupo”.
Canadá también se ve reforzado por su enfoque en vacunas, ya que ha firmado acuerdos de suministro con cinco inyecciones diferentes en las etapas finales y ha asegurado dosis suficientes para muchas veces su población. La Unión Europea, que está forjando acuerdos sobre vacunas como un bloque, ha finalizado tres.
China también obtiene una alta puntuación en el acceso a las vacunas, aunque sus acuerdos son en gran parte con sus propios desarrolladores locales, que han proporcionado comparativamente menos información sobre la eficacia de sus inyecciones que algunas empresas occidentales.
En la batalla de las superpotencias, China prácticamente ha eliminado el virus dentro de sus fronteras, pero obtiene puntuaciones más bajas que Estados Unidos en el indicador de Cobertura de salud universal prepandémica, que mide la eficacia de un sistema sanitario.
Sorpresas
Los países han tomado medidas diferentes respecto a la pandemia. El Ranking de Resiliencia al Covid de Bloomberg expone algunas verdades incómodas para las naciones que alguna vez fueron consideradas las más avanzadas del mundo. Países como el Reino Unido y Francia se encuentran en la mitad inferior de la lista. La conectividad ha surgido como una maldición en la era de la pandemia, con centros de viajes globales y ciudades del mundo como Londres, Nueva York y París convirtiéndose en epicentros donde las infecciones fueron sembradas por primera vez por viajeros de otros lugares.
Por el contrario, países en desarrollo como Pakistán y Bangladesh se han beneficiado de su relativa lejanía. Sus poblaciones también son mucho más jóvenes en promedio, lo que ha ayudado a mantener bajas sus tasas generales de mortalidad. Las pruebas limitadas y los datos de mala calidad oscurecen la imagen en estos lugares, aunque el reporte inferior de casos y muertes está ocurriendo en todas partes.
Europa occidental se encuentra ahora en medio de una ola feroz que ha obligado a los gobiernos a imponer nuevos bloqueos. La contención lograda en la primavera se deshizo al aliviar las restricciones, lo que permitió que los veraneantes volvieran a sembrar el virus.
Bélgica tiene la peor tasa de mortalidad general de las 53 economías después de que el virus arrasara los hogares de ancianos. Esta posición es producto de la decisión de registrar todas las muertes en hogares de ancianos en el punto álgido del primer brote como relacionadas con covid-19, incluso sin un diagnóstico oficial a través de pruebas.
La tasa de pruebas positivas de Francia aumentó a más del 20% a principios de noviembre, desde alrededor del 1% en julio. Después de imponer un nuevo confinamiento el 30 de octubre, la tasa cayó por debajo del 12% a partir del 23 de noviembre.
Suecia, que en un principio fue señalada por evitar los confinamientos, ahora tiene una puntuación relativamente alta en casi todas las métricas de Bloomberg, y ocupa el puesto 16 en general. Después de una ola inicial de muertes entre las personas mayores, el desempeño de ese país en los indicadores refleja menos casos, muertes y menos interrupciones que en otras partes de Europa.
Un enfoque menos disruptivo es más sostenible a largo plazo, afirma Hitoshi Oshitani, profesor de enfermedades infecciosas en la Universidad de Tohoku y arquitecto clave de dicha estrategia en Japón.
“No creo que este virus desaparezca en los próximos meses, y probablemente en los próximos años, así que tenemos que encontrar la mejor manera de vivir con él”, aseguró Oshitani en una entrevista.
Latinoamérica
La región ocupa la mitad inferior del Ranking, con México en el último lugar. La última tasa de pruebas positivas disponible en el país es de un enorme 62%, lo que sugiere que la infección no detectada está muy extendida. Los funcionarios mexicanos han reconocido que el número de muertos en el país probablemente sea significativamente más alto que los datos oficiales, debido a las pruebas limitadas. Brasil, con el tercer brote más grande del mundo después de India, ocupa el puesto 37.
Complejo panorama
Al igual que Trump, el presidente Jair Bolsonaro, y el mexicano, Andrés Manuel López Obrador, han minimizado repetidamente la amenaza del coronavirus. Este enfoque sumado a la falta de redes de seguridad social y sistemas de salud pública sólidos, ha empeorado la crisis, menciona Cynthia Arnson, directora del Programa Latinoamericano del Centro de Estudios Wilson Center de Washington DC. América Latina es la región más urbanizada del mundo, y gran parte de la población vive en condiciones, donde el distanciamiento social es difícil. La alta proporción de personas que dependen del trabajo informal y los salarios diarios significa que pocos están dispuestos a quedarse en casa. “Las grandes disparidades entre la atención médica pública y privada han alcanzado a la región, al igual que otras formas de desigualdad, incluida la educación”, declaró Arnson.
La mayoría de los países de América Latina no podrán volver a los niveles de crecimiento prepandémicos hasta 2023, y el ingreso per cápita no se recuperará hasta 2025, más tarde que en cualquier otro lugar, destacó el Fondo Monetario Internacional (FMI).