Queridos emisarios

Queridos emisarios

Estamos en pleno siglo XXI, podemos ser bien tecnos, disponemos de medios varios de comunicación, pero mi preferido es el de las cartas.

Quizá sea un puñado de personas que cultivan ese bendito hábito, el de escribir cartas. Que lleguen a destino es obra de la confianza, del sistema de correos y de la bella labor de los carteros, oficio que ha crecido. Estos nobles mensajeros celebran su día el 14 de septiembre, evocando la figura de Bruno Ramírez, un español que comenzó su labor ese día, en el lejano siglo XVIII.

No era tan simple el arribo a destino de un mensaje, por aquellos tiempos. El Correo Mayor tenía sede en Lima, y estaba conectado con el resto de la región. La carta, antes de llegar a destino, pasaba por tantas manos dispusiera la cantidad de postas entre cada punto. La dinámica de distribución constaba de repartir la correspondencia de un punto a otro entre Perú, Chile, Paraguay y Argentina. Al principio se operó bajo el sistema de postas a caballo. Una vez en su destino, las personas debían ir a buscar las cartas o paquetes personalmente.

Sin embargo, este método quedó obsoleto debido a los retrasos en la correspondencia, por lo que en 1771 se introdujo un cambio significativo al implementar en Buenos Aires un servicio que ya existía en España: el cartero. La misión de esta persona sería llevar la correspondencia a los domicilios particulares de los habitantes de la capital. 

El 14 de septiembre de ese mismo año se nombró al primer cartero oficial de la historia del país. Este es el motivo por el que cada 14 de septiembre se celebra el Día del Cartero en Argentina. En Hurlingham, conurbano bonaerense, hay un barrio que lleva el nombre de Bruno Ramírez, aunque se lo suele denominar Barrio Cartero.

En estos tiempos de aislamiento preventivo, podemos gambetear el distanciamiento social, con un querido y viejo ardid: el de escribir cartas, aunque más no sean mensajes escritos en simples hojas, evitando la pompa del sobre y la estampilla, y depositarlas en el buzón de amigos o seres queridos, emulando el típico grito de carteeeeeeeeeeero!

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