Con el comienzo de la batalla por la liberación de la segunda ciudad de Iraq, se aprecia un giro en el lenguaje mediático utilizado para presentar los hechos.
El tratamiento que hacen los medios de comunicación de la lucha contra los yihadistas del Isis que ocupan una parte del territorio de Siria y de Iraq es indicador de la manipulación y de las opciones geopolíticas de los Estados Unidos y sus aliados.
Mientras que Alepo está siendo “sitiada” por el ejército sirio y sus aliados rusos, libaneses e iraníes, en Iraq comenzó la batalla para “liberar” Mosul, la segunda ciudad del país desde hace dos años en manos del Isis. Desde que comenzó el intento de despejar a los terroristas (como directamente los llama el local obispo maronita) en Alepo, los medios han realizado una verdadera campaña por los (terribles) efectos del conflicto sobre los civiles. Sin embargo, no hay palabra de ello en las crónicas que provienen desde Mosul, aunque se advierte que nada se sabe del millón de civiles que quedaron atrapados en la ciudad.
La intervención rusa al lado del Gobierno de Siria ha pateado el tablero que se pretende reconstruir en Medio Oriente y que responde, con sus vaivenes, a los intereses de los Estados Unidos y de las monarquías del Golfo Pérsico (Arabia Saudita, Qatar, en especial) interesadas en dividir la zona en más pequeños Estados etno-confesionales: territorios en manos de sunitas, chiitas y, si es posible, asignando uno a los kurdos en Iraq. En definitiva, el objetivo es evitar que existan países con un potencial militar comparable al de Israel.
El sitio Wikileaks señala que indicaciones de este tipo fueron formuladas por la propia Hillary Clinton en tiempos en que estaba a la cabeza de la diplomacia de los Estados Unidos. Rusia ha puesto en evidencia que durante más de un año la lucha contra el Isis y demás grupos extremistas ha sido una farsa y, por otro lado, considera que este plan es inviable por varias razones.
Su realización se lleva a cabo violando la soberanía de países con un legítimo gobierno. En el pasado, Siria había logrado la convivencia entre minorías sunitas, chiitas, alauitas, drusas, cristianas y en cierto modo kurdas. No se ha considerado la participación de los grupos tribales que en la región son un punto de referencia. El uso de la guerra, apoyando a grupos terroristas, constituye no sólo un gesto de incoherente locura, sino que ha provocado heridas que costará curar.
Sobre estas bases no puede haber paz.