Gran parte de la humanidad adora que le cuenten historias. Quizá sea éste uno de los factores de éxito de varios medios de comunicación. La radio, el cine, la televisión, el teatro, las revistas, los libros e internet contribuyen a compartir historias.
Narrar una historia es un oficio. Contar un cuento es aún mas exigente. Ni qué decir de escribirlo, y menos aún ilustrarlo. Pablo Bernasconi conjuga todo esto en medio de la coronocuarentena. Lo hace leyendo cuentos de su autoría que duran dos minutos y los publica a diario en en su cuenta de Instagram – https://www.instagram.com/pablobernasconi73. Este ilustrador le pone color a nuestros días en su portal http://www.pablobernasconi.com.ar/
Pablo nació en Buenos Aires en 1973. Se graduó como diseñador gráfico de la UBA. Comenzó como ilustrador en Clarín en 1998 y trabaja para diferentes publicaciones de todo el mundo. Sus ilustraciones se publican en The New York Times, The Wall Street Journal, The Saturday Evening Post, Daily Telegraph, Bergens Tidende y The Times. Ha publicado quince libros infantiles, como autor del texto de las ilustraciones, cuatro libros de imágenes para adultos e ilustró más de veinte títulos de autores de diferentes nacionalidades.
Nuestro ilustrador vive en Bariloche, plena Patagonia Argentina, desde donde hace un bendito collage en la página 2 del diario La Nación cada domingo, resumiendo la semana. Un milagro que sostiene de un tiempo a esta parte.
Pablo Bernasconi inicialmente dejaba los textos de sus cuentos en el canal de Instagram durante la cuarentena, pero se decidió a contarlos, para darles un plus narrativo. Elige el escenario de la paleta de colores otoñales de su jardín barilochense, conjugando creatividad y naturaleza. Nuestro autor-ilustrador cree que la belleza se encuentra en las cosas con significado. Resume su trabajo en dos grandes etapas: una intuitiva, en donde presenta una opinión en forma de palabras/sentimientos, y luego una etapa algo más racional, que consiste en dar con la metáfora que materialice aquella intuición.Como técnica utiliza el collage, su herramienta más cotidiana. Lo hace cruzando símbolos que generan nuevos monstruos icónicos. Adhiere a mantener la intuición dentro del plano invisible y a supeditar la herramienta estética a aquello que se necesite transmitir, y no a la inversa.
Como ilustrador procura reflotar al autor como generador de ideas. Cree en la profunda relación de un artista con sus instrumentos: pinceles, tijeras o lápices, siendo el pensamiento el más profundo de estos instrumentos.
Arranca en la etapa del lápiz, instrumento que jamás esquiva, por ser la forma más efectiva y sincera de encontrarse con las ideas, de experimentar y probar, de proyectar. Dedica la mayor parte del tiempo a este punto en particular. Siendo un devoto seguidor de Stravinsky, quien afirmaba que el contacto del lápiz y el papel era una forma de que las ideas hicieran “masa” con el mundo terrenal.
Pablo entrevistado por Marcelo Pavazza en Disfrutemos BA en La Once Diez.
Parafraseamos a Pablo para pintarlo de cuerpo y mente:
La imagen materializa. Pienso que los ilustradores, los artistas, son artefactos culturales, pequeños engranajes que conforman la identidad de cada país, de cada cultura.
Inventamos las cosas que creemos merecen la pena existir. Y si esas cosas son genuinas, haremos lo imposible para que perduren.
Un libro ofrece la oportunidad de despertar el apetito, de leer más, de seguir buscando.
El libro esquiva el rol pasivo que nos brindan otros formatos, y se conecta directamente con nuestra imaginación. Tiene que ser nutritivo, y a la vez entretenido, fluido. Pero debe demostrar que es una herramienta amigable, en donde las neuronas pueden ejercitarse sin sufrir.
Alguna vez dije que estoy haciendo los libros que no encontré cuando era niño, que me estoy regalando libros en diferido. Creo que la forma más honesta y directa de escribir es dedicando las historias al niño que fuimos, y en buscar socios que compartan esa pasión, almas afines. Sería imposible escribir para todo el mundo, al menos yo no puedo hacerlo, ni quiero.