Las protestas y desmanes no cesan. Toma cada vez más fuerza la idea de una nueva constitución y se hace urgente responder a los reclamos por una agenda social.
Chile no quiere volver a la “normalidad” que algunos, acaso, intentan recuperar apresuradamente, como tentativa de exorcizar la protesta social que no cesa y sigue reclamando cambios de fondo en el orden político, social y económico del país.
Una señal de ello ha sido la decisión de detener el torneo de fútbol e incluso la negativa a disputar un partido del seleccionado de visitante contra Perú. Los principales referentes del equipo, como Arturo Vidal y Gary Medel entre varios, afirmaron que no se puede jugar mientras el pueblo sigue protestando y que por ello los jugadores consideran que hoy el país “tiene otras prioridades”.
Desde el martes, día de huelga nacional, las manifestaciones pacíficas se alternan a nuevos incidentes, destrozos y saqueos que incluso se han intensificado en varias ciudades. El contraste no podría ser mayor entre la inmensa mayoría de cientos de miles de ciudadanos que salen a manifestar pacíficamente, con frecuencia familias enteras con sus hijos, hecho seguido más tarde por la aparición de una minoría – a menudo encapuchada- que provoca choques con las fuerzas policiales y cuantiosos destrozos, contra mobiliario público, bancos, farmacias, cadenas de comercios e incluso contra locales de pequeños comercios. No es infrecuente que los propios vecinos se opongan a la acción de asociales.
El martes por la noche, el presidente Sebastián Piñera habló en cadena nacional con un comunicado que benignamente se puede calificar de anodino: pidió paz para el país y convocó a todos los partidos políticos; volvió a insistir sobre la violencia de una minoría vandálica y dijo que para hacer frente a la situación se volverá a contratar personal que recientemente se había retirado de las fuerzas policiales. Finalmente, convocó para que el Congreso avance en el proceso hacia una nueva constitución seguido por un referéndum ratificatorio. Ninguno de los puntos de su breve discurso justificaba una cadena nacional que abrió las puertas a la esperanza de anuncios de peso.
La insistencia del presidente en el aspecto de la represión de los hechos violentos, que sin duda atentan con el orden y la paz, contrasta con el desigual trato del problema de la violencia desmedida de las fuerzas policiales que se constata cada vez más. Se multiplican las querellas contra los carabineros en medio de la aparición de cada vez más disparos de balines, supuestamente solo de goma, que han provocado la pérdida de un ojo a casi 200 personas y de los dos en un joven. Se denuncian graves abusos contra personas detenidas, varios de tipo sexual, desnudamientos y sentadillas que nada tienen que ver con un trato respetuoso con los derechos de todo ciudadano, incluso cuando es detenido. En las redes sociales, así como aparecen grupos que incitan a la violencia y el saqueo, también aparecen supuestos uniformados aparentemente infiltrados y en algunos casos filmados mientras participan de destrozos.
Por otra parte, todavía faltan anuncios de peso en materia de agenda social, que es parte del reclamo popular, sobre todo en materia de los mecanismos que determinan una desigualdad hiriente en el país. Es el caso del nivel de impuestos que en el país terminan por pagar las grandes empresas, que incluso registran utilidades cuantiosas, y que de hecho no llegan al 10%, es decir, casi la mitad de los impuestos que pagan esforzadas pymes.
En materia de nueva constitución el presidente tampoco dijo nada nuevo. Piñera, y con él parte de la derecha, se resiste a la idea de dejar que el pueblo soberano se pronuncie en un referéndum sobre una nueva constitución y que una fase constituyente abarque no solo al Congreso, sino que se amplíe a exponentes de la sociedad civil. Eso contrasta con el hecho de que desde la calle se desea participar en el proceso y no solo con un referéndum que ratifique lo establecido por un Congreso fuertemente desprestigiado. Hay alcaldes que están promoviendo consultas ciudadanas, mientras que la oposición ha encontrado una gran coincidencia en torno a la idea de una fase constituyente. Falta la decisión política del mandatario. Indispensable para este sistema fuertemente presidencial.
Quizás, lo que más falta es comprender a fondo lo que hoy está ocurriendo en el país.