La lleva cabo el movimiento ER en forma pacífica, bloqueando lugares públicos para concientizar a los ciudadanos sobre la necesidad de tomar medidas pronto.
“Muestren respeto por el resto de los ciudadanos; no recurran nunca a la violencia, ni verbal ni física; no oculten sus rostros; asuman la responsabilidad y las consecuencias que supone saltarse la ley; nada de alcohol ni de drogas”. Es la explicación que uno de los dirigentes del movimiento de desobediencia civil Extinction Rebellion (ER) está dando a un grupo de cientos de activistas que en Londres han ocupado una plaza para manifestar contra la desidia de los gobiernos en tomar medidas respecto del cambio climático. Durante una semana los habitantes de la capital del Reino Unido pondrán a prueba su paciencia ya que la iniciativa de desobediencia civil supone cortar el tránsito, ocupar puentes, realizar mítines y manifestaciones en lugares públicos emblemáticos para sensibilizar a la ciudadanía ante la necesidad de intervenir y pronto para reducir los efectos negativos sobre el clima de las emisiones contaminantes.
El objetivo de ER es pacífico, aunque desobediente. De hecho, un millar de activistas han sido detenidos por las fuerzas policiales. Pero el tema es que no buscan enemigos, sino aliados, particularmente en la ciudadanía, la misma que se ve dificultada para desplazarse. No es infrecuente que los transeúntes terminen con un “tienen razón” al escuchar sus argumentos. Entre ellos figuras destacadas de la cultura, como la actriz británica Emma Thompson o el prestigioso documentalista David Attenborough, cuya producción: Climate Change: The Facts (Cambio Climático: Los Hechos) acaba de ser presentada en la red televisiva de la BBC. Este anciano cineasta, de 92 años, ha señalado a la prensa la necesidad de tomar medidas en la próxima década, antes de “enfrentar un daño irreversible de la naturaleza”. Incluso el intendente de Londres, Sadiq Khan, ha usado un tono prudente al criticar las manifestaciones que bloquean el tránsito. “Comparto la pasión de los que combaten el cambio climático con sus protestas, y apoyo su derecho democrático a la protesta legal y pacífica. Pero todo esto está pasando factura a nuestra ciudad…”.
Varios elementos indican que ER recoge apoyos en una clase media sensible a la grave amenaza que se ciñe sobre la humanidad. Siguen las teorías de la politóloga estadounidense Erica Chenoweth, quien sostiene que para conseguir cambiar un sistema es suficiente obtener la adhesión desobediente del 3,5% de la población (unos 2,3 millones en el Reino Unido). Su objetivo inmediato es claro y no se pierde en una serie fumosa de teorías: alcanzar para 2025 un Reino Unido libre de emisiones de dióxido de carbono, y no para 2050 como menos ambiciosamente se proponen los analistas del Gobierno británico.
La adolescente sueca y activista del cambio climático, Greta Thunberg, que está movilizando a sus coetáneos en el mundo, los ha visitado. “Nos enfrentamos a una crisis existencial, a una crisis climática y a una crisis ecológica que nunca antes fueron abordadas como crisis. Las han ignorado durante décadas”, dijo a los manifestantes. Esta semana se reunirá con figuras políticas destacadas del país en su campaña para conseguir que los gobiernos tomen decisiones pronto. Las manifestaciones siguen, ER sabe que para alcanzar un resultado concreto es necesario insistir. Los anima lo que decía Gandhi: “Primero nos ignorarán, luego se reirán de nosotros, más tarde nos combatirán y, finalmente, habremos ganado”. Pero la sensación es que quien habrá ganado seremos todos.