Vacaciones Escuela – Esa propuesta que Jesús hace a sus discípulos es la que motivó una experiencia que ya lleva casi 20 años y han vivido cientos de personas a orillas del mar.
Niños, adolescentes, jóvenes, adultos. Hijos y padres, nietos y abuelos. Una gran familia es la que se ha ido conformando a orillas del mar a lo largo de los últimos 19 años. Ya son más de 1500 las personas, pertenecientes a 14 parroquias y 8 diócesis diferentes, que han disfrutado de unas vacaciones distintas, viviéndolas como una verdadera escuela de vida, una escuela de familia.
Las palabras de Jesús: “vengan conmigo a descansar” son las que inspiraron al padre Miguel Blanco para lanzarse a una experiencia que, casi dos décadas después, ha dado una ingente cantidad de frutos espirituales.
“Ese ‘vengan conmigo’ de Jesús –explica el padre Miguel–, ayudado por la espiritualidad de la unidad, me sonaba a ‘yo quiero descansar con ustedes’ y entendí que con el amor recíproco Jesús estaría presente en las vacaciones”.
La crisis social, económica y política de 2001 fue la oportunidad para creer que aún en ese contexto podía gozarse el descanso con plenitud.
Esa presencia de Jesús, surgida de un vínculo fraterno entre los veraneantes, ha significado para muchos un sentido diferente del descanso, período en el cual no faltan los momentos para recomenzar.
Fue la experiencia de Alberto, quien asegura que “no es fácil la convivencia entre tantas personas, son muchos los detalles cotidianos y todo lo que significa compartir una casa. Implica renunciar y morir a los deseos y maneras de uno, para darle lugar al otro”.
En ese sentido Graciela, su esposa, agrega que “es una manera de aprender a amar para encontrarnos con el hermano, con Dios y con uno mismo”. Y refiere una graciosa anécdota que la cambió: “Siempre le escapé a la cocina, no me gusta. Y en la asignación de tareas para cada día, si me tocaba la cocina, yo siempre le cambiaba a quien le tocaba la limpieza de los baños. Hasta que a partir de un conflicto en la cocina, el padre Miguel me puso como referente del sector, para coordinar las tareas. Quería que la tierra me tragara. Pero esa experiencia me hizo perder mis miedos y hasta me permitió animarme ya en mi propia casa a invitar a gente a comer, algo a lo que no me atrevía por mi terror a la cocina”.
Para otros, incluso, las Vacaciones Escuela han sido escenarios donde se han dado pequeños-grandes milagros. Silvina, mamá de Tiago, quien padece un retraso madurativo, cuenta que su hijo “dio los primeros pasos allí, caminando hacia el mar. En él repercute mucho el estado emocional y allí se sentía amado. Al punto que un día se nos perdió en la playa y mientras lo buscábamos desesperadamente los vemos que viene de la mano de una pareja. La mujer me explica que Tiago, con absoluta soltura y tranquilidad, le dijo ‘estoy perdido, me llevás con mamá y papá’. Yo no podía creer cómo pudo con su problema comunicarse así. Para mí fue un descubrimiento de los milagros que hace esta comunidad”.
“Lo que vivimos en las Vacaciones Escuela es la vida que uno quisiera todo el tiempo –explica el padre Oscar–. Es la vida del cielo y eso es factible. Yo lo viví. Incluso un tiempo estuve vacacionando en otro lugar y me pareció ser como el hijo pródigo, que de repente está comiendo bellotas cuando tenía la posibilidad de comer pan en abundancia. Ese pan en abundancia, en las Vacaciones Escuela, es el amor fraterno”.
Son muchos los que hablan de esta experiencia con emoción, como Mingo, quien entendió “la importancia de descansar con el otro, de descansar en serio. Jesús estaba presente entre nosotros y te da la sensación de querer quedarte para siempre”.
Como en toda familia, no faltan los momentos de dolor. Cristina cuenta que la primera vez que fueron, allí mismo se enteraron de la muerte de su suegro. “Pero el amor que habíamos experimentado en esos días nos permitió afrontar esta situación de dolor con entereza”, explica, y luego Mario, su esposo, completa: “Luego de ese momento de dolor volvimos a las Vacaciones Escuelas, llevamos a mi mamá, a mis nietos. Uno cuando viene a las Vacaciones quiere mostrar a su familia”.
Tampoco han faltado espacios de diálogo y escucha, sobre todo en momentos de crisis, en los que varios de los jefes de familia habían perdido el trabajo; fruto de esa comunión sobre las dificultades aparecieron, más tarde, nuevas posibilidades laborales.
Jóvenes de hoy que comenzaron a ir cuando eran niños y que actualmente eligen por sí solos participar de esta experiencia; otros que se han conocido en las Vacaciones Escuela, que se han puesto de novios y hoy son padres de familia; personas de otras iglesias y agnósticos que se sintieron profundamente amados; otras que se animan a afirmar que fue una experiencia que les cambió la vida por completo.
Son cientos y cientos los testimonios que hablan de una vivencia inolvidable, que no se limita a 15 días en La Lucila del Mar sino que luego continúa y se acrecienta a lo largo de todo el año ·
Próximas Vacaciones Escuela
La Lucila del Mar: Del 13 al 19 de enero y del 21 al 27 de enero.
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