Sin embargo, fue firme en recordar su intención de reformar el acuerdo de paz con la ex guerrilla de las FARC. Por primera vez una mujer es vicepresidente.
El discurso de asunción como presidente de Colombia de Iván Duque quiso ser un mensaje de unificación en un país fuertemente polarizado. Miembro de un partido de derecha, pese a llamarse Centro Democrático, el nuevo mandatario, de 42 años, se presentó como representante de “una nueva generación”, y manifestó su intención de “gobernar libre de odios, de revanchas, de mezquindades”.
El líder del Centro Democrático, el ex presidente Álvaro Uribe se ha opuesto tenazmente contra la presidencia de Juan Manuel Santos, que terminó ayer su mandato. Santos fue ministro de Uribe y este último no aceptó el giro que quiso dar su sucesor a la política exterior y la de seguridad interna. Por ello se opuso tajantemente a los acuerdos de paz firmados con la ex guerrilla de las FARC. “Recibimos un país convulsionado”, afirmó Duque mencionando a los más de 300 líderes sociales asesinados en el último año y medio, el aumento de los cultivos de coca en el que sigue siendo el primer país productor de cocaína del mundo y la violencia que ejercen elementos disidentes de las FARC, las bandas de narcotráfico y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
“Debemos dejar claro en nuestra Constitución que el narcotráfico y el secuestro no son delitos conexos al delito político. Hoy mismo le cumplo a Colombia y llevaré esta iniciativa ante el Congreso”. La referencia es a su intención de reformar el reforzado el acuerdo con las FARC en el aspecto de la justicia transicional, para que cumplan con la cárcel los responsables de crímenes de guerra y para que no se caratulen como políticos los delitos mencionados. Es una postura bastante más moderada y deberá confrontarse con las demás fuerzas políticas de un Congreso en el que el Centro Democrático es el partido más fuerte, pero sin disponer de mayoría.
A la guerrilla del ELN envió un mensaje del mismo tono: retomará las negociaciones si los insurrectos se concentrarán bajo supervisión internacional y si cejan sus actividades delictivas. Duque rechaza que “la violencia sea legitimada como medio de presión al Estado”.
En lo económico, Duque manifestó su intención de reducir el tamaño del Estado, y fomentará la actividad empresarial privada, intentará alcanzar un crecimiento sostenido, en torno al 4%.
El presidente del Senado, Ernesto Macías, del Centro Democrático, dio en por su parte un mensaje fiel al tono de proprio de Uribe hablando de un país “en el socavón” y homenajeando al ex mandatario. Palabras en dirección opuesta al intento conciliatorio del flamante presidente. Se manifiesta aquí uno de los dilemas sobre la nueva gestión: ¿qué tanta autonomía de decisión tendrá Duque respecto de su mentor? En estos días el debate también se centra en la acusación a la que deberá responder Uribe ante la Corte Suprema, de haber manipulado testigos para que incriminaran al senador Iván Cepeda. La justicia absolvió al senador y surgieron elementos que incriminan a Uribe, al que Cepeda vincula con el paramilitarismo según testimonios recogidos por el legislador. Napoleón enseñaba que el ataque es la mejor defensa, y Uribe ha sido un buen alumno de esta doctrina.
¿Logrará Duque ese perfil más centrista y moderado que pretende imprimir a su gestión? Por lo pronto su Ejecutivo se presenta como paritario, con varios miembros jóvenes, de entre 35 y 45 años, con una vicepresidenta que por primera vez es una mujer, Marta Lucía Ramírez. Serán los hechos los que hablarán por él.