Es conocida la costumbre de los aficionados al turf acerca de cábalas y martingalas de todo tipo para conocer los nombres de los posibles ganadores. El interés es meramente monetario, y se basa en conocer sus posibilidades de ganar para jugarle unos boletos y hacerse así de unos morlacos.
En la jornada del 16 de octubre, evocando su debut en la primera del Barça, allá por 2004, Lío Messi inspiró a múltiples haras para registrar a varios equinos con su apellido. La racha de bautismos arrancó en Panamá, siguió en Turquía, Córdoba, Japón, Dinamarca, Nueva Zelanda, Alemania, Trinidad y Tobago, Croacia, Filipinas, Brasil, Jamaica, Perú y México.
De estos dieciséis caballos pura sangre, seis no ganaron nunca. En tres de ellos no hay indicios siquiera haber pisado la pista de ningún hipódromo.
La portación de apellido parece dar pocas garantías sobre los matungos, al menos en el universo de las carreras.
Sin embargo los muchachos de América erigieron una canción con el nombre de A horse with no nome (un caballo sin nombre), y aquel fue su primer hit.
Casos y cosas.