Una nueva oportunidad de paz para Colombia

Una nueva oportunidad de paz para Colombia

Ayer la guerrilla de las FARC y el Gobierno firmaron el nuevo acuerdo de paz. El texto será refrendado la semana que viene por el Congreso.

Colombia tiene una nueva oportunidad para la paz. Ayer en el bonito teatro Colón, en el casco histórico de Bogotá, el líder de las FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, y el presidente Juan Manuel Santos firmaron en una solemne ceremonia el nuevo y definitivo acuerdo de paz. Ambos se refirieron a la nueva fase en la que entra el país con palabras emotivas. “Que la palabra sea la única arma de los colombianos”, afirmó Londoño quien también volvió a reiterar la “solidaridad con todas las víctimas de esta larga guerra”. “Hemos parado el desangre y que no haya más víctimas”, afirmó por su parte Santos, quien destacó que “en un mundo polarizado, también podemos ser ejemplo y poner el país por encima de los intereses políticos”.

Luego del shock que supuso la derrota del primer acuerdo en el plebiscito celebrado el 2 de octubre -un evento inesperado ya sea por los partidarios del “sí”, ya sea por el propio frente del “no” que lo rechazaba-, las partes volvieron febrilmente a negociar cambios. Hubo además unas 500 propuestas realizadas por los sectores que integraron el “no”, varias de las cuales han sido incorporadas en el nuevo texto.

En efecto, el propio Santos manifestó que este acuerdo es mejor que el primero. Entre los cambios, figura la preparación de un inventario de los bienes en manos de las FARC, los que serán utilizados para reparar a las víctimas. Se excluyó la participación de jueces extranjeros en la aplicación de la justicia transicional, y en esos procesos los acusados para benefeciarse de las penas alternativas deberán también brindar información en los temas vinculados al tráfico de drogas. El texto ha sido visado por autoridades de varias Iglesias ya que algunos sectores cristianos fundamentalistas acusaron a las partes de querer introducir la ideología de gender. El propio Santos aclaró que sólo hay un análisis del conflicto desde las consecuencias que han padecido las mujeres, las que, como en todo conflicto, han padecido las peores consecuencias, pero se excluye toda teoría de gender en el acuerdo de paz. Finalmente, se estableció que el acuerdo no será parte de la constitución.

Pese a los cambios aportados, los sectores del “no” han rechazado también este nuevo texto manifestando que las modificaciones no son de sustancia. Paradojalmente, lidera esta oposición el ex presidente Álvaro Uribe, quien como mandatario intentó alcanzar un acuerdo similar en los contenidos.

El acuerdo no será refrendado por un nuevo plebiscito, que la carta constitucional no exige, sino que a partir de la semana que viene pasará al estudio del Congreso que deberá ratificarlo. Allí el debate dará indicaciones acerca de la polarización ideológica en torno a este tema. Por otra parte una vez refrendado el acuerdo podrá avanzar el proceso de concentración de los guerrilleros (unos 7 mil) en una veintena de zonas ya establecidas, la entrega de las armas en un proceso a cargo de observadores de la ONU, y el tránsito a la vida civil. El presidente confía que en cinco meses la totalidad de las armas de las FARC estarán en manos de Naciones Unidas.

A comienzos del mes que viene, Santos deberá ir a retirar el Nobel de la paz que le fue otorgado precisamente por haber alcanzado este acuerdo de paz. Este eco mundial que produce la experiencia colombiana podrá, posiblemente, fortalecer una pacificación que espera avanzar por otros dos carriles: alcanzar un acuerdo similar con la otra guerrilla, el ELN, cuyos negociados tardan en comenzar; y neutralizar la violencia de las bandas criminales (ex paramilitares) que infestan varias zonas del país. Esta semana, varias organizaciones de la sociedad civil denunciaron que en lo que va del año unos 200 entre sus líderes y miembros han sido asesinados en el país.

La paz está firmada, ahora hay que construirla.

 

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