Una definición entre el desconcierto institucional

Una definición entre el desconcierto institucional

Este fin de semana se define al campeón del fútbol argentino y al tercer clasificado a la próxima edición de la Copa Libertadores.

Una de las últimas decisiones de Julio Humberto Grondona como presidente de la AFA, antes de su muerte, fue la creación del torneo de 30 equipos. Todo el mundo sabía que deportivamente era lo menos aconsejable (la FIFA no está de acuerdo en que las ligas tengan más de 20-22 participantes), pero el mandamás del fútbol argentino estaba empecinado en hacer un gesto hacia el fútbol del interior, abrir la participación masiva en la máxima categoría y así seguir sumando poder.

Sin embargo, tras su deceso, la AFA quedó acéfala y las peleas, casi dos años después, sólo persiguen el objetivo sobre quién conducirá esta fuente de inmenso poder en la Argentina. En tanto en lo deportivo, todavía quedan resabios de aquella loca idea grondoneana y aún están intentando dilucidar cuál será el mejor camino para achicar el torneo. Nadie quiere perder el privilegio de codearse con los grandes, mientras que estos, precisamente, piensan en una Súper Liga profesional, al estilo España, que permita “acrecentar los ingresos” de un producto seductor como el fútbol vernáculo.

En ese contexto, este sábado y domingo habrá acción en dos estadios. Por un lado, mañana se definirá entre los segundos de cada una de las zonas de 15 equipos (Estudiantes y Godoy Cruz), en el estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba, quién ocupará una plaza en la Copa Libertadores 2017. Mientras que la gran final que determinará quién será el campeón será el domingo en el Monumental, entre los primeros de cada grupo (Lanús y San Lorenzo).

El único beneficio que puede notarse de esta estructura es la finalización a tiempo del torneo, acomodándose a un apretado calendario con Copa América en el medio. Como pocas veces, el fútbol argentino tendrá un receso de aproximadamente 60 días, algo inusual en el vertiginoso mundo del fútbol actual.

La AFA necesita una reestructuración desde las bases y cuesta imaginar que muchos de los actuales dirigentes puedan llevarla adelante. Algunos provienen de la cultura verticalista de Grondona, y la historia y presente de otros no es la más confiable. Basta pensar que uno de los principales candidatos, como Hugo Moyano, permite el velorio de un barra brava en el estadio del club del cual es presidente, Independiente.

Con un presente confuso, sin un futuro claro y con algunas ideas de intervención estatal, el fútbol argentino camina sin rumbo. Junio será un mes de definiciones, no sólo deportivas sino institucionales, ya que se elegirá un nuevo presidente. El tiempo dirá si estos dirigentes son capaces de echar un manto de transparencia a un ambiente por demás oscuro.

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