Un abrazo desde la Iglesia joven

Un abrazo desde la Iglesia joven

Después de tres años de representar a los jóvenes en la Pastoral Nacional Juvenil, Diana Fanlo y Mariano García le pasan la posta a Noelia Barrera y Santiago Tognetti. Desde el famoso “hagan lío” del papa Francisco, hasta asumir los desafíos de la Iglesia.

Diana y Mariano representaron como coordinadores a los jóvenes de Argentina en la Pastoral Juvenil Nacional, área que nuclea a todos los jóvenes de la Iglesia Católica durante tres años. Cada uno de sus caminos inició con la esperanza de acompañar a los jóvenes y de crear una Iglesia donde puedan ser partícipes del mensaje del Evangelio. Este camino se vio marcado muy fuertemente por la presentación del segundo Encuentro Nacional de Juventud que se hizo en Rosario después de mucho tiempo.

Mariano y Diana:

–¿Cómo fueron estos años?

–Fueron años de mucha intensidad, visitando y conociendo todas las comunidades juveniles en la región de Buenos Aires y después a nivel nacional.

Entre tantas cosas que rescatamos, primero el lugar de los chicos, el estar y seguir apostando por un espacio eclesial. En este tiempo, muchos jóvenes siguen viendo que el espacio en una parroquia, una capilla o un movimiento eclesial sigue siendo vital para ellos e importante, no solamente por encontrarse sino que también atraviesa muchas líneas que les interesa. Es la amistad, el vínculo con otras personas, el noviazgo, un espacio formativo, de mucha apertura y nuevas realidades.

La pluralidad de nuestra Iglesia, la diversidad misma, eclesialmente, culturalmente, como es nuestro país. Es un desafío muy fuerte el de seguir trabajando en la diversidad, no para llegar a una idea que atraviese a todos por igual sino para que realmente trabajando en las diferencias podamos seguir caminando juntos, respetando la vida propia de cada comunidad eclesial juvenil a lo ancho y a lo largo de nuestro país.

Hay cosas que uno tiene que seguir ahondando, por ejemplo cómo acercarse a los demás. Tenemos muy arraigado eso de “Iglesia en salida” pero es un desafío el encontrarnos en espacios que no conocemos. Muchas veces andamos con mapas fijados y el territorio ha cambiado en estas décadas. Sin duda siempre tenemos que actualizarnos para ver si realmente coincide y para saber también si tenemos un buen acompañamiento o de qué forma podemos hacer un mejor abordaje a la vida que hoy está fluyendo.

–Pensando que este año fue el “Año de los Jóvenes” impulsado por el Papa, ¿cómo fueron abordando el tema?

–Es un lindo caminar. A nosotros nos puso felices porque es sin duda que se promulga la vida del joven en el centro de nuestra Iglesia y cómo Dios se nos sigue revelando por medio de ellos. Por eso me parece realmente importante lo que va a pasar con este Sínodo (ver aparte) que tiene estos tres pilares, reconocer, interpretar y elegir. Para ver qué pasa, cómo acompañamos, cómo abrimos puertas a la vida de tantos jóvenes, y no excluir para que la vida de ellos interpele a toda la Iglesia y nos vaya modificando. El Sínodo es de todos y que la Iglesia escuche a todos los jóvenes. Eso nos permite acompañar más y escuchar. Eso es un sueño.

–¿Qué objetivos tienen para este año?

–Después de este Encuentro Nacional quedaron las comunidades muy movilizadas. Para muchos jóvenes fue el “primero” y ese impacto en las comunidades eclesiales juveniles en todo el país hacen que uno quiera, desee, no tan lejanamente, un próximo encuentro.

Ahora las comunidades volvieron a su lugar y están nuevamente revitalizándose dentro de sus propias comunidades. Sin dudas desde la Pastoral argentina es hora de acompañar esas iniciativas pero también con una mirada a largo plazo, para ver cómo seguir acompañando y también expectante porque seguramente, posterior al Sínodo, va a quedar algo y sin duda se está esperando esa voz de la Iglesia para seguir nutriendo el pensamiento y el caminar de cada una, y asimismo el de la Pastoral. Por eso ahora hay un remanso no quieto, sino a discernir lo que se está viviendo en las comunidades, posterior a lo que se vivió en el segundo Encuentro Nacional.

Año de cambios

Este año se cumple el trienio de los coordinadores nacionales y terminando con su cargo le pasaron la posta a Santiago y Noelia. Ellos fueron nombrados por los obispos de la Pastoral Juvenil como los nuevos representantes y coordinadores en Argentina.

Su participación en la Pastoral Juvenil empieza con la intención de conocer las diferentes realidades de cada carisma, e ir construyendo desde cada uno la unidad que tiene como propósito la Iglesia. Buscar unir a los jóvenes con el resto de la Iglesia, que sean partícipes de toda la comunidad y desde su mirada aportar creando lazos que unan.

Noelia y Santiago:

–¿Cómo pueden describir, desde la experiencia, el trabajo Pastoral?

–Nos gusta pensar la Pastoral como sinónimo de abrazo, algo grande que abraza a todos los carismas en su diversidad. Es ahí donde hay que actuar imitando la mirada y el accionar de Jesús. Él no se fijaba en quién cumplía la Ley. Miraba a todos por igual. Es clave la humildad, la entrega de amor y una mirada de misericordia, sacándonos la venda de los prejuicios. Preguntarnos qué haría Cristo en mi lugar en este momento tan particular de nuestra Iglesia.

–¿Cómo definirían a los jóvenes de hoy que están en la Pastoral y también a los jóvenes en general? ¿Cómo los ven?

–La fuerza, la creatividad y las ganas de llegar a todo es algo muy característico de los jóvenes que trabajan en Pastoral.

Los vemos movilizados, con todo lo que eso genera también, que es incertidumbre, divisiones, debates, incluso a veces peleas. Los sentimos inquietos y eso nos deja tranquilos porque nos invita a que desempolvemos un montón de cosas, a que nos repensemos, reconstruyamos y que lo que sea que genere, que sea más concreto, auténtico y sobre todo con más amor.

En estos tiempos donde el joven es crítico por naturaleza y a veces un poco la mundanidad se aprovecha para que cargue con sus ideales, es la oportunidad de crecer en un montón de cosas y el clima en ese sentido es totalmente de conversión. Cuando no salimos a contraatacar sino a poner la otra mejilla para ver en qué podemos crecer para justamente llegar a todos y no ser cada vez menos. En ese sentido, la juventud está especialmente interesada en generar una mesa donde se pueda sentar a todos.

–Se hizo este año un encuentro muy importante en Argentina, en Rosario. ¿Cómo sienten que fue el encuentro? ¿Qué rescataron de este converger de todos los jóvenes? ¿Sienten que la sociedad por ahí no logra ver este tipo de actos?

–Lo que más nos quedó es la alegría del encuentro. Los jóvenes estábamos fascinados de habernos encontrado. Se vivió con mucho entusiasmo. Había alegría y felicidad de estar compartiendo ese momento. Era todo alegría de compartir con el otro.

Los medios silenciaron el Encuentro pero no callaron a los jóvenes. Hubo repercusión entre ellos. Salieron a contar lo que habían vivido y eso es muy lindo. El fruto de este encuentro es que incluso despertó a toda nuestra Iglesia.

Después del Encuentro tuvimos una reunión con los obispos de la región del Litoral; la mirada y la atención están puestas en nosotros. Hubo también una movilización de parte de las jerarquías de la Iglesia y eso también se ve.

–Ustedes representaron a los jóvenes argentinos en el Pre-Sínodo. ¿Cuál fue la experiencia vivida?

–La experiencia fue de Iglesia universal, sobre todo de un sentir transversal de los jóvenes a nivel planetario. Realmente hablábamos de la misma realidad, con diferentes matices, diversidad cultural e incluso otras religiones y no creyentes; era cultivar y confrontar realidades distintas pero que las unía un sentido que nos atravesaba a todos y a partir de ahí generar la Iglesia que queremos. Fue una experiencia hermosa y muy concreta de mundo unido.

–¿Cuál es el mensaje más auténtico?

–La autenticidad misma. Muchas veces lo que tenemos en lo más profundo del corazón es lo más frágil, entonces es lo que menos a uno le sale, por eso el Papa nos llama a ser valientes.

Nuestra convicción es el amor. El amor es algo que no pasa desapercibido, con el amor damos un salto de calidad en la sociedad y es a través de perseverar en ese amor que justamente no se pone como verdad sino que es vulnerable, que está frágil frente al otro. Descubrimos en la fragilidad una forma de donarnos, una forma no de hablar con certezas sino de lo que el corazón fue aprendiendo, del discernimiento que vamos haciendo y desde ahí el otro es riqueza. Lo profundo del corazón es muy personal y es universal. Es ahí cuando vemos que no es lo mismo lo que uno siente y lo que el otro siente sino que el camino de uno enriquece al otro, siempre y cuando estemos abiertos a sorprendernos. Dios opera desde la sorpresa, Dios no está escrito, sino que es un desafío.

El camino está a construir y es por eso que hay que tomar una opción por lo que uno cree y jugarse por un “para siempre”. Es uno de los sentidos que atraviesa al joven y es una vocación de la respuesta de amor que nosotros damos desde el mundo, desde el lugar que nosotros queremos aportar, y por eso tenemos que ser valientes, tomar coraje y no tener miedo por lo que va a pasar. Más en tiempos en que la incertidumbre está por todos lados.

–La pastoral tiene una misión evangelizadora con esto de que Dios tiene que ser central. ¿Cómo lo interpretan ustedes? ¿Cómo hacen para ser transmisores del Evangelio?

–Una propuesta evangelizadora es justamente hacer un discernimiento personal y colectivo y con una mirada en salida hacia el amor. La propuesta de la Pastoral es ver la Iglesia enriquecida con todos los carismas pero que no se encierra en sí misma sino que sale al encuentro del otro, sobre todo del más vulnerable, el que no la pasa bien, hacia ahí vamos. Por eso el Encuentro Nacional tenía esta clave, proceso de discernimiento personal para lograr un compromiso personal y colectivo con el que tengo al lado. Ver a un Dios que se hace carne y toca la herida del otro, y desde ahí evangelizamos.

Sínodo de los Obispos

El Sínodo de los Obispos es una institución permanente, creada por el papa Pablo VI (15 de septiembre de 1965), en respuesta a los deseos de los Padres del Concilio Vaticano II para mantener vivo el espíritu de colegialidad nacido de la experiencia conciliar.

Del 3 al 28 de octubre se lleva a cabo la XV Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.

En ocasión de la entrega del Documento Preparatorio, en marzo de este año, el propio papa Francisco alentó a los jóvenes asegurándoles que “un mundo mejor se construye también gracias a ustedes, que siempre desean cambiar y ser generosos. No tengan miedo de escuchar al Espíritu que les sugiere opciones audaces, no pierdan tiempo cuando la conciencia les pida arriesgar para seguir al Maestro. También la Iglesia desea ponerse a la escucha de la voz, de la sensibilidad, de la fe de cada uno; así como también de las dudas y las críticas”.

Más información en www.synod2018.va

Por Anabella Berdinelli y Santiago Mampel

Nota: artículo publicado en la edición Nº 602 de la revista Ciudad Nueva.

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