Editorial de la edición Nº 603 de la revista Ciudad Nueva del mes de noviembre.
Cuando en el seno de la redacción comenzamos a pensar en esta edición sobre relaciones fraternas, muchas fueron las formas que iba tomando este concepto, tan amplio que se hace difícil abarcar en su totalidad.
¿A qué llamamos una relación fraterna? Sin dudas hay una idea de hermandad que atraviesa esos vínculos que, ante todo, refieren a un aspecto positivo y enriquecedor entre las partes. Pero, ¿de qué partes hablamos? Y allí el abanico comienza a abrirse de tal manera que prácticamente todos los modos en que nos relacionamos con nuestro entorno pueden ser fraternos o no. Es una elección de vida, no siempre sencilla, que busca ir más allá de las diferencias, dificultades y conflictos que puede suscitar el encuentro con el otro.
Esa relación fraterna de la que hablamos puede comenzar por un primer valor como es el del respeto, que en cierta manera se convierte en una puerta de entrada a un vínculo mucho más profundo.
Un simple y no siempre fácil “tratarnos bien” puede ser el comienzo de un encuentro mucho más valioso y duradero, en el que no hay lugar para la indiferencia sino para el reconocimiento del otro como ser auténtico y original. Ya ese primer paso es todo un desafío.
¿Y quiénes son candidatos a ser protagonistas de una relación fraterna? Todos. Por eso creemos que vale la pena asumir el compromiso de vincularnos así con quien nos cruzamos en la calle, incluso sin conocerlo; con los miembros de nuestra familia, más allá de las diferencias generacionales; con los compañeros de trabajo o de estudio; con el vecino; con quien profesa una religión diferente o bien no tiene una fe en particular. Nuestra Madre Tierra también es merecedora de este trato fraterno, traducido en un imperioso cuidado de la Casa Común en el que todos debemos estar alineados.
Mirándonos a los ojos o en los nuevos y siempre complejos canales virtuales, que muchas veces se convierten en un riesgoso campo de juego en donde “vale todo”, estamos llamados a ese “tratarnos bien”. Esa manera de relacionarnos fraternalmente manifestada ni más ni menos que en la universal Regla de Oro: “Hacé a los demás lo que te gustaría que te hicieran a vos” ·
Nota: Ver sumario de la edición Nº 603 de la revista Ciudad Nueva.