“Tenía una caridad que cubría todo”

“Tenía una caridad que cubría todo”

Marta “Marvi” Yofre tuvo el privilegio de vivir cerca de Chiara Lubich en su rutina cotidiana. Quién mejor que ella para ayudarnos a descubrir una faceta más íntima de la fundadora de los Focolares.

Su nombre de pila le ha cedido el lugar a Marvi, la manera como es conocida dentro de la gran familia de Chiara Lubich. Y aunque ella diga que perdió la tonada característica de las tierras que la criaron, se puede detectar que es oriunda de Córdoba, desde donde nos habla.

Tiempo atrás su elección de vida focolarina la trasladó a Roma, ciudad en la que funciona el Centro del Movimiento. Allí vivió 12 años. Así que desde esa larga experiencia en Italia cuenta aspectos sobre Chiara que, al menos para algunos, nos resultan más desconocidos. Uno de ellos, y que a nuestra entrevistada le quedó marcado para toda la vida, fue la confianza que transmitía. “Para mí siempre fue fortísimo sentir la seguridad que depositaba en todos nosotros”, expresa con una sonrisa, como lo hace con todos los recuerdos que va soltando a lo largo de la conversación.

–Empecemos por lo primero: ¿cómo era la personalidad de Chiara?

–Era una personalidad muy completa. Recuerdo una mujer tenaz, coherente, fiel. En ella advertías una humanidad enorme, que contaba con una gran simplicidad (le gustaba pintar, escribir) y al mismo tiempo una gran riqueza humana. A su vez, en esa simpleza de todos los días también encontrabas una potencia interior gigante que te dejaba admirada. Una potencia que era la que le permitía pararse frente a multitudes y grupos de los más variados.

–La Chiara que más conocemos es esa, la que habla con una convicción formidable ante la gente. ¿Pero cómo era el detrás de escena, la instancia previa a esos momentos?

–Era curioso porque así como la veías expresarse con esa energía, al principio siempre temblaba un poco. Yo veía que le costaba enfrentar a los públicos grandes. Ella pensaba: “¿yo qué le voy a decir a esta gente?”. Pero después terminaba contando a los políticos la historia del Ideal de la Unidad, las experiencias más simples, ¡y vos vieras el rostro de estas personas al escucharla! Cuando tenía que encontrarse ante jóvenes, artistas, budistas, momentos antes la veías como una criatura que parecía “nada”, sentadita, simple, serena, callada, y de golpe irrumpía con lo que tenía para decir. Eso a mí me impresionaba.        

–¿Y en momentos de mayor distensión?

–Tenía un gran sentido del humor. Siempre largaba una palabrita para hacernos reír. Constantemente. Le nacía de adentro, como si no lo pensara. En los momentos más serios, de golpe aparecía con un chiste. Era muy alegre. Parecía una persona inalcanzable, pero cuando estaba en confianza o en momentos más relajados, era un gozo. Tenía una normalidad muy grande.

–Imagino que Chiara dejaba la vara a una altura muy alta con respecto a la radicalidad en la vida cotidiana y el ir a fondo con lo que se proponía. ¿Era difícil seguir ese ritmo? Cuanto menos, pienso que demandaba exigencia.

–Mirá, ella tenía tal caridad que cubría todos esos aspectos que a veces podrían parecer demasiado exigentes. Sinceramente, nunca sufrí la exigencia. Sentí más el amor, aun en aquellos momentos en los cuales te hablaba desde la verdad. Había momentos duros en los que a veces se daban intercambios un poco más complejos, pero ella siempre se manejaba con caridad.

–¿Cómo era Chiara en esas situaciones más complejas, de dolores y dificultades? ¿Se podía notar cuando el camino se le hacía cuesta arriba?

–Yo la he visto en muchos momentos de dolor. Como en su enfermedad, por ejemplo. Pero era una persona a quien percibías serena interiormente, silenciosa. Es así que nunca faltaba una sonrisa, un “gracias”. ¿Sufría? Sí. Pero era tal el amor con el que ella aceptaba y atravesaba ese dolor (esta idea de que se pasa de la muerte a la vida porque amás, algo que ella nos solía decir), era tal esa decisión, que veías luego los frutos de ello.

–Una de esas enseñanzas que dejó, ¿no?

–Para mí ha sido la riqueza más grande poder estar cerca de Chiara y constatar eso, encontrar a Jesús también en el dolor. Ese rostro de Jesús abandonado. La vida está llena de alegrías y sufrimientos, pero me quedan más las alegrías, porque lo pude comprobar: el amor a ese Jesús que está abandonado te da plenitud. 

–Cuando fallece, en marzo de 2008, de repente alguien que tenía tanta claridad para tomar decisiones y marcar el camino ya no estaba. ¿Cómo fue ese momento?

–Para entonces yo vivía en Buenos Aires. Sabía que Chiara estaba grave y para mí era un dolor fuerte no poder estar acompañándola. Incluso la noche anterior a su muerte recuerdo que me costó dormir. Sí estuve en el funeral, en el que me impactó muchísimo ver esa multitud tan variada, de todos los colores, religiones, infinidad de obispos, políticos. Fue impresionante. Pero nunca sentí que ella no estuviera más. Al contrario, se quedó con nosotros.

–Seguro apareció la pregunta “¿y ahora cómo seguimos?”

–Fue fuerte experimentar esa duda. Me acuerdo de la Asamblea que se realizó luego del fallecimiento, en la que había que elegir a la nueva presidenta. Significó el esfuerzo de decir, “bueno, Chiara no está, tenemos que ponernos de pie”. No era fácil poner el Movimiento en manos que no fueran las de ella. Me acuerdo de que también me tocó acompañar a los primeros compañeros y compañeras de Chiara. En ellos el dolor era inmenso. 

–Si bien vivió una guerra, no le tocó enfrentar ninguna pandemia. ¿Cómo creés que reaccionaría frente al contexto en el que vivimos hoy?

–Las circunstancias que ella vivió cuando Dios le hace comprender el carisma de la unidad eran de guerra, destrucción, dolor, muerte. Con la pandemia, hoy Dios nos presenta un panorama distinto pero que, en esencia, es eso. Siento que ese carisma es la respuesta al hoy. Yo cada día me veo interpelada a ver qué hago para ser más radical en mi vida. Esta situación nos empuja a vivir por la fraternidad, el dar la vida constantemente. Tenemos que pedir la gracia de ser fieles y radicales, y que vuelva a renacer ese Ideal en todo su esplendor. Chiara lo querría ·   

Anécdotas que hablan

“Hubo muchos momentos. Era muy lindo sentir la cercanía constante de Chiara. Te conocía, tenías una relación especial. Ya desde el momento en que la vi por primera vez pude experimentar eso. Me acuerdo de que fue cuando ella viajó a Buenos Aires a reunirse con algunos focolarinos y yo, que por entonces vivía en Córdoba y hacía poco que conocía el Movimiento, conseguí ir hasta el aeropuerto de Ezeiza con unas amigas. Nosotras solíamos mandarle cartas y fotos pero no la conocíamos personalmente. Así que queríamos, al menos, intentar verla. Claro, cuando llegamos no podíamos esconder nuestra felicidad, así que Chiara se dio cuenta y se acercó a nosotros. Y ahí me sorprendió, porque me tomó del brazo y me dijo: ‘Vos sos Marta, te conozco ya’. Ese gesto lo recuerdo con mucho cariño.  

Y en ese sentido, también podría decir que para mí siempre fue fortísimo sentir su confianza. Es algo que me quedó grabado para toda la vida. Ella tenía esa característica, de hacer sentir al otro en su deber ser, no te veía solo como eras, sino en el proyecto de Dios sobre tu vida. Por ejemplo, recuerdo un 7 de diciembre, día que se considera como el nacimiento del Movimiento de los Focolares, ya que es cuando Chiara decide consagrarse a Dios. Yo estaba en Roma, y con motivo de la fecha se había organizado un evento e iban a venir medios de comunicación a entrevistarla. Pero ella quiso que también algunas compañeras suyas contáramos sobre nuestra experiencia de consagración. Nos reunimos varias veces para practicarlo y yo no lograba expresarme correctamente. Así que propusieron que yo le dejara mi lugar a otra. Pero Chiara dijo: ‘Verán que le saldrá’, y se jugó al imprevisto. Me acuerdo cuando finalmente llegó mi momento de hablar, me temblaban las piernas, ¡había como 1500 personas! En ese momento pensé: ‘Ahora voy a vivir por ella, me olvido de mí’. Y tengo el recuerdo de la mirada de amor que me dirigió Chiara cuando me tocó el turno. Fue tal que me transmitió una paz y una serenidad inolvidables. No sé si lo que dije terminó saliendo bien o mal, pero sé que lo que ella me irradió fue una gracia enorme”.

Artículo publicado en la edición Nº 622 de la revista Ciudad Nueva.

  1. Me encantó !
    Siempre estar con Marvi fue sentir lo carismática y cercana que es, y como sin darte cuenta te llevaba siempre allí arriba al mejor ejemplo de Chiara.
    Seguramente está orgullosa de Marvi, como lo estamos quienes la conocemos .

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  2. Fue hermosa esta nota….pinta a Chiara una vez mas tan autentica…y coherente…pero sobre todo nos impulsa a vivir mas en el amor….a testimoniar…y ser reflejo de su Obra…..gracias Marvi y todos…unidisima en Jesus y Maria …de la mano de Chiara

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