Editorial de la revista Ciudad Nueva de enero-febrero.
legó el momento de frenar. Detener la marcha, recorrer en la mente el camino andado a lo largo del 2020 que se fue, disfrutar de este instante en el que posiblemente podamos encontrar un tiempo de reflexión, introspección, relación con otros y con el entorno, y proyectar este nuevo año que se inicia. Pasado, presente y futuro confluyen conformando un mosaico para evaluar, contemplar y mirar con esperanza lo que vendrá.
El freno de ahora ya no es forzado, como aquel del lejano marzo. La huella del año que terminó sin dudas quedará marcada en cuerpo y alma. Es momento de apreciar los aprendizajes que realizamos en estos meses desde el inicio de la pandemia que ha irrumpido en nuestra cotidianidad y nos ha generado, entre cuarentenas y aislamiento social, dolores, pérdidas irreparables, incertidumbre que aún perdura, pero también nuevos hábitos, oportunidades, reinvenciones individuales y colectivas, y tantos cambios que seguramente seguiremos experimentando a causa de este “enemigo invisible” que puso al mundo patas para arriba y con el que aún tenemos que convivir.
Después de tanto esfuerzo, encierro y virtualidad merecida es la etapa de descanso. Y el desafío será darle el espacio justo, el que a cada uno le haga bien en el contexto en el que tenga posibilidades. Habrá quien pueda partir hacia algún sitio de mayor tranquilidad y quien deba o prefiera permanecer en su casa, pero no ya con la vorágine habitual.
En su catequesis del 5 de septiembre de 2018, el papa Francisco se refería al mandamiento del descanso: “Parece un mandamiento fácil de cumplir, pero es una impresión equivocada. Descansar de verdad no es sencillo, porque hay descanso falso y descanso verdadero”. Y sobre este último explicó: “Es el momento de la contemplación, es el momento de la alabanza, no de la evasión. Es el tiempo para mirar la realidad y decir: ¡qué bonita es la vida! Al descanso como fuga de la realidad, el Decálogo opone el descanso como bendición de la realidad”.
Resignificar este momento del año tan esperado nos ayudará a vivirlo con plenitud. Cada uno desde su lugar, con sus capacidades y posibilidades, ha pedaleado sin parar para avanzar a pesar de las dificultades, subiendo una empinada cuesta que por momentos pareciera no tener fin y que ha sido regada de sudor y lágrimas. No obstante, llegó el momento de tomar la bajada. De permitirnos dejar de pedalear por un momento y disfrutar de la suave brisa que acaricia el rostro, amigándonos con el pasado, contemplando la belleza del paisaje y mirando con optimismo el camino por delante.
¡Feliz 2021!
Artículo publicado en la edición Nº 627 de la revista Ciudad Nueva.