Editorial de la revista Ciudad Nueva de mayo sobre la política.
Estamos viviendo un año electoral y hasta octubre (o noviembre, si hay segunda vuelta para definir quién será el próximo presidente) el recorrido será espinoso. En esos caminos, que no solo se transitan cuando se acerca el momento de elegir a los gobernantes, estamos todos: quienes tienen funciones públicas y son candidatos de un partido, quienes militan con diversas ideologías y quienes se mal autodenominan “apolíticos”, intentando tomar distancia de las ideas de unos y de otros, como una manera de observar a la distancia lo que va sucediendo en la vida política del país.
Y hablamos de caminos, en plural, porque la sociedad ha naturalizado que quien recorre un sendero tiene que ignorar o rechazar el otro, tan distinto y opuesto al propio que no merece ni ser aceptado.
En este sentido, todos los actores políticos (incluido el ciudadano común) tenemos una responsabilidad frente a esa grieta que nos divide y no nos deja descubrir el valor de la alteridad y la riqueza que puede significar el reconocimiento del que piensa diferente. Esa grieta, que ha sido construida en buena medida por los medios masivos de comunicación, y que también es utilizada por muchos para justificar sus posiciones ideológicas, no hace otra cosa que generar dolor y más división. Quienes “compran” la grieta inevitablemente están “comprando” mayor división entre los seres humanos. La grieta muchas veces opera como mordaza: “mejor no hablemos de política” y callamos para no provocar rispideces y desencuentros.
Es una realidad que existe, que la vemos y la reconocemos, aunque no estamos dispuestos a ser parte de ella. Quienes intentamos vivir por el ideal de la Unidad, sin dudas mucho más grande y por encima de cualquier ideología, entendemos que la única manera de andar estos diferentes y opuestos caminos es tendiendo puentes que puedan facilitar el intercambio y la posibilidad de nutrirse de las ideas del otro.
Para ello, debemos buscar criterios para no dejarnos deglutir por los grandes medios de comunicación y poner en juego nuestra mayor calidad de pensamiento y discernimiento, de modo que podamos encontrar respuestas sólidas cuando en estos tiempos eleccionarios cada uno se pregunta: “¿Qué elijo cuando elijo?”.
A través de las páginas de esta edición buscamos aportar claves de lectura para comprender el valor que tiene nuestro accionar en la vida política de una nación, basadas en esa definición de Chiara Lubich que cada día se vuelve un desafío mayor llevar a la práctica: “la política, amor de los amores”.
Diferentes experiencias y miradas también nos ayudan a comprender que esos cambios que todos deseamos se generan localmente primero, para luego poder dar un salto global. En este sentido, el Movimiento Políticos por la Unidad nuclea a personas de las más diversas convicciones pero convencidos de que el accionar en las ciudades puede generar un giro a gran escala. Lleva tiempo y esfuerzo, pero los propios protagonistas demuestran que vale la pena intentarlo.
Sabemos que recorrer los caminos de las diferencias puede generar dolor, renuncias, silencios y también palabras. Justamente estos últimos dos elementos son clave para alcanzar un diálogo sincero, donde la escucha profunda juega un rol imprescindible. Habitemos estos caminos espinosos, recorrámoslos e invitemos a todos a participar, estando a la altura de un Ideal grande, muy grande, en el que está comprobado que donde hay espinas, también hay bellísimas rosas.
Artículo publicado en la edición Nº608 de la revista Ciudad Nueva.
Hola: estoy parcialmente de acuerdo con el artículo. Por que es muy general, y en lo “ideal” no podemos estar en desacuerdo. Entonces, cómo hacemos para hacer lo que el artículo plantea?
Desde el interior del país, vemos que las elecciones se definen en las grandes ciudades por el nro de habitantes que tienen (CABA, Pcia Bs As, Córdoba, Santa Fé), y nos preocupa y mucho lo que allí hacen. Por un lado porque al menos en la última elección estamos totalmente en desacuerdo, y nos tenemos que fumar lo que deciden. Pero fundamentalmente porque se ve que el ritmo de las grandes ciudades hace que los ciudadanos que allí viven no piensan la información que reciben. No es una crítica destructora, sino la intención es ayudar a tomar conciencia. Porque la alienación es real, y no hay tiempo para digerir, procesar y leer lo que se recibe. Macri llegó a presidente luego de 2 períodos de intendente en la ciudad, y llegó con 140 juicios por decisiones anticonstitucionales en la ciudad. Y asumió procesado, por un delito grave (escuchas), y ganó, robó, y ahora tenemos el resultado. ” Si lo hubieran parado antes!!!!!!!” Pero, “va a estar bueno Bs As”. Entonces, lo primero es leer lo que sucede, para que el diálogo que se propone sea serio. Por que los candidatos llegan, si nosotros los dejamos llegar. Y no al revés como plantea el artículo.
La política es una acción sobre la humanidad inmensa, inigualable, y es necesario que los cristianos seamos responsables de el ejercicio de la política, en nuestras flias, en nuestro barrio, en nuestro trabajo. Somos tan “culpables” de lo que sucede hoy, como cualquier otro individuo. Entonces….paremos la pelota, dialoguemos, leamos juntos el diario, o dejémos impregnar de las opiniones de nuestros allegados, seamos reales y no ideales para analizar, y por favor…..no compremos más espejitos de colores, dale?
Abrazo a todxs los de la redacción.