Mirando al niño

Mirando al niño

Pensar en “la escuela” como lugar nos llena de incertidumbres y malos presagios. Un sitio que ya no parece cobijar todo aquello que fue tan importante en nuestras vidas y la de los que nos precedieron. El desafío de la educación actual es centrar la mirada en los que van a la escuela. ¿Qué buscan? ¿Qué quieren de nosotros?

¿Cuándo, dónde y cómo se aprende en la escuela?

La profesora S me cuenta que muchas veces, cuando llega a la escuela, se encuentra al estudiante D fuera del aula. Cada momento de su “tiempo libre” lo invita a conversar con ella. Quiere saber por qué ese joven tan inteligente y despierto está empeñado en “llamar la atención negativamente” (así lo califican sus otros colegas profesores, por no llamarlo “molesto”). Los encuentros se suceden a lo largo del año: ética, religión, política, la vida cotidiana, etc. El muchacho todo lo quiere saber y todo lo discute. Una mañana de febrero, D viene a saludar a la profesora. “No voy a seguir viniendo”, le dice. “He reprobado otra vez (tercera vez) el año y me recomiendan que elija una escuela de adultos”. La profe lo mira con sorpresa y con un dejo de reproche, pero él se muestra seguro: “No se preocupe, profe”, se apresura a decir. “No voy a fallar. Antes no podía hacerlo… pero ahora sí podré, porque esta escuela me hizo mejor persona”. “¿Cómo –pregunta la profesora– si te has pasado buena parte del año fuera del aula?”. Y él simplemente dice: “Es que la escuela es mucho más que el aula”. Un año después, D vuelve a su antigua escuela a buscar los papeles que necesita para que le entreguen el título que acaba de conseguir en la de adultos. Cuando se despide le dice a la secretaria: “Voy a inscribirme en la facu”.

A la directora X le gusta entrar en el aula en las horas en las que los profesores están ausentes. Piensa que es una manera de conocer mejor a los estudiantes. Mira sus tareas, les pregunta si necesitan explicación, organiza repasos y los ayuda a preparar sus lecciones. Cuando la cosa se pone difícil trata de convertir la lección en un cuento, una fábula o cualquier anécdota de la realidad que sirva para explicar. Los “casos de fútbol” suelen ser muy exitosos para la didáctica (para ello la dire tiene que “estudiar” los periódicos deportivos). Al principio no es muy bienvenida. Su presencia implica que “la hora libre” ¡está “ocupada”! Pero con el tiempo la visita se va aceptando, quizás con resignación por algunos mientras que otros empiezan a gustar de no estar solos. Llega fin de año y los estudiantes de sexto año quieren organizar el acto de fin de curso. Van a dedicar un momento especial de la ceremonia donde quieren poner de relieve cuáles fueron los momentos en que más aprendieron. Es por eso que le piden a la dire que, en el acto, les “cuente un último cuentito”.

Estas dos experiencias reales se multiplican incontablemente en las escuelas de hoy. Tal vez no son tan visibles, pues los diagnósticos académicos sobre la educación actual, cada vez que aparecen en los medios de comunicación masivos o las redes sociales, no cesan de hablarnos de “crisis”, de “cambios de paradigmas”, de “pruebas científicas” para saber cuánto saben o no los estudiantes. Lo cierto es que el lugar, es decir la escuela, puede ser quizás el mismo que pisamos nosotros los adultos o incluso nuestros padres, pero las personas que allí están son muy diferentes. Entonces, más que en “la escuela” tenemos que pensar en los estudiantes, docentes, directivos, personal de apoyo, auxiliares, que pasan en ella el tiempo. Y ese es un universo dinámico y cambiante, que nos desafía a repensar (nos) todo el tiempo.

Esos locos bajitos

Muchos de los que hoy peinamos canas hemos cantado con emoción esa tierna canción de Joan Manuel Serrat: “Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, con nuestros rencores y nuestro porvenir”… ¿Cargan? Me gustaría pensar, mejor, que nuestra historia, nuestros valores, nuestras creencias son el mejor regalo de “bienvenida” que podemos hacer a estas nuevas personas para que se incorporen en la sociedad a la que han llegado, con sentido de pertenencia. De esta manera y desde este lugar de reaseguro podrán ejercer con libertad el pensamiento crítico superador que les permita mejorar las condiciones recibidas. Desde esta perspectiva de la bienvenida, pensamos en un educador que “toma la iniciativa”, que cuida, que acompaña a través de un riquísimo itinerario de formación personal y comunitaria1.

El modelo Nazaret: Una educación “centrada en el niño”

La imagen del pesebre con María y José mirando amorosamente al bebé, que está en el centro de la escena, se presenta como un recurso didáctico de la pedagogía de Dios. Más aun, los sucesivos acontecimientos narrados en el capítulo segundo de san Lucas tienen un importante mensaje pedagógico: adultos que cuidan y protegen al niño, que se hacen cargo pero que también callan (no se imponen) para poder “escuchar” y enseñar a escuchar. Adultos que aman y confían; y porque aman y confían, habilitan que el niño “crezca en gracia y sabiduría”2. Esta expresión máxima de la libertad, que es un don, necesitó de una familia, de una comunidad y de una cultura para poder expresarse en toda su plenitud.

¿Cuántas parábolas del Jesús Maestro que encontramos en los Evangelios, llenas de imágenes tan reales y de personajes característicos de la época se habrán inspirado en cuentitos que María le contaba a Jesús niño antes de dormir? No lo sabemos y es un misterio para nosotros, pero podemos intuir que esa educación, “centrada en el niño”, jugó también su parte en la Historia de la Salvación.

Por eso, en lugar de angustiarnos pensando en “qué hacemos con los pibes”, debemos ponerlos en el centro de todos nuestros esfuerzos, de nuestra capacidad de imaginación. Finalmente, hay que tener muy en claro que el empeño educativo no busca que ellos sean versiones mejoradas de nosotros, sino que nosotros seamos los hombros donde, al encontrar ellos un sólido apoyo, puedan animarse a mirar más allá, hacia el futuro que han de saberse construir cuando nosotros ya no estemos ·

  1. Lubich, Chiara. Discurso del doctrorado Honoris causa sobre pedagogía en la Universidad Católica de Washington. Noviembre de 2000.

2. Evangelio de Lucas, capítulo 2.

Articulo publicado en la edición Nº 606 de la revista Ciudad Nueva.

  1. Dafne Rodriguez 17 marzo, 2019, 21:20

    EXCELENTE..

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