Luego de la matanza en la sinagoga, Pittsbugh boicotea la visita de Trump

Luego de la matanza en la sinagoga, Pittsbugh boicotea la visita de Trump

El presidente no fue bien recibido en la ciudad. El intendente y las familias de las once víctimas le habían pedido que no viajara.

El odio es peligroso y fomentarlo lo es todavía más. El sentimiento de rechazo contra determinadas personas, a las que se achacan los males del país, termina siendo un caldo de cultivo para la xenofobia, el racismo y los prejuicios. En un país donde cualquiera puede comprar armas, incluso siendo un desequilibrado notorio con antecedentes violentos, termina siendo una combinación letal. El sábado, esta mezcla se concretó cuando un hombre armado, que había llenado internet con sus ideas antisemitas, se introdujo en una sinagoga de Pittsburgh y durante veinte minutos se dedicó a matar a 11 personas de religión judía.

Donald Trump no es un ejemplo de capacidad de empatizar con las desgracias ajenas. Tuvieron que intervenir su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner (ambos judíos) para que primero fuera más compasivo con las víctimas de Pittsburgh, luego decidiera viajar a la ciudad donde ocurrió el hecho. Después de manifestar por twitter su pesar por la masacre, el presidente se dedicó a denostar a una legisladora afrodescendiente para sucesivamente comentar temas deportivos. Pittsburgh no es un distrito electoral que el presidente ame en particular, puesto que es un reducto demócrata que en mayoría se opone a la difusión de armas en el país. Familiares de víctimas, autoridades de la ciudad manifestaron al presidente que no era persona grata, incluso le pidieron que no fuera. En la ciudad hubo manifestaciones que daban cuenta de que el presidente no era bienvenido.

Conforme a su estilo polémico y en nada elástico, Trump no encontró mejor manifestación que asegurar que de haber sido vigilada por hombres armados el desenlace de los hechos del sábado pasado habría sido distinto. Obviamente, que cada uno se pague su seguridad, es lo ideal para la visión de la economía de Trump. El consejo de mantener silencio en ciertos casos, por lo visto, no es apreciado por el mandatario.

Es el estilo del presidente que para concretar su política “primero los Estados Unidos”, utiliza el criterio: negocios con los amigos, armados contra los enemigos. Tiene poca importancia si los enemigos pueden multiplicarse a partir de polarizar el mundo entre dos veredas incluso en el propio país. Dividir en dos las aguas le sirve, pues corre otra postura que no sea por el sí o por el no a su política. Sin una sola palabra para aplacar ánimos, el presidente ha anunciado mayores medidas de seguridad para proteger centros religiosos. Hasta ahora es la postura que le ha representado “buenos” dividendos. Su moral no incluye el precio de esos dividendos.

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