La muerte de un incómodo periodista de Arabia Saudita

La muerte de un incómodo periodista de Arabia Saudita

Crítico de la guerra en Yemen, Jamal Khashoggi desapareció luego de ingresar en el consulado de su país en Turquía. La policía turca asegura que allí murió.

El caso de la muerte del periodista Jamal Khashoggi, originario de Arabia Saudita y crítico de la monarquía de saudita, ocurrida en el consulado de su país en Turquía, se está transformando en una indicación más de la ferocidad con la que el Gobierno de ese país persigue a disidente y cualquiera que no coincida con su gestión, violentando derechos elementales.

La Policía de Turquía confirmó haber encontrado pruebas de que el periodista murió asesinado al interior del Consulado de saudita en Estambul. El veterano profesional fue visto por última vez el 2 de octubre, cuando ingresaba a la sede diplomática, que en la víspera fue allanada por las autoridades turcas, en medio de una fuerte presión y expectación internacional. Según la agencia The Associated Press, un “alto oficial de la Policía turca” le confirmó durante esta jornada que, en las diligencias, encontraron “evidencia cierta” de que Khashoggi fue asesinado allí. Hay versione que indican que 15 agentes de inteligencia sauditas viajaron a Turquía, en coincidencia con la muerte del comunicado, entre ellos un experto en autopsias, que habría ayudado a desmembrar el cuerpo para hacer desaparecer toda evidencia de lo ocurrido. El equipo regresó a su país al día siguiente.

En la antesala, medios estadounidenses adelantaban que el Gobierno saudita se preparaba para reconocer que la muerte del periodista se verificó durante un interrogatorio en el que la violencia de los investigadores se excedió procurando su muerte.

Khashoggi, ex gerente general del grupo de comunicación Al Arab Media Group y columnista del diario estadounidense The Washington Post, estaba exiliado desde 2017. Su sorprendente desaparición motivó incluso la intervención de Donald Trump, que envió al secretario de Estado, Mike Pompeo, a reunirse con las autoridades de Arabia Saudita, gran socio histórico de Estados Unidos en la región. Pompeo se reunió este martes con el rey Salman bin Abdelaziz y, según la agencia estatal SPA, el diálogo versó sobre las relaciones bilaterales de los “dos países amigos”. No mencionó el caso de Jamal Khashoggi.

El periodista, vinculado a la familia real, cuya trayectoria no ha sido fácil en su país, se había transformado en un crítico de las políticas del príncipe heredero, Mohammed Bin Salman, en especial luego de ola de arrestos y de represión que se ha verificado en el país en paralelo con su escalada del poder. “Arabia Saudita no ha sido siempre represora. Ahora es insoportable”, escribió el año pasado en el Washington Post y luego de haberse mudado a la capital de Estados Unidos abandonando su país, donde su presencia no parecía ser grata.

Pese al desmentido, el episodio es incómodo para el Gobierno de Donald Trump, que ha centrado su política exterior en el apoyo a la monarquía saudita, tratando de transformar en terrorista y belicoso el Gobierno de Irán, contradiciendo algo que es evidente para todos: el apoyo de la familia saudita a numerosos grupos terroristas, como Al Qaeda y el Isis, la promoción del conflicto en Siria y la intervención directa en Yemen – criticada por Khashoggi-, donde las fuerzas armadas sauditas provocan masivas muertes de civiles.

  1. la hipocresía de la “democracia y libertad” que lucha el imperio de los ee uu

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