La indiferencia y el desprecio también matan

La indiferencia y el desprecio también matan

El papa Francisco prosiguió este miércoles con sus catequesis sobre los Diez Mandamientos. Continuó reflexionando sobre el quinto mandamiento del decálogo: «No matarás».

El Santo Padre indicó “que lo importante es el respeto a toda la persona, no sólo a su dimensión física sino también a la espiritual, porque la indiferencia también mata. No amar es el primer paso para matar; y no matar, el primer paso para amar”, señaló.

El Santo Padre recordó que la semana pasada “ya hemos reflexionado sobre cómo a los ojos de Dios toda vida es valiosa, sagrada e inviolable, porque somos su imagen y objeto de su amor infinito”, pero retomando el texto del Evangelio indicó que “Jesús revela un sentido aún más profundo de este mandamiento: la ira, el insulto y el desprecio contra los demás son también una forma de homicidio. Por eso, indica que, si al presentar nuestra ofrenda nos recordamos de haber ofendido a alguien, debemos ir antes a reconciliarnos con esa persona”.

“La vida humana tiene necesidad de amor auténtico, un amor como el de Jesucristo, lleno de misericordia, que perdona y acoge sin condiciones. No podemos sobrevivir sin misericordia, todos tenemos necesidad del perdón. Por eso, si matar significa destruir, suprimir o eliminar a alguien, no matar es, en cambio, cuidar, valorizar, incluir y perdonar a los demás”, expresó Francisco a los peregrinos de lengua española.

En el Evangelio, continuó explicando el pontífice “Jesús plantea una nueva perspectiva de este mandamiento. De hecho, Jesús enseña que “delante del tribunal de Dios, incluso la ira contra un hermano es una forma de homicidio”. También el apóstol San Juan dejó escrito: “Quien odie a su propio hermano es un homicida”.

“Y nosotros nos hemos acostumbrados a insultar”, lamentó el Papa. “Te viene un insulto como si fuera un respiro. Y Jesús te dice ‘detente’, porque el insulto hace mal. Mata. El desprecio es una forma de matar la dignidad de la persona”.

“Sería bueno que esta enseñanza de Jesús entrase en la mente y en el corazón, y cada uno de nosotros dijera: ‘No insultaré nunca más a nadie’. Sería un buen propósito. Jesús dice que, si insultás, si despreciás, si odiás, eso es homicidio”.

Sin embargo, Jesús “no se detiene en eso, sino que, en esa misma lógica, añade que incluso un insulto puede matar”. En ese contexto, “Jesús invita a interrumpir la ofrenda del sacrificio en el templo si hay alguna ofensa a un hermano en nuestra conciencia, e ir a reconciliarse con él”.

“También nosotros, cuando vamos a Misa, debemos tener esta actitud de reconciliación con las personas con las que hayamos tenido problemas. De aquellos de los que hayamos pensado mal, o a los que hemos insultado. Pensemos en la importancia del insulto, la importancia del desprecio, la importancia del odio. Jesús los sitúa en la línea del asesinato”.

“¿Qué es lo que pretende Jesús extendiendo hasta ese punto el ámbito del Quinto Mandamiento?”, preguntó el pontífice. “El hombre tiene una vida noble, muy sensible, y posee un ‘yo’ recóndito no menos importante de su ser físico”.

De hecho, advirtió que “para ofender la inocencia de un niño basta con una frase inoportuna. Para herir a una mujer puede bastar un gesto de frialdad. Para destrozar el corazón de un joven es suficiente negarle la confianza. Para aniquilar a un hombre basta con ignorarlo”.

Francisco insistió: “La indiferencia mata. Es como decirle a uno, ‘tú eres un muerto para mí’. Porque tú ya lo has matado en tu corazón”. “Cada vez que expresamos desinterés por la vida de los demás, cada vez que no amamos, en el fondo despreciamos la vida. No amar es el primer paso para matar”.

En este sentido, recordó las palabras de Caín en la Biblia cuando Dios le pregunta dónde está su hermano. Caín responde: “No lo sé. ¿Acaso soy el guardián de mi hermano?”. “Así es como hablan los asesinos”, aseguró Francisco. “Probemos a contestar nosotros a esa pregunta: ¿somos guardianes de nuestros hermanos? ¡Sí, los somos! Somos guardianes los unos de los otros”.

“La vida humana tiene necesidad de amor. ¿Y cuál es el amor auténtico? El que Cristo ha mostrado, es decir, la misericordia. El amor del cual no podemos prescindir es aquel que acoge al que nos ha hecho mal. Nadie de nosotros puede sobrevivir sin misericordia, todos tenemos necesidad del perdón. Por lo tanto, si matar significa destruir, suprimir, eliminar a alguien, entonces ‘no matarás’ significa cuidar, valorar, incluir y perdonar”.

El Papa finalizó su catequesis subrayando que “nadie se puede considerar excluido de esta actitud pensando: ‘Yo estoy bien porque no hago mal a nadie’”. Frente a esa actitud, el Santo Padre recordó que “un mineral o una planta tienen este tipo de existencia, un hombre no”.

“Que el Señor Jesús, autor de la vida, nos conceda comprender que el mandamiento «no matarás» es, ante todo, una llamada al amor y a la misericordia, una invitación a vivir como Él, que por nosotros murió y resucitó. Santa María, Madre de la Misericordia, nos ampare e interceda por nosotros”, concluyó el Papa.

Fuente: AICA

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