¿La economía puede hacernos felices?

¿La economía puede hacernos felices?

El economista Luigino Bruni, ha presentado la intervención principal en el 7 Asia Future Forum que concluye hoy en Seúl, la capital de Corea del Sur. Algunos temas de su intervención.

¿Es posible vivir la felicidad y las virtudes civiles en la economía? El argumento es de actualidad en Corea del Sur (y no sólo). La crisis económica que se vive señala que la felicidad no puede depender sólo del PBI, como también lo señala el consumismo y la actual campaña electoral coreana en la que los candidatos intentan interceptar el estado de ánimo de los electores. Hubo protestas por los comportamientos discutibles del presidente, y un millón de personas salieron para protestar. Felicidad y virtudes civiles son un anhelo.

En este contexto termina hoy el 7 Asia Future Forum bajo el lema: “Más allá del PBI, el objetivo de la felicidad para todos”. Hay especial atención hacia la economía social y solidaria (o economía civil) en las salas del encuentro. Nuestro columnista, el economista Luigino Bruni, ha sido invitado para expresar el sentir de la economía social y solidaria en la intervención principal y en la sucesiva mesa redonda. Compartimos algunos de los conceptos expresados resumidos por el popular diario Hankyoreh que promociona el Asia Future Forum en una entrevista.

¿En qué sentido la economía civil (o social y solidaria) persigue la felicidad? 

(Porque) parte del primado de las relaciones entre las personas y, aunque reconociendo la importancia de la riqueza y de los ingresos, dice que los bienes económicos se transforman en bienestar sólo dentro de las relaciones sociales buenas.

¿Cuál es la relación de la economía civil con el mercado?

La economía civil es una economía de mercado: no hay economía civil donde el mercado no tenga un papel central. Sin embargo, un papel central no implica que sea el único. La economía civil reconoce que al lado del mercado intervienen otros principios que hacen del mercado un lugar civilizador.  Se trata de los principios de reciprocidad, de gratuidad, la redistribución de las riquezas por parte del Estado (a través del sistema fiscal y el trabajo), la justicia, la subsidiariedad. En cambio, cuando el mercado con su lógica de intercambio sin gratuidad quiere transformarse en el único principio de la vida social, ocurre que la sociedad se enferma y el bienestar disminuye. Es buena, por tanto, una economía de mercado, pero no una sociedad de mercado.

Si la participación, la amistad, el amor y la dedicación civil hacen la felicidad a través de las relaciones entre las personas, ¿cuál es la forma de verdadera participación, amistad, amor, dedicación en términos de producción y consumo?

Las relaciones interpersonales que nosotros los economistas llamamos “bienes relacionales” (relational goods) son bienes de producción y también de consumo. ¿En qué sentido? Pensemos en el trabajo. Si un equipo de trabajo mantiene mucha concordia, no desarrolla conflictos, es capaz de cooperar, está integrado por personas positivas y que colaboran, lo que se determina es un “capital” (asset) de tipo relacional que permite producir mejor desde el punto de vista laboral (más creatividad, procesos más rápidos, decisiones tomadas más fluidamente). A su vez, los bienes relacionales también son bienes de consumo porque cuando voy al trabajo y tengo una buena relación con mis colegas esto me alimenta, aumenta mi bienestar como cuando consumo una buena comida o compro un buen vestido: son pocas las cosas más lindas que trabajar con personas con las que se desarrolla una relación bonita, uno se levanta por la mañana con más alegría, llegas a la oficina con una sonrisa en los labios y la calidad de la vida crece.

 

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