Integración: ¿de la Unasur a la Prosur?

Integración: ¿de la Unasur a la Prosur?

El problema de la Unión de Naciones de América del Sur fue su sesgo ideológico de izquierda, hoy rechazado. Pero la respuesta no es la creación de un bloque con un sesgo de derecha.

Este lunes se realiza en Santiago de Chile una exploración para verificar la posibilidad de reemplazar el bloque de la Unasur con otro, que algunos países han comenzado a llamar Prosur.

Desde otoño de 2017, la Unasur ha cesado de funcionar cuando no fue posible acordar el nombre de un secretario general que sucediera al ex presidente colombiano Ernesto Samper. Pero, en realidad, el verdadero malestar lo determinaban las diferencias ideológicas en el seno del bloque sudamericano. Mientras que Colombia, Brasil, Argentina y Perú eran fuertemente críticos del régimen en Venezuela, Bolivia se empeñaba en respaldarlo y Uruguay dudaba en reconocer la ruptura del orden democrático. Tales diferencias, a menudo llevadas a un nivel polémico, han hecho que de a poco varios países se hayan retirado de la organización, precisamente poco después de que se inaugurara en Quito su sede y se esperaba la llegada de fondos para organizar burocráticamente la secretaría general.

La Unasur nació en 2011 por impulso de Venezuela y de Brasil, cuyos presidentes Hugo Chávez y Lula da Silva, con el apoyo de los demás países, aspiraban a la construcción de un espacio político sudamericano que no se viera condicionado por la política exterior de los Estados Unidos que, por ejemplo, en la Organización de los Estados Americanos (OEA) suele imponer sus criterios.

¿Es compartible la aspiración de Chávez y Lula? Sí, y lo demuestra la historia de la región en la que ha brillado por su ausencia una autonomía política que le consintiera tener un rol propio a nivel internacional. De hecho, el aspecto más positivo de la Unasur ha sido el de conseguir en esos años una postura propia de Sudamérica en el plano internacional.

El error, en todo caso, ha sido el de anclar la Unasur a una visión ideológica de izquierda que, con los cambios de gobierno ocurridos en los últimos años, ya no es compartida por varios de los mandatarios sudamericanos. Más allá del signo político de los gobiernos, está claro que la región necesita de un proceso de integración más sólido y con perspectivas de largo plazo en el plano político, económico y social. La región carece, entre otras cosas, de una infraestructura integrada capaz de facilitar el desarrollo de sus economías; actúa dividida en el plano político lo cual termina perjudicando los intereses comunes. La respuesta al problema evidenciado por la Unasur, por tanto, no es la creación de un bloque de signo opuesto, al que posiblemente Bolivia y Uruguay no participarán, sino abrir un debate sobre cuáles son los intereses comunes de la región y cómo perseguirlos.

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