Esclava sexual por ser yazidí

Esclava sexual por ser yazidí

Esta minoría religiosa de Iraq ha sufrido miles de asesinatos y las mujeres jóvenes fueron secuestradas y usadas como objeto de placer por el Isis.

De los yazidíes se sabe muy poco. Son unos 400.000 y viven relativamente apartados en las montañas del norte de Iraq, y se casan entre ellos. Se dicen descendientes de Adán y como minoría religiosa pudo vivir sin sobresaltos incluso durante el régimen del dictador Saddam Hussein. Su credo tiene contenidos fuertemente exotéricos, lo que ha suscitado prejuicios por parte de musulmanes y también de los cristianos.

Todo cambió cuando, aprovechando de los conflictos estallados a partir de la invasión del país por parte de los Estados Unidos en 2003. En 2014 el Isis proclamó su califato en los territorios a caballo de Iraq y Siria y ocupó gran parte del norte. Comenzaron las matanzas contra estos “adoradores del diablo”. Muchas mujeres yazidíes fueron secuestradas luego de asesinar a sus familiares y utilizadas como esclavas sexuales de los guerrilleros del Isis.

El periodista italiano Alberto Negri, quien de esta guerra ha brindado siempre una visión a contramano de la visión ofrecida por los grandes medios de comunicación, relata la historia de Lamya Haji Bashar. Una joven mujer esclavizada y vendida cinco veces a diferentes “dueños”. Lleva en el cuerpo las cicatrices de este calvario, algunas de ellas deturpan su rostro. Los terroristas del Isis llegaron a su aldea y allí degollaron a sus padres y a sus hermanos, luego se la llevaron. Su historia es la de miles de mujeres que padecieron el ensañamiento de los terroristas, que fue particularmente cruel con esta minoría.

Intentó huir varias veces, padeciendo violencias y torturas. Lamya cuenta de que las mujeres que seguían a los milicianos fueron incluso más crueles que los varones. Se están encontrando fosas comunes con cientos de cadáveres de mujeres yazidíes (y también árabes) decapitadas por los milicianos del Isis. Hay muchos huérfanos nacidos en estos años. Cientos de mujeres, ante la debacle del Isis, están siendo liberadas con sus hijos y hoy buscan justicia.

Lamya pide que el genocidio yazidí sea castigado por la Corte Penal Internacional. Es un crimen de guerra que debe ser perseguido, cometido por milicianos que ahora piden volver a sus países como si nada hubiera pasado. “Veo que salen de ser sitiados e piden volver a sus países. Me pregunto si es justo y si ésta es, de verdad, justicia”. Lamya ha sido galardonada por el premio Sakharov por los derechos humanos y sigue luchando para que el horror vivido por su pueblo no quede en el olvido.

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