Editorial de la revista Ciudad Nueva del mes de septiembre.
En el mes en que en la Argentina se vivirán las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias decidimos poner el foco en el valor de la democracia. Que desde hace casi cuatro décadas sea natural que tengamos la posibilidad de acercarnos a las urnas de manera ininterrumpida, no impide resaltar la trascendencia que un acto eleccionario tiene, sobre todo para quienes han padecido los años más oscuros de la historia nacional.
Esta aún joven democracia sin dudas es perfectible y todavía queda mucho por hacer para que se convierta en el sistema “ideal” que rija nuestras sociedades. Con más o menos años de continuidad, es una realidad que comparten la mayoría de los países latinoamericanos que, al igual que la Argentina, buscan crecer en sus sistemas democráticos.
Ese crecimiento y desarrollo de las democracias claramente va mucho más allá de la posibilidad de elegir tal o cual proyecto político o candidato. Sin dudas, el hecho de concurrir a las urnas es una oportunidad que debemos defender con todas nuestras fuerzas. Es una clara muestra de pueblos que quieren vivir en libertad.
No obstante, el presente llama con insistencia a una mayor participación, a un profundo compromiso para que todos nos convirtamos en constructores de una democracia colaborativa y “convidativa” –como expresa uno de los autores en esta edición–, allí en donde estamos, cumpliendo nuestros deberes y obligaciones y defendiendo los derechos que tenemos como ciudadanos.
El desafío es enorme. Tan grande como el de generar una sana y enriquecedora convivencia dentro de una sociedad poliédrica, en la que se hace imprescindible el diálogo como herramienta de esa construcción basada en el respeto y el valor de las diferencias.
La democracia es la base firme sobre la cual como sociedad debemos aprovechar la oportunidad de crecer en calidad y en estilos de co-gobernanza. Como expresa el papa Francisco en Evangelii Gaudium, “el todo es más que las partes, y también es más que la mera suma de ellas. Entonces, no hay que obsesionarse demasiado por cuestiones limitadas y particulares. Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos. (…) Se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia. Del mismo modo, una persona que conserva su peculiaridad personal y no esconde su identidad, cuando integra cordialmente una comunidad, no se anula sino que recibe siempre nuevos estímulos para su propio desarrollo”.
En ese sentido, todas las miradas y aportes son importantes. Hombres y mujeres, adultos y jóvenes, dirigentes y personas de a pie, militantes de todos los partidos políticos. Es lo que intentamos en estas limitadas páginas: mostrar lo más acabadamente posible esa diversidad de personas que, a veces sin saberlo, comparten un deseo de fraternidad y de amor por el bien común.
Artículo publicado en la edición Nº 634 de la revista Ciudad Nueva.