Conocer Chile desde el asombro

Conocer Chile desde el asombro

Si se tiene modo de visitar esta tierra, habrá una sucesión de sorpresas que nos harán amar este país. Les presento algunas.

Seguramente muchos nativos de Chile encontrarán limitadas o, en el mejor de los casos, arbitrarias mis sugerencias para los visitantes de este hermoso país. Pido, por tanto, anticipadamente disculpas y tolerancia por lo incompleto de este “retrato”.

La primera constatación que se puede hacer respecto de Chile es lo poco conocido pese a compartir 4 mil kilómetros de frontera con la Argentina. Razones históricas y políticas han tenido el efecto de una suerte de insularidad de esta tierra, pese a la amabilidad y la gentileza de su gente y las peculiaridades de este territorio que despierta el permanente asombro en quien lo visita.

Cerros y mar

Otra observación es que gran parte del Cono Sur puede que esté acostumbrado a las sierras y, todavía más, a las playas, pero no es frecuente la conjugación de cerros y mar, que es, en cambio, una característica típica de este país. Ciudades como Antofagasta o Iquique están a los pies de cerros, una suerte de acantilado que “empuja” las urbes hacia el mar con un panorama absolutamente original. Desde estas ciudades es posible realizar paseos en el desierto de Atacama pudiendo disfrutar de la belleza de su geografía. Pese a estar muy al norte, la temperatura del Pacífico hace agradable el clima, incluso estival, sin superar los 26 o 27 grados. Por tanto, luego de aventurarse en el cálido desierto más árido del mundo, la frescura nocturna permite descansar muy bien sin sentirse agobiados. La bahía que reúne el conurbano de La Serena y Coquimbo se extiende dulcemente teniendo a sus espaldas hermosas sierras de la precordillera que dejan entrever hacia el este la majestuosa cadena de los Andes. Esta conjugación sigue, transformándose en el sur más profundo en un panorama de verdaderamente asombrosos fiordos que penetran por decenas de kilómetros bordeados de altas cumbres. Si bien la temperatura del agua en el sur no permite bañarse, incluso en el verano, el espectáculo de la naturaleza es absolutamente sobrecogedor, teñido del azul del mar y del verde intenso de la vegetación. Puerto Montt es, en este sentido, una buena opción de base desde la cual realizar ulteriores paseos en las regiones cercanas.

Playas

Por cierto, el agua del Pacífico es particularmente fría. Pero hay agradables excepciones de corrientes más templadas que aparecen precisamente a la altura de, por ejemplo, La Serena, haciendo que sus amplias playas permitan disfrutar del mar. Para quien busca lugares menos frecuentados y más familiares, las cercanas playas de Tongoy y Guanaquero ofrecen una alternativa agradable a pocos kilómetros de esta ciudad balnearia. También aquí el clima es particularmente agradable en el verano. En La Serena no se superan los 27 o 28 grados, como máximo. Por la noche el clima semiárido refresca y se puede dormir incluso con frazadas.

No se puede dejar de mencionar que sobre la costa, a unos 100 kilómetros de Santiago, está uno de los balnearios más conocidos de América latina, Viña del Mar. La ciudad recibe un tipo de turismo de sectores sociales con gran poder adquisitivo, pero la cercana Valparaíso (forman un único territorio urbano) ofrece una alternativa agradable y con paseos bonitos. Construida sobre las laderas de cerros, esta ciudad puerto posee funiculares y elevadores que permiten panorámicos paseos.

La cultura

Algunos paseos tienen un especial sabor cultural. En Santiago, Valparaíso y en la cercana localidad de Isla Negra se conservan como museos las casas del poeta Pablo Neruda, Nobel de Literatura. Es un modo de conocer la vida original de este artista. A 70 kilómetros de La Serena es posible visitar el museo interactivo dedicado a la gran escritora y poetisa Gabriela Mistral, ubicado en Vicuña. Se conserva la casa donde nació y son evocados escritos y lecturas. Ya subiendo por el Valle del Elqui se llega a Montegrande, donde la poetisa fue maestra. A pocas decenas de metros es posible visitar su tumba. En la capital, Santiago, tiene un gran atractivo el Museo de Bellas Artes, el Museo de Historia Natural y el de Arte Contemporáneo. Un bonito paseo panorámico es posible subiendo primero al cerro San Cristóbal, hay un funicular y desde arriba un sistema teleférico que permite un largo recorrido agradable para grandes y pequeños. Es muy fácil y barato alquilar departamentos para dos o más personas (en total unos 40 dólares diarios), y en internet es posible contactar a sus dueños, en lugar de gastar en hoteles.

La gastronomía

Visitar un país supone, inevitablemente, conocer su gastronomía. La de Chile tiene carácter y es agradable, además, acompañada por vinos de excelencia, tintos y blancos. Son muy apreciadas las empanadas. La de camarón con queso son una entrada tradicional. Es grande la variedad de pescados y mariscos, con platos tradicionales como el caldillo de congrio (una sabrosa sopa) o diferentes tipos de pescados fritos normalmente bien sazonados. Los “chupes” son otro plato tradicional, miga de pan mezclada con leche y pescado preparados en fuentes de greda y al horno. Hay variantes de pastel de choclo, normalmente servido muy caliente. La tradición incluye platos más conocidos como el asado (la técnica de preparación chilena es distinta de la argentina) o el ceviche. No se pierdan como postre el originalísimo y refrescante “mote con huesillo” (trigo colocado en un almíbar de durazno seco).

¿Cómo viajar?

Quien conoce este país sabe que quedan afuera muchas, demasiadas cosas. Sin embargo, quisiera gastar algunas líneas con una recomendación: viajar es hermoso y la mejor manera de hacerlo es prescindiendo de las comparaciones. No hay modo de comparar bellezas y culturas. Viajemos también movidos por el asombro, por el deseo de encontrarnos con un mundo y con su gente. No tengo dudas de que lo disfrutarán mucho más.

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