Condiciones para una nueva convertibilidad o dolarización: lecciones históricas

Condiciones para una nueva convertibilidad o dolarización: lecciones históricas

Otro aporte para comprender los pasos de las políticas económicas actuales y el análisis de posibles escenarios que plantean algunos analistas,

Lo que todos se preguntan comparando con la historia reciente de la democracia argentina con los períodos de Alfonsín, Menem y De la Rúa es en qué estadio de la crisis nos encontramos, en vistas a los procesos de dolarización o de una nueva convertibilidad que se están analizando para la economía argentina.

Uno podría decir que el proceso por el que llegamos a la convertibilidad tuvo cinco etapas.

Primero, fue un reacomodamiento de precios relativos a través de la hiperinflación de Alfonsín y la de Menem que tuvo como objetivo bajar los salarios en términos de dólar. Ese proceso en Argentina ya está en marcha desde el inicio del Gobierno con la quita de subsidios, la dureza para con las negociaciones colectivas.

Segundo, en el primer año de gobierno Menem decretó la liberación de precios, medida que  corrió por cuenta del Ministro de Economía Herman González, luego del fracaso de los economistas del Grupo Bunge y Born. Ese mecanismo, también se puso en marcha en la medida en que el Gobierno no hace nada para regular los precios bajo ningún modo o lo hace tibiamente a través de la reinstalación de los Precios Cuidados, pues en su concepción, la inflación es un problema netamente monetario y de la falta de competencia de la estructura productiva y de la puja sectorial.

La tercera condición fue la reestructuración de la deuda interna y en pesos a través del plan Bonex sugerida por Cavallo cuando era canciller y eso fue previo al lanzamiento de la convertibilidad. Ahora, se necesitaría además del desarme de la LEBAC, la reestructuración del deuda externa contraída por el Gobierno de Cambiemos, incluidas las LETES del Tesoro Nacional.

El cuarto proceso necesario es un proceso de apertura y desregulación financiera para permitir la inversión extranjera y no la renta especulativa de los capitales golondrinas, pues se necesita para tener un flujo de ingreso genuino de dólares, que fue el mecanismo de las privatizaciones que hizo que los inversores externos apuesten al país. Este mecanismo serían los PPP – Proyectos de Participación Público Privada– que dependen de la inversión privada y de los bancos con la autorización o concesiones públicas y contratos de tarifas reguladas que garantizan la rentabilidad del proyecto.

El quinto elemento es la desindexación de los contratos de la economía. En este sentido, el gobierno debería volver sobre sus pasos sobre ciertas tarifas de servicios públicos que se indexan por inflación y el dólar.

Dadas dichas condiciones, entonces directamente sí se podría pensar en restablecer la nueva convertibilidad. En ese sentido, estiman en la City, que el dólar de convertibilidad rondaría los 120 pesos pero uno podría decir que si el dólar sigue subiendo, de acá a un año, como parece ser la política del FMI para el BCRA, se piense un dólar a 100 pesos, y allí reinstalar una convertibilidad con niveles de salarios y de precios en dólares más bajos y un punto de partida quizás mejor de lo que fue la convertibilidad de Cavallo.

¿Cuáles son los riesgos de una nueva convertibilidad o de una dolarización?

Surgen varios interrogantes como: ¿Quién garantiza que la inflación en Argentina sea menor a la estadounidense, es decir que no tengamos inflación en dólares? ¿Quién garantiza que la tasa de interés en la Argentina se ajuste a la tasa de interés de EEUU y no sea mucho más alta y que permita financiar a las empresas para producir y exportar más? ¿Cómo se garantizará que los precios no suban en términos de dólares cuando la Argentina tiene sectores híper concentrados en la alimentación, en la energía, la prestación de servicios, públicos privatizados que tienden a la puja de precios hacia arriba independiente de sus costos? ¿Será de nuevo por medio de una apertura irrestricta? ¿Cómo esa nueva convertibilidad resistirá la “guerra comercial” entre EEUU y China y los “shock externos”? ¿Qué garantiza  que la eficiencia y la productividad de la Argentina sean igual a la de Estados Unidos para no sufrir severas recesiones o contracciones de la economía?

¿Quién garantiza los flujos de provisión de dólares que se necesitan? ¿Quién los va a garantizar si en el pasado el Tesoro de Estados Unidos no lo garantizó? ¿Y si dependemos de la buena voluntad de los inversores, de las empresas transnacionales o de los mercados de capitales realmente no nos encontramos ante una nueva vulnerabilidad?

Esto qué quiere decir, ¿que nos van a vender espejitos de colores, nos venderán una convertibilidad y nos dirán que la pobreza la vamos a bajar en 20 años, que dependerá de la productividad de la economía argentina? Todas estas promesas ¿no son las que nos hicieron en la década de los 90 y que son incumplibles, y lo único que hacen es justificar la gran transferencia de recursos de los sectores populares a los sectores concentrados de la economía sin cuestionar las bases estructurales de la economía que es lo que realmente hay que cambiar? ¿Pues las únicas reformas estructurales justificadas son las que van en línea de la baja de costos laborales, el desfinanciamiento de la seguridad social, la entrega del patrimonio nacional, la privatización de los bancos públicos, el achique del Estado para garantizar la baja de impuesto, entre otras?

Hoy vemos la dificultad del experimento del Euro y sus consecuencias cuando la política monetaria europea está atada a la productividad alemana y no contempla la productividad de toda la economía europea. Ni España ni Italia lo pueden alcanzar salvo ajustes severos y contracciones económicas y/o cierto estancamiento. El caso paradigmático ha sido Grecia.

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