Comunidades telemáticas

Comunidades telemáticas

El desafío de cultivar la cercanía pese a la distancia.

El año 2020 nos dejó infinidad de enseñanzas y el año en curso nos sigue sorprendiendo. Términos como ‘teletrabajo’, ‘aforo’, ‘sanitización’ o streaming se fueron popularizando entre nosotros. No discutiremos su pertinencia idiomática, están y describen a la perfección estos tiempos pandémicos.

La situación de cuarentena y aislamiento que atravesó diversos estadios, según lo dictaminó el Ejecutivo Nacional, fue algo inesperado. No nos detendremos a llorar sobre todo lo que podríamos haber hecho y no logramos hacer. La situación sanitaria durante una pandemia es un estado de excepcionalidad absoluto. Eso lo hemos conocido. La pregunta es si hemos aprendido la lección.

El aislamiento rompió absolutamente con todos los esquemas y los tiempos verbales. Dejó de haber pasado y el futuro desapareció súbitamente, quedando sumergidos en un presente continuo. Una temporalidad extraña.

Convergencia tecnológica

A Dios gracias, con las exigencias del caso, nos vimos urgidos a la digitalización. Un fenómeno del que se viene hablando desde mediados de los noventa. Pero la ocasión llegó de la mano de esta excepcionalidad. Nacho de Pinedo, del Instituto Superior para el Desarrollo de Internet1 (ISDI), afirmó que bastaron dos meses de confinamiento para avanzar unos seis años en materia de digitalización.

Claro está, las industrias son más proclives a efectuar estos avances. El desafío es ver lo que sucede en otros ámbitos, como las comunidades de fe, donde el móvil, lejos de ser cuantificable, tiene que ver con la cohesión de las sociedades, el equilibrio de las personas y la dimensión social de sus integrantes. Eso que conforma el madero horizontal de la Cruz, lo que une a las personas. Bastó ver la imagen conmovedora de Francisco rezando solo en la Plaza San Pedro el viernes 27 de marzo de 2020, impartiendo una bendición Urbi et orbi excepcional: “Nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca de Jesús junto a sus discípulos, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”.

La barca en movimiento

Varios interpretaron que, amén de rezar, había que remar y juntos, para superar el aislamiento. Esto provocó un movimiento inusitado, disruptivo y fenomenal, a lo largo de todo el mundo, donde infinidad de personas ofrecieron su colaboración a las distintas iglesias, ya que no estaban permitidas las celebraciones con público.

En medio de la inédita situación se fueron ensayando infinitos modos de estar juntos, mediante los distintos medios de comunicación, con un protagonismo absoluto de internet. En esto, los telefonitos fueron redentores, porque con sus camaritas permiten que casi cualquier ciudadano de a pie, dotado de un teléfono celular, oficie de camarógrafo.


Testimonios

La computadora científica Laurita Díaz, colaboradora habitual de la parroquia Sagrada Eucaristía, en el barrio porteño de Palermo, apunta: “La virtualidad nos permitió seguir, pero de otro modo, con nuestras actividades. La pandemia no nos detuvo en nuestros objetivos. Con creatividad siempre se encuentra la manera de seguir adelante. Pudimos comunicarnos con personas de otros lugares más distantes, incluso de otros países. En cuanto a las celebraciones en la parroquia, desde que se permitió, realizamos dos misas los sábados y cuatro los domingos. Todas al aire libre, con barbijo. La comunión se distribuye en los bancos, hasta donde se acercan sacerdotes y ministros, para respetar el distanciamiento. Dos de las misas se transmiten por streaming para las personas que no acuden en forma presencial, lo cual también permite reducir la cantidad de personas presentes físicamente”.

En plena Patagonia, las damas siguen siendo las voces cantantes. Mory Corneo vive en Trelew, su vida está vinculada con el derecho de familia, y es una participante incansable de la misa radial, que se emite por LU 20 – Radio Chubut, llegando a un público inconmensurable. “La pandemia nos encerró pero también nos dio alas para recorrer el mundo y superar horizontes personales desde nuestras casas y sin tapabocas”, relata. Hace un alto y nos confía: “En la diócesis de Comodoro Rivadavia hemos formado un grupo interdisciplinario para la prevención de conductas abusivas dentro de nuestras parroquias. Quienes lo formamos nos hemos conocido por zoom. Hemos logrado compartir convicciones e ideales relativos a la protección de niños, niñas y adolescentes y plasmarlos en la redacción de un manual. Nuestros encuentros han sido siempre virtuales y nos estamos organizando para realizar talleres con catequistas, y descubrir nuevas formas de diálogo”.

Bendita radio

Mory nos brinda detalles insospechados de la santa misa que se emite por LU 20, los domingos a las 8 de la mañana, desde uno de sus estudios, desde su fundación en 1963. La pandemia provocó la interrupción de la celebración en la radio pero gracias al aporte de Poppy Vincenti, un señor operador que se dedicó a recopilar las misas vespertinas de los sábados, editar el audio y eliminar las temporalidades, la misa pudo salir al aire prolijamente cada domingo. Poppy hizo esto por su compromiso para con la radio, pero más aún para con la audiencia, conocedor como pocos, de la importancia que puede tener un Mensaje para los que están solos, confían en la radio y esperan en la ciudad o en la amplia Meseta Patagónica. Se pueden escuchar todas las misas de LU 20 en este hipervínculo de RadioCut – https://ar.radiocut.fm/radioshow/santa-misa-1/, o bien sintonizar www.radiochubut.com, los domingos a las 8 de la mañana.

Coincidimos con la querida Mory en su afirmación final: “Somos dueños de superar cada día los límites de la pandemia”.

https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2020-06-11/transformacion-digital-isdi-bra_2622219

Artículo publicado en la edición Nº 631 de la revista Ciudad Nueva.

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