Editorial de la revista Ciudad Nueva del mes de marzo. Una clave a tener en cuenta, para tiempos de aislamiento.
“La finalidad del Movimiento de los Focolares –decía Chiara Lubich en el comienzo de su discurso durante el Congreso de Comunicadores de junio de 2000 en Castelgandolfo, Roma– es ayudar a realizar lo que nuestros jóvenes definen como el sueño de un Dios (…) ‘Que todos sean uno’”. Y enseguida se preguntaba y respondía: “¿Cuál es el objetivo de los medios de comunicación? Su vocación colectiva es evidente: también ellos están destinados a acercar a las personas entre sí”.
Esa vocación compartida entre el carisma de la Unidad y el verdadero desafío de los medios de comunicación podría decirse que coincide en el profundo deseo de los jóvenes de hoy. Ellos, nativos digitales, viven con la necesidad de estar conectados permanentemente. Esa conexión de unos con otros, que muchas veces puede estar acompañada del riesgo de abstraerse de la realidad manifiesta a su alrededor, también esconde un gran potencial. San Juan Pablo II afirmaba en las Jornadas de las Comunicaciones Sociales en 1998: “Los medios de comunicación social son, realmente, el nuevo ‘areópago’ del mundo de hoy. Un gran foro que, cuando cumple bien su papel, permite el intercambio de información veraz, de ideas constructivas y sanos valores, creando así la comunidad. (…) La comunicación social tiene la tarea de unir a las personas y de enriquecer su vida”.
Si bien es discutible –y para muchos está en el centro del debate– si las redes sociales están a la altura de los medios de comunicación tradicionales como la radio, la prensa escrita o la televisión, esos canales digitales se han convertido en el sitio en el que adolescentes, jóvenes y adultos nos desenvolvemos ávidos también de encontrar con quién compartir nuestros intereses e inquietudes, destinados a enriquecernos en la comunicación con los demás.
Precisamente Chiara se refería a esa capacidad intrínseca de los medios de comunicación, citando también a Juan Pablo II: “Nosotros sabemos que son simples medios, pero queremos apreciar todo ‘su enorme potencial latente’, según una acertada expresión del Papa, queremos e invitamos a todos a hacer un buen uso de ellos, fiel al mensaje profético que contienen”.
Sabemos que en los medios de comunicación tradicionales como en las redes sociales no abundan las buenas noticias, aunque sean las que el público más destaca. Y viendo el uso que gran parte de la humanidad le da a los medios digitales es inevitable pensar en el potencial que cada uno de nosotros tiene como comunicador desde su propio perfil “virtual”. Las redes nos dan a todos la posibilidad de reflejar lo positivo a cada paso, de ser “influencers” constructivos allí donde nos movemos.
De hecho, Chiara vincula esa posibilidad con el hecho de que “lo importante es la persona y no el medio”. La sociedad actual también revaloriza mucho a la persona. Es decir, pensar al ser humano como centro de todo lo que hacemos. Y en esa totalidad está la manera de comunicar y de vincularnos unos con otros.
El modelo de comunicación que proponía Chiara en aquel momento es sin duda aplicable al uso no solo profesional sino privado que le damos a las redes: “Como una madre, iluminada por el amor, (los comunicadores que adhieren al ideal de la Unidad) ven mucho más allá. Aprenden de ella a comprender mejor a las personas y a las situaciones, a dar una comunicación veraz, detallada, amplia, que no siempre se sabe dar, donde lo negativo de las personas y de las circunstancias no se oculta, pero se hace hincapié en lo positivo. Porque el amor es así: conoce la realidad, pero sabe transfigurarla para que en los demás prevalezca lo bueno”.
No obstante, la esencia de la comunicación, su verdadero sentido de “formar comunidad”, de ser puente, incluso entre polos diversos, de ser canal para que aquellos que “no tienen voz” puedan encontrar la manera de expresarse, sigue siendo la misma. Con el uso de las redes, cada uno de nosotros estamos llamados a ser actores protagónicos de este estilo de comunicación y poder hacer oír nuestra propia voz. El papa Francisco, en su mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales de 2016, expresó que “Comunicar significa compartir, y para compartir se necesita escuchar, acoger. Escuchar es mucho más que oír. Oír hace referencia al ámbito de la información; escuchar, sin embargo, evoca la comunicación, y necesita cercanía”. Que las redes sociales sean un ámbito donde se pueda compartir, escuchar y estar cerca depende de cada uno de nosotros.
Artículo publicado en la edición Nº 617 de la revista Ciudad Nueva.